Por Graciela Assaf de Viejobueno.
En el año 1992, cuando dejé mis actividades jurídicas y opté por la docencia universitaria, mi vida tuvo un punto de inflexión y decidí que me dedicaría al estudio y la docencia.
Como recibí una formación filosófica tomista me dedicaría a profundizar el pensamiento de este gigante que fue Santo Tomás de Aquino.
Consideraba que el que más conocía su pensamiento en Tucumán era Gaspar Risco Fernández, que además era Profesor Titular de Filosofía Medieval de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. También tenía una personalidad polifacética ya que era cinéfilo, admirador del director sueco Ingmar Bergman y fundador de la Linterna Mágica, un cineclub que todavía lo sobrevive. Además estuvo al frente de Difusión Cultural y conocía en profundidad todo lo que comprende a nuestra Cultura Regional.
Sabía que tenía un Centro de Estudios llamado In Veritatem que se dedicaba a traducir y estudiar las 29 Cuestiones Disputadas sobre la Verdad de Tomás de Aquino y comencé a asistir llevada por Adalberto Villecco, que era el titular de la cátedra en la que enseñaba.
Dicho Centro de Estudios poseía un equipo de traducción integrado por José Canal Feijóo, Nellibe Bordón, Adalberto Villecco, Eduardo Mirande, Tere Belfiore y el propio Gaspar. Paralelamente estaban los Seminarios permanentes que se daban los sábados a la mañana, aproximadamente de 9 a 13. Eran reuniones donde se leían y comentaban dichas cuestiones. A ellas asistían las personas mencionadas, que eran el núcleo duro del In Veritatem, al que se sumaban otros interesados en conocer la filosofía y la teología tomista. Es así que se sucedieron muchísimas personas a lo largo de su existencia que fue aproximadamente de 30 años. Entre los que recuerdo puedo mencionar al Dr. René Goane, a la Profesora de latín Tere Belfiore que auxiliaba con las etimologías, al Dr. Eduardo Ruiz Pesce, a Ruth Ramasco, a César Sosa Padilla, al Dr. en Medicina Emilio Décima, experto en neurociencias quien con la frescura e inocencia del que no pertenece al ámbito filosófico formulaba con humildad y desde su ignorancia las preguntas que nadie nos animábamos a hacer. Concurrieron también esporádicamente algunos frailes dominicos como Pablo Sicouly y Rafael Cúnsulo y un hermano benedictino de apellido Gutiérrez cuyo nombre no recuerdo. También es digno de destacar la presencia del profesor de Filosofía Alfredo Maluf, que venía a las reuniones desde Catamarca haciendo un esfuerzo admirable. También estaban los santiagueños Alejandro Auat mientras era un estudiante de Filosofía de la UNT y un ex seminarista Gustavo Carreras. Asistieron también al In Veritatem seminaristas que hoy ya son sacerdotes. Había un muchacho de apellido Juárez que grabó durante mucho tiempo todo lo que se decía en esas reuniones. Era profesor del Instituto de Enseñanza Religiosa San Tarcisio. También asistieron Carolina Barutello, Gloria Elías que vive actualmente en Jujuy, José María Nieva, Ana María Carelli, Soledad Ale, Fabián Ávila, Catalina Hynes, Fátima Lobo, Marcelo Barrionuevo, Juan Pablo Arias Luna que empezó a asistir como alumno de Filosofía y continuó luego como licenciado y profesor. Es de destacar la vinculación de amistad que tuvo Gaspar con el Dr. en Filosofía Fernando Rovetta, que vive en España y ejerce la docencia universitaria allí, y también con Luis García. La suscripta junto a Cristina Chan, que estábamos en la cátedra cuyo titular era el Dr. Adalberto Villecco, llegamos al In Veritatem por intermedio de él. Todas las personas que mencioné y otras tantas que desconozco o no recuerdo pasaron temporalmente por este centro de estudios. Los que perseveramos hasta el final fueron los que dirigían el debate y la discusión, que eran los maestros: Gaspar, Nellibe, Adalberto y Eduardo Mirande. El resto, los que escuchábamos y eventualmente hacíamos preguntas o comentarios, éramos Agustín Viola, Juan Pablo Arias Luna, José Mariano, Estela Jerez, Alberto Nieva y la suscripta.
En el seno del In Veritatem confluían varias disciplinas y profesiones, por lo que se conformó un grupo multidisciplinario que se enriquecía con el aporte de todos.
Así como los que pasaron por el In Veritatem fueron muchos, también fueron diversos los lugares de reunión, desde la Facultad de Filosofía y Letras, pasando por la Facultad de Derecho y terminando en el Colegio Sagrado Corazón.
Al final de cada período lectivo se hacían unas Jornadas en las que cada uno presentaba un trabajo relacionado con el tema de estudio de ese año. Se estudiaron casi todas las 29 cuestiones, entre ellas la Verdad, el Bien, el apetito del Bien, la Gracia, la Sensibilidad y las Pasiones, la Mente, el Maestro, la Conciencia, la sindéresis, la fe, la razón superior e inferior, el conocimiento en Adán, en Cristo y después de la muerte, y culminamos con un curso sobre el fin de los tiempos, otro sobre Cristología y el último sobre Mariología.
En los últimos años los temas de estudio se presentaron como proyectos de investigación aprobados por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNT.
Lo interesante de estas reuniones es que se trató siempre de relacionar el pensamiento de Tomás en diálogo con otros filósofos de la Modernidad y contemporáneos, ya sea como continuidad o como ruptura con Tomás de Aquino.
Pese a todos los avatares por los que transcurrió el In Veritatem hay una figura que permanece constante desde los inicios, que fue su fundador y mentor, el protagonista principal de las reuniones, el que nunca falta, el que llega primero cargado de libros y se va al último, el que deja enfriar el café de media mañana porque está tan enfrascado en sus explicaciones que no repara en él, el que pide ayuda a las manos para darse a entender en las altísimas cuestiones que aborda. Es el que anima los encuentros con su rigurosidad y solvencia, con su grado de responsabilidad que lo lleva a sacrificar horas de descanso y a sustraer tiempo a su familia. Más de una vez confesó estar levantado desde las 4 de la mañana para preparar las clases.
Es Gaspar, que con su generosidad nos transmite todo lo que sabe de Tomás de Aquino. Es el que nos aconseja abundante bibliografía, que además la pone a nuestra disposición, y el que se preocupa por la promoción y el crecimiento intelectual de todos, para lo cual a veces tiene que hacer el ingrato papel de tábano socrático.
Estoy convencida de que Gaspar ha logrado plasmar en su propia existencia lo que con insistencia nos enseñaba, que el hombre es capax Dei, que está abierto al todo de Dios.
(Homenaje a Gaspar Risco Fernández de Graciela Assaf de Viejobueno, Revista Theoria de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, pág. 28 y 29, Tucumán 2006)