InicioPolíticaCandidaturas recicladas y alianzas de ocasión: Tucumán, ese eterno loop de poder

Candidaturas recicladas y alianzas de ocasión: Tucumán, ese eterno loop de poder

Publicado el

por María José Mazzocato.

En Tucumán, la rosca politica no se detiene. Tampoco la lógica del poder por el poder. Con la confirmación del acuerdo entre Osvaldo Jaldo y Germán Alfaro, el mapa electoral empieza a tomar forma, aunque lo que se muestra a la ciudadanía sea apenas una maqueta: frágil, previsible y cada vez más lejana de cualquier proyecto de transformación real.

Jaldo buscará una banca como diputado nacional, pero no para ocuparla. Lo suyo será una candidatura “testimonial”, un gesto simbólico para sostener su centralidad política en un año donde no se elige gobernador, pero sí se mide el músculo interno de cada espacio. Esta jugada revela varias cosas: primero, que no está dispuesto a ceder protagonismo ni siquiera en un turno electoral de “medio término”. Segundo, que su liderazgo necesita de exposición constante para no diluirse entre las internas del propio oficialismo.

La alianza con Alfaro, por otro lado, formaliza una relación de conveniencia que viene tejiéndose hace tiempo. Alfaro –referente de un espacio que históricamente se proclamó opositor al PJse alinea ahora con el oficialismo provincial en una muestra clara de cómo Tucumán disuelve las identidades políticas. Lo ideológico se borra. Lo electoral manda. El verdadero objetivo es desarticular cualquier posibilidad de que el bloque de Juan Manzur –aún dentro del mismo Partido Justicialista– logre acumular poder propio. La “unidad peronista” que se declara en los actos es en realidad una estrategia para no mostrar lo que sucede puertas adentro. La estructura del PJ se estira para contener a todos, pero por dentro cruje: no hay cohesión, hay disputa. Pero en vez de mantenerlo en “casa”, como se diría, la alianza Jaldo – Alfaro, marca la grieta interna, y además de eso la expone sin tapujos a todos.

Mientras tanto, del otro lado del espectro político, La Libertad Avanza naufraga en sus propias contradicciones. Tras el envión nacional que los llevó a posicionarse como alternativa, en Tucumán el espacio muestra un partido desorganizado, sin cuadros, sin estrategia territorial y –lo más grave– sin lealtades claras. La exposición de internas públicas, las idas y vueltas en las candidaturas y la falta de conducción política dejan en evidencia lo que hasta ahora se había maquillado con slogans: no hay una construcción real, solo una acumulación de egos y búsquedas desesperadas de cargos políticos ¿Siquiera tendrán una misma ideología? ¿Estarán todos con el mismo lineamiento de nuestro Presidente? ¿O es solo un nuevo sector que les permite todo aquello que los otros partidos no?

La oposición tradicional se mantiene expectante. Sin una figura clara que unifique, los intentos de construir un frente electoral fuerte chocan contra egos, heridas pasadas y la falta de una narrativa común. En este escenario, la polarización funcional entre peronismo y libertarios se impone como espejismo electoral: dos polos enfrentados, pero incapaces de proponer algo – una línea de FUGA-  más allá del conflicto.

Mientras tanto, la ciudadanía asiste a este armado sin participación real. No hay discusión de ideas, ni propuestas, ni modelos de provincia, Tucumán yace borrada, gris, aburrida, repetida una y otra y otra y otra vez… en loop, angustiada, vacía, a manos de ellos.

Lo que sí hay es una disputa cruda por bancas, por nombres, por lugares en la boleta. La política tucumana se encierra en sí misma, gira en una lógica de cargos sin contenido, donde la estrategia de fondo es la permanencia, no el cambio. Y esa lógica se repite elección tras elección. La renovación nunca llega porque no se la deja entrar. Los mismos apellidos, las mismas alianzas recicladas, los mismos discursos disfrazados de novedad. Todo cambia para que nada ni nadie cambie, dentro de las cuatro paredes del poder.

El pacto Jaldo-Alfaro no representa una síntesis superadora. Representa la supervivencia del sistema tal como lo conocemos. Nos deja un mensaje claro en esta futuras elecciones de medio término, no se permitirán cambios en la política tucumana, las elecciones ya están pactadas, y a sorpresa de nadie, los candidatos son exactamente las mismas personas que gobiernan estas tierras norteñas hace 20 años – aproximadamente – un día con sotana peronista, al otro con traje radical y a los meses con pantalones libertarios, cambiarán de disfraces pero siempre serán los mismos. 

No es su problema, esa es su vida, su eterna existencia, la realidad que es nuestro ese problema, lo sabemos y dejamos que suceda sin discusión, sin entrega, sin ninguna retórica, sin duda alguna, por que en nuestro limitados conceptos, eso ya es así y no podemos hacer nada por ello. Lo sabemos,Tucumán no necesita más pactos por arriba. Necesita proyectos reales, liderazgos honestos, debates abiertos. 

Pero para eso, hace falta algo que hoy escasea: voluntad política de ceder espacios, de asumir errores y de construir con otros, con nuevos, con jóvenes, pero la factura es larga, y al parecer la deuda es enorme, no hay voluntad o alguien dispuesto a responsabilizarse de ello. Y aunque parezca que la elección está en marcha, la verdadera campaña –la que decide el rumbo– se juega en las sombras. Tucumán merece saberlo. Los tucumanos merecemos saberlo, no hay más que esta coreografía repetida de alianzas sin alma y candidatos sin compromiso.

Esto también es FUGA.

Contarlo es parte de resistirlo.

 

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