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EL DESPUÉS Y LAS RÉPLICAS… LAS RÉPLICAS DEL DESPUÉS…

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por Daniel Posse.

Cuando el juego se abre, se vuelve incierto y puede más el odio que la dignidad, lo lúdico se vuelve un territorio desprovisto de lealtad y de ética.

El después emerge como una suerte de mapeo cuántico burdo, ese universo parece definir y definirse, remarcando roles efímeros, pero que a pesar de saberse efímeros, no muestran la cordura de saberse en ese sentido, y se anclan intentando permanecer y perdurar, en una suerte de ecos que se replican, pero el resultado parece navegar en lo impredecible, lo simultáneo y lo contradictorio. El sentimiento mesiánico es tan poderoso, que ciega y ensordece y los hace creer, o ¿por qué no? creernos, que podemos ser eternos. Cualquiera que esté leyendo creerá que hablo de ciencia en sí, pero hablo del cuerpo de un después, como efecto de las elecciones distritales de C.A.B.A. Bueno, es cierto que somos campo de estudios de varias ciencias, hasta pensarlo y asumirlo, resulta un acto de ironía.

El juego aparece aquí, emerge, se retroalimenta, se dispara, se abre y se cierra, en esa estrategia, gobernada por una incertidumbre prevista, pero que resulta imposible de contener. Los sentimientos viscerales se desdibujan y sufren una metamorfosis, llena de olvido y desmemoria, lo que ayuda, sin lugar a ninguna duda, a volver a pactar, a acordar, a sonreír y a abrazarse. En otras situaciones, olvidar que se remarcó la preocupación por los ancianos y jubilados de nuestra sociedad, y cuando en el tiempo después (sobre todo casi inmediato), cuando hay que dar quórum para tratar en la Cámara de Diputados del Congreso Nacional, olvidarse de la traición, de la deslealtad, y simplemente pensar mejor en la cuota de poder, que todavía se puede salvar. Entonces el efecto en un electorado ausente, termina siendo quizá, la noción de que el ausentismo no deja de ser un lenguaje voraz, al que todavía no han entendido en su continente real. Al que es mejor no tener en cuenta, a pesar de que está marcando los tiempos de algún fin.

Ese juego payasesco, en el que las lágrimas y las lealtades declaradas, terminan sonando a culebrones, del mejor estilo latinoamericano, en el que si afinamos los sentidos, nos sentimos espectadores de un folletín en vivo, donde sin quererlo, somos parte de la tribuna que condena, y que a pesar de nuestras sentencias, todos terminan satisfechos y felices, porque al final del ciclo, todo vuelve a empezar y todo es la nada. Todo es un «Caso Cerrado».

Las réplicas todavía parecen no haberse entendido, parecen no haberse aprendido en su noción real: de qué trata, qué es, hacia dónde van las ondas expansivas de un sismo, en el que el epicentro en sí es un sentimiento de hartazgo y de una toxicidad amnésica, que poco a poco parece tomar a todos. Solo es una cuestión de tiempo. Hay evidencia de lo que digo, la hay. La mayoría de los integrantes de la Policía Federal o de la Gendarmería Nacional olvidan que vienen de la Argentina profunda, que son hijos, nietos, sobrinos, que en la mayoría de los casos provienen de familias de clases bajas. La peste del olvido los ha invadido. Entonces, sin ningún resquemor, golpean, reprimen a ancianos que pueden ser sus familiares, y que están en un posible lugar futuro también destinado para ellos. Entonces entendemos como sociedad que puede más el mandato y el interés de cuidar su quintita que la ética, que la solidaridad, que el otro. Pongo como ejemplo a las fuerzas de seguridad porque terminan siendo un reflejo, una réplica de una clase política que gobierna, que abunda, que se contorsiona en los recovecos del interés económico y del poder para quedar mejor parada.

Los veo burlarse de los viejos, con sus rostros trigueños, y parecen no entender cuáles son las reglas de un juego, un juego al que fueron invitados a ser parte de una partida de ajedrez, donde solo son peones.

Hoy más que nunca intento encontrar y averiguar con seguridad el verdadero significado de las palabras. En esa búsqueda encuentro la palabra: «dignidad». En su significado y etimología encuentro anclada aún más mi desesperación. Después de todo significa «lo más valioso» y allí entro en una contradicción. ¿Será lo más valioso para mí, como lo es para ellos? Obvio, me refiero a esa parte de la sociedad, en la que entra la dirigencia política argentina, incapaz de hacer autocríticas, a las fuerzas, incapaces de entender que el monopolio de la fuerza implica el debate ético y moral. Aceptar el haberse equivocado como una opción válida para abandonar la locura de un mesianismo ciego. En esa parte de la sociedad entra la ineficacia de una educación que ha creado hordas de generaciones que creen que la juventud es una constante eterna y la única válida, entonces, por eso en la mayoría de los casos, terminan justificando el abuso del poder. Un abuso que viene de todos lados, porque la justicia es parte de ese abuso.

Perdón, pero ellos también ya son viejos, y el letargo en el que están les va a traer sus consecuencias. Solo es una cuestión de tiempo.

El juego tiene sus partes. Una de ellas es la miopía, y un ejemplo de eso es el hecho de que hay grupo de senadores que están más preocupados por los efectos de futuros posibles videos hechos por inteligencia artificial, que por la exterminación de actos de inteligencias humanas (protestar es un acto de inteligencia), como lo es permitir que, frente a ellos o a su alrededor, se golpee a hombres y mujeres que pueden ser sus padres, sus pares o ellos mismos. Nunca entendieron que hace rato que son carne de cañón para los memes, para la tecnología, para las redes sociales, etc., como método de protesta, de burla, de engaños y de una catarsis esencial.

Juego y Juego

En ese juego y juego, con y sin después, emergen las consecuencias de creer que porque se tiene el 30 por ciento se ganó, cuando del padrón electoral solo fue a votar un cincuenta por ciento. Ellos tampoco entendieron el juego. Al fin y al cabo, el peronismo es quien tiene la primera mayoría, y la fragmentación es tanta que van a tener que negociar, quizás con una mayor aptitud para hacerlo. Quizás el método de la extorsión, que tanto les ha dado resultado desde que llegaron al poder, ahora no les dé resultado. Quizá solo fue un engaño, porque los gobernadores, quienes parecen estar alineados por ahora, solo se permitieron ser disciplinados como parte de una estrategia para mantener la gobernabilidad y poder obtener más recursos.

Porque en el eco de las réplicas, el ausentismo porteño no creo se replique en muchos distritos donde el clientelismo es mucho más aceitado que en la Ciudad de Buenos Aires. Y no creo que corran el riesgo de sentir que el ausentismo les quite legitimidad. Lo vimos en Salta y Chaco: esos votos no son libertarios, es más, los libertarios fueron minoría.

Estas futuras elecciones nacionales son por distritos, y los representantes de esos distritos van a contar con el aparato oficial de los gobernadores. No quiere decir que no pueda haber sorpresas, pero no creo que sean las mayoritarias. Y esos representantes responderán primero a sus gobernadores que al oficialismo nacional. Porque al final las lealtades, todas, tienen precio.

Casta y Casta

Al final parecemos no comprender quiénes son de la casta, o mejor aún, en qué casta se está. Porque los ecos de las réplicas de un después parece haber repartido los roles nuevamente. Algunos nombres se han vuelto parte de los intocables, pero la fragmentación es tan intensa que solo la Avenida General Paz y el Riachuelo es la frontera que los divide. Porque en el territorio bonaerense, los libertarios y los del PRO intentan fortalecer un romance, donde no los une el amor, sino el espanto, para ver si de una vez por todas logran vencer al peronismo. Quieren ser parte del último clavo que cierre el féretro del kirchnerismo. Pero cuidado: el carácter indómito del peronismo puede regenerarse a veces desde los lugares más imprevistos.

En ese juego y en ese reparto de roles, la perpetuidad entrega una y otra vez los nombres que desde años y décadas suenan. Entonces se acaban las plataformas, los acuerdos, y el personalismo surge, como lo hace en Tucumán, donde el proyecto es el «Hombre». Como lo hace y sucede en la pampa bonaerense, en la que pulula otra vez un proyecto de reelección indefinida para los municipios, inspirada y empujada por el propio justicialismo. Pero no crean que los del PRO son diferentes, cuando se reparten, según les convenga ser candidatos: un tiempo en las tierras porteñas y otras en las bonaerenses, en un vaivén continuo. Igual los libertarios. Es verdad, son nuevos en su protagonismo, pero son viejos en sus vicios porque, al fin y al cabo, todos son ecos de una réplica que se ha vuelto concéntrica, repetitiva y pestilente.

La voracidad los ha convertido a todos en bestias que naturalizan la violencia, porque nunca entendieron que el discurso queda en un eco volátil sobre las mentes y los actos.

Lo triste de todos estos después es que la herencia dejada no es otra cosa que un intento de perpetuidad, uno que se recicla y que parece sostenerse desde los nepotismos. Si duda de esto, solo recorra la red y verá los feudos reproducirse como una parte alienante de un eco en el que la lealtad escasea y la ética está extinta.

Quizá sea tiempo de pensar en un después del después, sin réplicas, y con la fuerza seminal de un principio real y no una réplica.

 

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