por Daniel Posse.
Mañana se vota en la ciudad de Buenos Aires, y parece que ser la invitación a una fiesta incierta, donde los invitados, ni siquiera saben de qué se trata. La fragmentación se hizo carne y hueso.
El domingo es el día elegido para una fiesta, en la que hace tiempo se tiene la noción y la convicción de que no es así (lo festivo parece ser mera ficción). Gran parte de los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires, están y sienten, que son obligados a asistir (una obligatoriedad que en este tiempo fastidia), porque la sensación es que el reparto de las mieles es solo para unos pocos. Eso me hace pensar, en que la supuesta fiesta de la democracia (como es concebido un día de sufragio) es un acto más circense que otra cosa, (en algunos casos parece más cirquero). No parece un acto real de la vida democrática. Sólo basta escuchar conversaciones casuales o sus fragmentos en la calle, en las colas de un supermercado, o en el transporte público para poseer esa certeza). Se percibe en la calle que el entusiasmo es mínimo, por eso me atrevo a pronosticar, con la seguridad de no equivocarme, (igual me he equivocado muchas veces en mi vida), de que del padrón electoral, la participación va a ser menor que en otras elecciones, en concordancia, con lo que viene sucediendo en otros distritos electorales del país.
Tal vez preguntarse de ¿por qué sucede esto?, sería una redundancia que hasta puede llegar a aburrir. Pero es que el maniqueísmo siempre emerge en su significación más pura, pero que, con el paso de los años y de los procesos históricos, aparece una y otra vez cambiando de color y de forma. Reaparece, diverso, continúo, abundante, violento, y hasta diría demencial. Ese maniqueísmo dejó de ser simple, dejó de ser de un lado contra otro lado, ahora es una función orgiástica, en la que es un: “todos contra todos”. Igual al final la violencia verbal y discursiva, parece quedar desmantelada, con cargos y ministerios, con acuerdos inverosímiles, con reconciliaciones tan absurdas que los talks shows terminan siendo más creíbles.
Solo alcanza mirar, detenerse a observar y analizar las campañas partidarias para la elección local para darse cuenta. Campañas bizarras que parecen irreales, y es entendible, porque buscan tener un impacto nacional, con métodos irrisorios y precarios, pero al ver el paisaje devastador, no solo en lo discursivo, sino en los gestos, en las imágenes, ni que hablar en los antecedentes, y en los argumentos, de que la contienda está viciada de intereses ocultos. La impunidad los ha vuelto evidentes. Se pueden ver a simple vista, el alud de contradicciones, que emergen en casi la totalidad de las propuestas electorales. El maniqueísmo se ha resignificado de forma salvaje y diversa, habitando incluso en una misma propuesta, haciendo de las contradicciones, la materia esencial de las mismas tramas, volviéndolas viscerales y ciegas de raciocinio. Los paradigmas se vuelven paradojas, se retroalimentan, y quizá eso los vuelve un eco repetible.
Los PRO y los contras
Por un lado tenemos un PRO, que fragmentado llega a estas elecciones, con una candidata, que encabeza las listas, que ni siquiera se puede votar a sí misma, porque posee domicilio en la provincia de Buenos Aires (Silvia Lopennato). Una candidata que intentó hacer del proyecto de Ficha Limpia, el motor de su campaña, pero que a su vez se negó a apoyar la comisión investigadora parlamentaria de la estafa Libra, donde es evidente, por lo menos de forma mediática, la participación del Presidente y otros personajes cercanos a él. Pero la fragmentación del PRO, no termina allí, porque con la migración de Patricia Bullrich de manera formal a los Libertarios, implicó ver de forma clara, que esa migración comenzó hace tiempo y que fueron muchos los que se fueron. Más allá, de que quedó muy en claro, que les interesaba más la preservación de su cuota de poder, que el espacio político. La excusa era que podía más el odio ciego a la sombras del Kichnerismo, que el ejercicio de la tolerancia política.
La figura de Mauricio Macri, no pareció ayudarla, porque la sensación de ser un herido, un desplazado, ante la actitudes de Javier Milei, y de otros integrantes del PRO, lo mostraban, con una desolación inherente, donde su discurso, habló más de ese dolor, que de la realidad circundante.
A esto se le suma una administración muy mala de la Ciudad de Buenos Aires por Jorge Macri, donde lo que se percibe es un gran abandono, situación que intenta aprovechar Horacio Rodríguez Larreta, quien parecía ser un paria en los últimos tiempos, pero como el hijo prodigo, intenta volver desde un espacio propio, pero apoyado por gente que era parte del PRO, lo que acentúa la sensación de fragmentación.
Horacio Rodríguez Larreta, intenta hacer camino retrocediendo, porque intenta volver desde lo discursivo, a sus momentos de gloria, para desde allí intentar visualizar que el futuro puede parecerse al pasado, que quizá podría volver a ser Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Pero sin aceptar que no fue perfecto, pero que en los términos de la contienda electoral, a la par de Jorge Macri, emerge como brillante, tratando de hacer creíble esa frase: “De que todo tiempo pasado fue mejor”
Fragmentos más. Fragmentos menos
En ese territorio de la disgregación política partidaria, no es menos el papel casi invisible de la U.C.R. de la Ciudad de Buenos Aires. Si bien su palabra clave para hacerse visible, en una invisibilidad no solo corpórea, sino de ideas y de motivaciones, parece una suerte de falso encantamiento. La palabra “Evolución” aparece casi sin connotaciones, aumentando más aún la sensación de abandono e incertidumbre, de una clase dirigente partidaria, que a nivel nacional, no logra sobreponerse a haber sido cooptados por el PRO, e incluso por los Libertarios, donde quedó muy en claro que ese principio Radical, anidado en esa frase de Leandro L Alem: “Que se rompa, pero que no se doble” está ausente, porque hemos visto a numerosos personajes de este partido, doblegarse una y otra vez, sin que nos quede en claro, el ¿por qué? y menos el cuándo, el cómo y el cuánto. La percepción es que hubo una carrera de sobres, y esto ya no nos sorprende, pero si anula el entusiasmo. Sobre todo cuando fueron ninguneados, injuriados públicamente por La Libertad Avanza. Aquella frase de que la esclavitud es posible, porque el esclavo ama y teme a su amo, parece materializarse. Pero si no nombro algunas excepciones como Martín Lousteau, y la buena intención de las bases radicales, ni siquiera sería posible este intento de evolución. Si no lo digo, no sería justo. Pero también la falta de recursos y de visibilidad parece hacer muy difícil el intento de evolucionar, y que esta evolución posea una buena respuesta electoral.
De Libertad no hay nada
En cuanto a la Libertad Avanza, el mismo nombre del partido parece una metonimia, si analizamos los actos y gestos, pero como somos una sociedad que en su fragmentación, creemos que cada parte es el todo, entonces navegamos en un continente de posteos falsos, de cifras falsas, de discursos falaces, pero que dichos con una fuerza de violencia feroz, los hace parecer ciertos. Entonces muchos creen y en esa creencia se vuelven ciegos e intolerantes. La mirada crítica se vuelve escasa, pero igual debo decir que la sensación, por lo menos dentro del territorio de la ciudad de Buenos Aires, es que cada vez menos gente parece peregrinar detrás de esos discursos. Claro que el oficialismo nacional no lo ve y envalentonados, por el triunfo de gobernadores afines, creen que ese triunfo es de ellos, pero parecen no entender la mecánica real de las políticas partidarias locales, porque, esos agentes provinciales de la política provincial, solo responden a sus propios intereses, y que la lealtad está condicionada. Ninguno de estos gobernadores, eso creo yo, se va inmolar por lo principios libertarios, están más preocupados por seguir la corriente que los favorezca, que una lealtad lograda a fuerza de recursos prometidos, por lo tanto esa lealtad posee un precio. Existe un negacionismo que tiene formas de sordera.
Pero esa libertad también afronta la fragmentación, una mucha más evidente, hasta diría soez, que anida en una lucha de poder dentro del partido, donde es muy claro, que la libertad es escasa. Por un lado Manuel Adorni, que como vocero, solo logra impactar desde la descalificación, y cree que eso es suficiente, pero parece que no le alcanza, más aún cuando surge la información del desvío de fondos públicos para la campaña. Esta información parece una sudestada fuerte, pero al electorado parece no importarle, porque lo que quiere es poder llegar a fin de mes, poder pagar los servicios y el transporte. Toda esta fragmentación sucedes en un baile frenético, donde aparece el expulsado, como lo es Ramiro Marra, y que de una forma u otra, parece arrastrar (de forma mínima) algunos votos que parecen necesarios. La realidad de los precios del supermercado, del día a día, desdibuja la fuerza del gobierno. En este juego lúdico, los roles cambian, se mezclan, se invierten y el chico expiatorio se resignifica. La falta de organicidad del partido, genera la sensación de que solo son una manada salvaje y caníbal.
La realidad es que el impacto de la represión constante hacia los jubilados, que parece subestimada, desde el poder, me parece que si juega, a la hora de que el elector vote. Allí, creo que más allá del silencio, este acto violento y repetitivo posee una fuerza que va a ejercer su influencia en el escrutinio de alguna forma. Esa certeza surge cuando lo escucho decir en la calle: — Pensar que yo también me voy a jubilar algún día—. La expresión constante me entrega cierta impresión de que el hecho no queda en una nada invisible. Parece que el letargo, no es como parece, que el letargo es solo apariencia, que por adentro, más allá de una aparente inmovilidad, la procesión bulle, y se manifiesta.
Somos los que somos
En el caso del peronismo (Unión por la Patria), si bien se ve y percibe cierta fragmentación, por lo menos en la Ciudad de Buenos Aires, parece mínima. Leandro Santoro, si bien de origen radical, pero con una fuerte militancia progresista y hace tiempo como parte del peronismo porteño parece navegar hacia una victoria. Las encuestas lo dan primero. Aclaro: pocas veces creo en las encuestas, en este caso me entregan cierta percepción de que están acertadas. Si bien esa intención de voto que denotan, que es de un 29 por ciento, no deja de ser más o menos el caudal histórico del peronismo en la ciudad de Buenos Aires, pero que en un paisaje lleno de fragmentación, lo hace parecer ganador, lo cual sería importante, porque si bien solo es una lección legislativa local, podría tener fuerza de arrastre en la contienda nacional. Él también sufre cierta fragmentación, no nos olvidemos que Juan Manuel Abal Medina va por fuera del peronismo, con una lista que subraya que es él el verdadero peronista. Como si no pasara con todo el justicialismo desde siempre: todos son, pero unos más que otros. Igual la percepción es que Abal Medina posee una convocatoria mínima, más allá de que integran sus listas personajes de la farándula y de lo mediático.
La Izquierda de la Ciudad
En el campo de la izquierda, creo que en las encuestas es subestimada, porque a mi parecer, conserva su caudal de votos. Su votantes son un cuerpo, en el que las descalificaciones del discurso oficial, no hace mella, como puede suceder en el norte del país. Así que quizás conserve sus voces dentro del territorio de la Ciudad. También porque en esos ecos de rumores percibidos, terminan siendo definidos, como los más coherentes, como si la coherencia sirviera para algo, en una matriz, en la que la cordura y el sentido común, parecen extintos.
Las Fuerza del Juego Real
Por supuesto que esto no es más que una pulseada de fuerzas, que tal vez, sean un envión que ayude en las nacionales, pero la percepción es que la fuerza de rumores de una posible reforma laboral y previsional, que busca precarizar más que otra cosa, me parece va a ser una fuerza importante a la hora de votar en la elección de diputados y senadores nacionales. Ahora el enojo con Alberto Fernández y con el kirchnerismo es un recuerdo, cada vez más difuso, por lo menos en el electorado en general. En el caso de la ciudad, la sensación de ineficiencia de Jorge Macri, siento va a ser un motor, que juegue y reparta las fichas, en un territorio en el que aparece una reforma educativa errante y un sistema de salud que sigue siendo precario, más una ciudad percibida como sucia, y una seguridad, que está más preocupada por detener a vendedores ambulantes que a delincuentes.
Jorge Macri posee una seria falla a la hora de comunicar, quizá su falta de empatía, quizá la sensación de improvisación constante que emana. La fragmentación atomizó de una forma en la que el pensamiento crítico, se estacionó más en lo que a mi pasa, que en lo que necesitamos, rigor implícito en panoramas y sentidos de pertenencias que comparten electorado, electores y candidatos, pensando siempre estos últimos también eligen, y son parte de una simbiosis, que puede terminar dando lugar a un parasitismo. La fiesta es incierta, pero de alguna forma estamos todos invitados.