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No Fukuyama… La historia recién comienza

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Por María José Mazzocato.

¿Y si Fukuyama se equivocó? La pregunta no es inocente; en realidad, es un golpe a la mandíbula de todo aquel que creyó que la historia tenía un punto final: un paraíso liberal, democrático y globalizado. El “fin de la historia” sonaba a la última canción de un concierto interminable… pero el siglo XXI nos tiró un baldazo frío de realidad cruda. La historia no terminó, solo cambió de piel.

Francis Fukuyama dijo que la ideología había muerto, que ya no habría grandes relatos y que la democracia liberal sería el destino final de la humanidad. Su tesis era casi mesiánica, porque presentaba un mundo unido bajo un único modelo, sin guerras existenciales, sin enemigos sistémicos y sin alternativas. ¿El problema? El siglo XXI no entendió el guion.

Hoy, como advierte Rafael Calduch, no vivimos un “fin”, sino la gestación de un sistema internacional diferenciado, un nuevo orden que no nace entre aplausos, sino entre explosiones, algoritmos, tierras raras y fronteras líquidas.

Al inicio del siglo, la globalización prometía un planeta interconectado, con mercados abiertos y culturas dialogando. Hoy es un cadáver maquillado. El comercio global se fractura en bloques, las cadenas de suministro se convierten en armas estratégicas y el internet —aquel espacio de libertad, o lo que creímos— se transformó en un campo de batalla digital. No hablamos ya de un “mundo plano”, sino de trincheras invisibles donde se pelea por datos, energía, minerales raros y la narrativa del futuro.

Entonces, ¿querías paz perpetua? Mirá Ucrania: tanques, drones, sangre, sanciones. ¿No es suficiente? Mirá Medio Oriente, el famoso polvorín eterno donde la geopolítica se mezcla con la religión y el petróleo. Ese mundo “pacífico” de Fukuyama se diluyó en un espectáculo de guerra cruda, retransmitida en 4K, con influencers que documentan bombardeos en tiempo real.

Pero no es necesario hablar solo de conflictos. Hablemos de colonización, porque no murió: se reinventó. No son galeones los que desembarcan en costas lejanas, son multinacionales, algoritmos y megaproyectos de infraestructura. India se vende como la fábrica del mundo, Bangladesh como su taller de costura, África como la despensa de litio, cobalto y materia prima. Las viejas potencias coloniales ya no usan cañones; no lo necesitan: usan el mercado, usan deuda, tratados y satélites. Una nueva forma de esclavitud, más sofisticada, más silenciosa.

¿Somos una aldea global? Error. Lo que tenemos es un archipiélago de realidades fragmentadas. Un TikTok en China no es el mismo que en Europa. Un pasaporte afgano no vale lo mismo que uno japonés. Un litro de agua en California no cuesta lo mismo que en Somalia. El orden internacional como categoría única se resquebraja: lo que emerge es un patchwork, un mosaico de órdenes parciales y en disputa.

Pero, volviendo a la tesis que motiva este artículo, quizá Fukuyama no estaba tan errado… Quizás el “fin de la historia” sí llegó, pero no como él pensaba. La historia que conocíamos murió, y lo que tenemos hoy es un cadáver insepulto, un Frankenstein geopolítico. Y si miramos más de cerca… ¿queremos realmente un orden internacional?

¿O acaso el caos nos resulta más honesto que los discursos de estabilidad que se derrumban en cada década?

El siglo XXI no es el fin de la historia, es el tráiler de algo más inquietante. Nos proyecta una película de acción —o de terror— con una tecnología como el nuevo Leviatán, donde las guerras crudas son un espectáculo global, y donde la colonización no terminó sino que se disfrazó de cooperación.

Entonces, no estamos en el último capítulo, Fukuyama. Estamos en la temporada en la que los guionistas decidieron romper todas las reglas. Fukuyama escribió un epitafio prematuro, y hoy la historia, como los buenos sofistas podrían decir, no murió: se reinventó en cada discurso, en cada batalla, en cada algoritmo. Todo lo que conocimos camina entre nosotros, disfrazado, camuflado. Así que no, Fukuyama: la historia no murió, sino que recién empieza.

Y vos, lector, ¿de qué lado del nuevo orden querés estar?

11 COMENTARIOS

  1. Coincido plenamente con todo lo que expresas. Es para repensar que maquiavélica formas de organización se implementarán y hasta que punto los pueblos podremos sobrevivir a este sistemático proceso de devastación, donde muchos seran cadáveres reales y pocos accederán a una vida digna.

  2. Excelente reflexión 👏. Muy interesante cómo se replantea la idea de Fukuyama y se muestra que la historia sigue abierta y llena de desafíos. Da mucho para pensar sobre nuestro presente y futuro.

  3. Wow, una reflexión tremenda que te deja pensando. Un golpe de realidad. Como siempre tus textos nos vuelven a colocar en tierra. Esto está pasando. Un placer leerte siempre!

  4. Fukiyama es muy interesante de leer. En realidad cuando el mismo autor lo planteo género caos en otras corrientes de pensamiento historico. Sin embargo no existe ni considero personalmente que nunca llegue a existir «el fin de la historia» , ni mucho menos las grandes mentalidades.
    Por eso existe diferentes ramas de comprender y estudiar la historia, mas y sobre todo la mundial.

  5. Excelente paralelismo entre la literatura de Fukuyama el proceso histórico y la realidad actual felicitaciones Maria José muy bien planteado obviamente abierto a los diferentes puntos de vista e interpretaciones personales.
    Desde mi punto de vista hay mucha información oculta y mas compleja en los sucesos o acontecimientos actuales y pasados en nuestro mundo y te diría que la historia de la humanidad, no entraré en detalles, lo simplifico en la lucha del bien contra el mal, tomando algunos sucesos contemporaneos políticos o geopoliticos, me indican que todavía no podemos asegurar que el final que avisoraba Fukuyama llegó al último capítulo todavía tengo muchas esperanzas y fe en en que en el último capítulo felizmente le daremos la razón
    Repito excelente el planteo de tu artículo felicitaciones

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