InicioPolítica¿Milei será Juárez Celman?

¿Milei será Juárez Celman?

Publicado el

por Fructuoso Rivera, un curioso espectador del Oriente.

Existen llamativas coincidencias entre la presidencia en curso del segundo calabrés, Javier Milei y la del décimo presidente de los Argentinos, el cordobés Miguel Juárez Celman, un interesante letrado Monserratense, amigo y luego enemigo del, según Juárez Celman, vil y ruin Roca. Juárez Celman fue ultra polémico. Muy disruptivo. Estuvo particularmente abierto a la Inversión Extranjera Directa, especialmente a las libras esterlinas, que trajeron trenes, luego clubes de fútbol de los empleados ferroviarios, y un siglo después, la consecuente liturgia futbolera argenta. Liturgia que viene de Londres, y gracias a los trenes.  

Juárez Celman asumió el 12 de Octubre de 1886 y salió eyectado por una crisis bursátil luego devenida en económica, conocida como el Pánico de 1890, tras ser fuertemente debilitado por la Revolución del Parque, un radical “golpe de Estado” de la época, impulsado por Leandro Alem, Mitre, Irigoyen, entre otros. Causó 330 muertos. Qué país extraño el de los vecinos Argentinos.

En sus cuatro años de Gobierno, el cordobés, décimo líder presidencial como ya se dijo, inició importantes obras como la del Correo Central, del Teatro Colón, del Dique San Roque. Sancionó el Código de Comercio. Creó el Registro de la Propiedad y sancionó la ley de matrimonio civil. Un Estado laico comenzó su configuración, en línea con el pensamiento francmasónico imperante en la época. Impulsó un notable crecimiento de la educación preescolar,  la homogeneización pedagógica y curricular, se opuso a la religión en las escuelas públicas e impulsó las primeras leyes de jubilación de maestros. Inició la construcción de cuatro puertos, incluyendo el de Rosario. Nótese que la exportación de granos ya era el 16% del total exportado por Argentina en 1890.

Juárez Celman también promovió fuertemente la inmigración, con pasajes gratis y entrega de tierras a los colonos. Tierras poco antes despojadas. Los pueblos originarios antes allí presentes, acreditados los extremos pertinentes, tienen hoy un título dominial de base constitucional sobre sus otrora dominios uti possidetis, derecho nominal cuya inaplicabilidad devenga un pasivo al Estado Nación, por no cumplir lo que voluntariamente se obligaron a cumplir en la última reforma constitucional. Abundancia de hipocresía colectiva, carencia de terapia colectiva, si es que ésta existe.

Notablemente, la economía de Juárez Celman fue un boom, creció un 44% en sus cuatro años de presidencia, por el abundante influjo de libras esterlinas. Se apalancó la construcción de ferrocarriles, la modernización de la ciudad y el puerto de Buenos Aires. La burbuja del momento era alimentada por gran el boom del modelo agroexportador, impulsado gracias a las políticas liberales de Juárez Celman. 

Como la historia enseña, las burbujas -como los esquemas Ponzi- suelen durar poco si no hay pulmones que sigan bombeando aire financiero. La fiesta de Juárez Celman duró hasta que Baring Brothers se dio cuenta que era inevitable el crash por el segundo festival de deuda argento. 

Técnicamente, quizás el de Juárez Celman es el segundo crash criollo: la primera crisis es del año 1827 y siguientes, y curiosamente también se debió a un crédito inglés, tomado en 1822 para construir el puerto de Buenos Aires, financiar pueblos en la nueva frontera y en la Provincia de Buenos Aires y dotar de agua corriente a la ciudad de Buenos Aires. 

El Gobierno de Rivadavia se endeudó en Julio de 1824 en 1.000.000 libras esterlinas, poniendo en garantía del préstamo “todos sus efectos, bienes, rentas y tierras, hipotecándolas al pago exacto y fiel de la dicha suma de 1.000.000 de libras esterlinas y su interés». Enorme zarpazo, dirán en Argentina, quizás. Notable pero no sorprendente, solo llegaron a Buenos Aires unas 570.000 libras esterlinas, en su mayoría en letras de cambio. Ninguna de las obras previstas se pudo realizar con ese dinero y el préstamo se pudo cancelar recién 80 años después, y por un monto total que fue equivalente a 8 veces el capital inicialmente prestado. También impulsó la ley de enfiteusis como collateral del préstamo que él mismo tomó (!), para lo cual hipotecó todas las tierras y demás bienes inmuebles de propiedad pública, prohibiendo su enajenación en toda la Nación, aplicándoles el régimen de enfiteusis, mediante el cual se arrendaban contra el pago de un canon.

Curiosidad de los argentinos, Rivadavia, el primer presidente argentino, fue también su primer gran endeudador, y fue también Presidente de la «River Plate Mining Association», acérrima competidora de la minera que apoyaba Facundo Quiroga, Famatina Mining Company. 

De hecho, la ley de enfiteusis sólo se aplicó en territorio porteño y en Corrientes. La enfiteusis dejó como consecuencia la gran concentración de la tierra en Buenos Aires entre 1822 a 1830, tiempo en el cual 538 propietarios en total obtuvieron 8.656.000 hectáreas, permitiendo que las tierras fueran acaparadas por grandes productores, creando así enormes latifundios. Como la ley no limitaba la superficie de tierra que cada solicitante podía obtener, los ganaderos, comerciantes e inversores extranjeros de la época adquirieron terrenos enormes. Hacia 1825 ocurrió en Europa una de las primeras crisis bursátiles internacionales, que se reflejó en la Bolsa de Londres, las acciones de empresas en América se desplomaron y algunas sociedades quebraron. Por esta caída bursátil en Londres, el capital inglés se retrajo por décadas, pero la renuncia de Rivadavia se precipitó al tomar estado público sus negociados por la minería del oro en  Famatina, Provincia de la Rioja. 

Sesenta y un años después, el primer banco que cayó cuando se pinchó la burbuja financiera criolla durante la presidencia de Juárez Celman fue el Banco Constructor de La Plata, en 1888, que pudo aguantar la economía argentina de la época tan solo cuatro cortos años. Años que fueron épicos, igualmente. El Banco había promovido la realización de una «Gran Casa de Inquilinato» en Buenos Aires, un barrio obrero de doscientas viviendas con equipamiento en la ciudad de La Plata y un Mercado de Abasto en el Barrio Barracas (conocido más tarde por “el de Gartland”).

Las acciones del Banco cayeron rápidamente, desencadenando la segunda gran crisis económica en Argentina, llamada Crisis o Pánico de 1890. Rápidamente se contagió la crisis al Banco Provincia de Buenos Aires, que también quebró.

La Argentina ingresó, entonces, en un grave default por cuatro años más, los años posteriores a la presidencia de Juárez Celman. Entre otras cosas, la crisis de 1890 ocasionó rápidamente la quiebra del Banco Nacional, y junto con la crisis política expresada luego a través de la Revolución del Parque de Alem, tal combo fue lo que terminó provocando la renuncia de Juárez Celman. 

Renunció Juárez, pero quedó su sistema de gobierno (…) pero quedan sus cómplices en la ruina y la deshonra de la nación argentina, de pié todavía y tratando de defenderse de sus posiciones ¿No tenemos todos los bancos de la

República fundidos, porque han desaparecido sus caudales entre unos cuantos?

(La Unión Cívica, Halloween, es decir, 31/10/1890)

El vicepresidente Carlos Pellegrini asumió el cargo hasta 1892 y bajo su gestión fue que se creó el actual Banco de la Nación Argentina. 

Debido al exceso de crédito inglés que se le había otorgado a la Argentina, la Baring casi quiebra: Argentina puede curiosamente decir que motorizó el primer salvataje bancario internacional, en aquélla oportunidad formado a través de un consorcio de bancos liderado por el Banco de Inglaterra, que terminó rescatando a la Baring y evitó así lo que podría haber sido una catástrofe de la banca londinense.​ Rothschild, notable apellido bancario ayer y hoy, dijo que de no haber habido salvataje, quizás el sistema bancario londinense completo hubiera colapsado, con la consecuencia de una verdadera catástrofe (para la Corona). 

Tiempo después, El Pánico se asoció con una demanda monetaria que alcanzó el 45% -consistente con un crecimiento económico del 44% desde que Juárez Celman asumió la presidencia- seguido de una (clásica) caída del mercado de las commodities en todo el mundo. Mutatis mutandis, la crisis subprime de 2008 fue algo parecido, solo que el sujeto de crédito poco serio residía en Norte América -y no en Sur América- y las hipotecas se securitizaban luego de obtener una calificación AAA+, y asegurarse sus pagos con Credit Default Swaps vendidos por American Insurance Group.

Como Milei, Juárez Celman fue, también, un gran privatizador. Al claro servicio de la Corona, para la cual también en aquéllas épocas, se lo acusó de beneficiar a cambio de beneficiarse personalmente. Se le achacaron a Juárez Celman acusaciones que también se han lanzado a principios de este milenio: (des)aprovechar una época de bonanza económica criolla -la de la segunda mitad de la década de 1880- para hacer un uso discrecional y político de los recursos estatales. Se dijo también que Juárez Celman se convirtió en el hombre más rico de la Argentina por la intercesión de su Majestad, la coima. Una revista de negocios inglesa de la época denunciaba: “Para obtener el contrato de Obras de Salubridad, Baring le pagó coimas a Juárez Celman de 100.000 libras y a Wilde, ministro del Interior, de 80.000 libras. 

Juárez Celman ponderó y mantuvo la garantía estatal a las inversiones inglesas en Ferrocarriles de un 7%, garantía que se ofrecía ya desde 1880 para atraer justamente ese tipo de inversiones. Hoy el dispositivo utilizado es la estabilidad fiscal y la baja de impuestos. 

Llamativamente, no se ha debatido mucho sobre la curiosa aplicación del mecanismo de las garantías de beneficio mínimo -al Reino Unido- que funcionó hasta la crisis de 1890, como gran incentivo para la inversión de capitales en la actividad ferroviaria. Quizás un equivalente histórico funcional al RIGI, o a los beneficios fiscales para promover ciertos sectores, como el tecnológico en el caso Argentino, sector que es una joya sin corona, pero de valor real, y el único que está basado en recursos renovables y de alto valor agregado.

Con estos dispositivos para la “atracción del capital,” Argentina logró captar así el 40% de toda la inversión británica, que era la principal potencia del mundo de la época, y se construyeron así más de 3.000 kms de vías férreas, Argentina alcanzaba casi los 10.000 kms de vías en poco tiempo. Sin dudas es una industria, la ferroviaria -hoy, las infraestructuras digitales-, que es intensiva en mano de obra y sin dudas fue, es y será, estratégica. 

Tan luego de asumir en 1886, Juárez Celman afirmó su intención de vender los ferrocarriles de propiedad del Estado federal. Y al año siguiente lo hizo: le vendió en 1887 el Ferrocarril Gran Oeste Argentino (GOA) al banco inglés J. P. Morgan & Co, en lo que fue quizás la privatización más polémica de su gobierno. Un equivalente histórico funcional a las SADs, quizás. O quizás a Aerolíneas Argentinas.

La privatización del GOA implicó para los inversores ingleses adquirir una línea ferroviaria ya existente, construida por el Gobierno argentino entre 1881 y 1885, uniendo Villa Mercedes, Mendoza y San Juan, como prolongaciones del denominado Ferrocarril Andino, que se desprendía como un ramal del Ferrocarril Central Argentino en la estación Villa María, y de allí se extendía a Río Cuarto y Villa Mercedes. 

La primera venta que llevó a cabo fue el ramal entre Villa Mercedes y San Juan. Invocando una ley anterior y un contrato de concesión de 1878, el presidente consideró que no necesitaba autorización del Congreso de diputados y senadores para ceder esa línea a sus concesionarios originales -anteriores a la construcción estatal: los hermanos chilenos Juan Eduardo y Mateo Clark, debiendo pagar todo lo que el Estado había gastado para erigir lo que se cedía. 

El precio se fijó en 12.312.000 pesos, debiendo abonarse 2.000.000 de pesos al ser aprobado el contrato por el gobierno y, luego, cada 30 días, 1.000.000 de pesos hasta completar el total. 

Los Clark eran los típicos intermediarios de la época: conseguían los contratos en Argentina, y luego buscaban inversores ingleses. Mateo residía en Londres y negociaba con los capitalistas y Juan Eduardo se quedaba en Buenos Aires y se ocupaba de organizar los trabajos, subcontratando, y de tratar con las autoridades. 

Al poco tiempo después de las privatizaciones, Juárez Celman comenzó a reconocer públicamente su desilusión frente al comportamiento de las empresas privadas y ya pensaba tomar alguna medida coercitiva para obligarlas a mejorar el servicio. Será que las conciencias están hechas para despertar. En mayo de 1888 Juárez Celman, en su mensaje al Congreso, decía que no había ninguna empresa que «tome en cuenta sus verdaderas obligaciones para con el público.”

Por esta razón, en julio de 1888 sancionó la Ley 2274 y creó la Dirección de Ferrocarriles Nacionales con el propósito, entre otros, de controlar el desempeño de los concesionarios de ferrocarriles. Ya desde 1888, como se ve, se sabe que privatizar sin controlar, es de necios. 

En octubre, también de 1888, se sancionó la más polémica de sus leyes, la Ley 2379 que congeló el pago de la garantía estatal creada en 1880  «a toda empresa que no conservara en buen estado y en cantidad suficiente al tren rodante de acuerdo con lo que determinara la autoridad competente«, autorizando al poder ejecutivo a «invertir el valor de la garantía devengada y retenida […] en la adquisición del tren rodante necesario para colocar a la línea respectiva en las condiciones de ley«. La ley fue la consecuencia de un proyecto iniciado en la Cámara de Diputados a raíz de quejas por el servicio del GOA, privatizado menos de dos años antes.

Naturalmente, la Ley 2379 provocó la reacción del banco J. P. Morgan & Co., amenazando por telegrama del 18 de octubre de 1888, dirigido directamente al vicepresidente de la república, Carlos Pellegrini, con tomar medidas que serían «desastrosas para el crédito argentino en Europa«. La respuesta de Pellegrini no se hizo esperar: «el gobierno tiene el derecho de defender el interés público contra compañías irrespetuosas.»

Como se puede apreciar, la influencia y extracción inglesa -y de otras potencias más actuales- es y fue multicultural y federal, y generalmente de poco valor agregado local, salvo por sus magníficas redes logísticas y estratégicos juicios en New York o en Londres. Por caso, el pleito con YPF,  es un buen ejemplo, donde Argentina alega la estafa (procesal) del Siglo, y el asunto es ya tan grave que se ha involucrado el Departamento de Estado, que quiere evitar se aniquile la seguridad jurídica de los Tribunales de Nueva York so pretexto de validar una dudosa compra en una quiebra madrileña del derecho a litigar contra Argentina por la muy llamativamente defectuosa privatización de YPF en 2012.

Vuelvo al asunto que titula estas líneas: ¿Es Milei Juárez Celman?. Juárez Celman fue quizás el primer libertario extremo de Argentina. Mantuvo el RIGI de la época -la garantía de 7% a la inversión inglesa- hasta donde pudo, y promovió también polémicas privatizaciones, equivalentes a privatizar el fútbol hoy. También fomentó el modelo agroexportador -hoy, el sector extractivista de recursos no renovables-, construyendo puertos financiados en Londres, con intermediarios chilenos. 

Si bien la fiesta duró poco, fue quizás la primera vez que la economía del país creció un 44% en tan solo cuatro años. Pero el segundo default patrio (y quizás el primero bursátil, considerando que la Bolsa de Buenos Aires se fundó en 1855 y tenía 4000 traders especulando toda clase de papeles públicos y privados), El Pánico de 1890, llevaría al gobierno argentino al default, dejando de cumplir sus obligaciones externas (entre ellas el pago de las garantías ferroviarias), de facto quebrando a la Baring -que tuvo que ser salvada- y viendo depreciarse todos los títulos argentinos, que tanto habían subido en los cuatro años previos. El festival de deuda llegaba a las Provincias, ya el 13 de abril de 1890 Aristóbulo Del Valle denunciaba que estaban circulando emisiones clandestinas de papel moneda a la par de las legales, generando una enorme agitación. Los Chachos del presente, quizás. 

Dos años antes de que Júarez Celman llegara a la Presidencia, la deuda externa argentina era de £ 42.600.000; tan solo siete años después, en 1891, la deuda externa combinada de los gobiernos nacional y provinciales, sumada a la deuda interna flotante y a las obligaciones municipales, ya eran £ 154.500.000 (casi 4 veces mayor). 

Vengamos ahora al presente de los argentinos, curiosos reincidentes, ignorantes de su historia. Al asumir Milei en 2023, el ratio de deuda extranjera versus su PBI representaba aproximadamente el 90%, equivalentes a casi U$D 371 mil millones. En 2016, el ratio deuda/PBI era 53%.

Entre el sexto y el décimo mes del gobierno anarcocapitalista, la deuda externa en Dólares se redujo pero llamativamente el monto total de la deuda externa alcanzó los U$D 433 mil millones. Si el riesgo país se estaciona a fines de 2025 entre 450 y 600 puntos, es harto probable que se emita mucha más deuda en moneda dura. Es cuanto menos llamativo el afán de apalancamiento argentino, sea o no porteño el conductor y tomador o facilitador, y cualquiera sea la perspectiva histórica que se tome, salvo algunos honrosos pagos totales de deuda.

En vistas del “nuevo” festival de deuda que parece aproximar, tal como también ocurrió en la época de Juárez Celman, también por Decreto y sin pasar por el Congreso, el libertario calabrés ha permitido que el FGS pueda ahora comprar más deuda pública (del 50% inicial, ahora puede llegar al 70%); se permite que los futuros suscriptores de nuevos instrumentos de deuda pública a ser emitidos -en reemplazo de la deuda en pesos que ya tienen- puedan elegir, en el momento de una hipotética renegociación, un bono en dólares -o viceversa, para facilitar el certero e inminente rolleo de deuda, dadas las mejores condiciones del mercado que se esperan, pero no se descuentan. ¿Será de plano dolarizada la deuda en pesos?¿Estatizada?¿Otra vez arroz con pollo como dicen los Argentinos?¿Déficit en dólares y moneda convertible?

Muy llamativamente, el Decreto en cuestión elimina también la obligación que tiene el Estado de que los canjes de deuda cumplan, al menos, con dos de las tres siguientes condiciones: un mejoramiento en el plazo de vencimiento, en sus montos y/o en los intereses de las operaciones originales. ¿Será que descorchan hoy en Londres como cuando el primer libertario les vendió concesiones ferroviarias de manera dudosa y garantizada?

Para que a Milei, el XIII presidente desde la vuelta a la Democracia en 1983, no se lo coma la historia en su clásico y circular deglutir, Argentina necesita mucha inversión extranjera directa, mantenida, estratégica, de largo plazo, y de las tres potencias actuales: Estados Unidos, la Unión Europea y China. Y Brasil necesita el gas de Vaca Muerta. De momento, tales (grandes) inversiones aún no se anuncian, aunque como se sabe, se están evaluando. Es harto probable que ninguna de las potencias extranjeras invierta en la actual Argentina anarcocapitalista si no invierten antes los empresarios argentinos, pues los extranjeros requieren siempre socios locales para el soft landing foráneo y, muy especialmente, para navegar las arduas, imprevisibles, corruptas, politizadas aguas del Sur del Mundo, como bien enseña la historia. 

Colofón: no antes de 2027 sabrán los argentinos si Milei es, o no es, un continuador del ¿primer? libertario, Juárez Celman. Hasta tanto, harían bien los habitantes del frente del charquito en recordar a su libertario conductor calabrés que la Historia sirve para no repetir los errores del pasado, y su conocimiento es una forma -aún subcuamperfecta- de poder aprender de la experiencia ajena para el beneficio propio, o nacional, en este caso.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

últimas noticas

Cuando no sabemos lo que sabemos

por José Mariano. El Estado es el más frío de los monstruos, y de su boca...

La palabra como vector de descarga y mandato

por Daniel Posse. Las palabras son poderosas: pueden construir o destruir, inspirar o herir.Los mandatos,...

El destrato cotidiano que padecemos ante la Ceguera del Poder

por Facundo Vergara. ¿Quién no fue víctima alguna vez de la burocracia estatal al momento...

Una pasarela con barrotes: la moda que incomoda

por María José Mazzocato. Entrevista a Ana Lucía Troncoso, especialista en moda. La moda ya...

Más noticias

Cuando no sabemos lo que sabemos

por José Mariano. El Estado es el más frío de los monstruos, y de su boca...

La palabra como vector de descarga y mandato

por Daniel Posse. Las palabras son poderosas: pueden construir o destruir, inspirar o herir.Los mandatos,...

El destrato cotidiano que padecemos ante la Ceguera del Poder

por Facundo Vergara. ¿Quién no fue víctima alguna vez de la burocracia estatal al momento...