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Breve historia del origen del Estado

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Por Nico Menard.

«Pero ahora sufre por el hecho de haber llevado cadenas tanto tiempo, y por haberle faltado por tanto tiempo el aire sano y el libre movimiento»

El caminante y su sombra.

«Todo gran hombre ejerce una fuerza retrospectiva. Por ello se reconsidera toda la historia y hay miles de los secretos del pasado que salen deslizándose de sus escondites para quedar expuestos a su sol. No es posible prever todo lo que será -un día- la historia. ¡Puede que el pasado siga aun esencialmente velado! ¡Se precisan todavía muchas fuerzas retrospectivas!»

Gaya Ciencia. 34

«¿Qué es el Estado? ¡Bien! Abrid los oídos, pues voy a hablaros de algo que mata a los pueblos»

El nuevo Ídolo. Zaratustra. 

Una vez le pregunte a un sabio ¿qué es lo primero que le mira a una mujer? Me dijo: La historia, los antecedentes. En efecto, toda genealogía busca patrones que guían el desarrollo ulterior. De todo lo que nos interesa nos preguntamos siempre por su origen, por su historia. Sabemos que en la dócil semilla ya se encuentran los secretos íntimos del imponente robledal. Seremos breves, porque lo bueno, si breve ¡dos veces bueno! Comencemos:

100 mil años tenemos los seres humanos (quizás un poco más) como lo que somos ahora. Solamente desde hace 5mil -un 5%- apareció el poder político. Si hablamos del Estado, bueno, es una mala idea no más antigua que el Siglo XVIII. Pero no nos adelantemos, nuestra misión es buscar el origen.

En perfecta anarquía, las primeras comunidades humanas se abrieron paso en un mundo libre y hostil. Con autoridades sencillas, los pequeños acuerdos para la caza y la rudimentaria agricultura no son todavía suficientes para opacar los ciclos de hambre y los conflictos venideros. ¿Bandidos? Los hubo siempre, pero la guerra es cara y las comunidades se disgregan por cada escaramuza constituyéndose en nómades para buscar otros caminos y otras tierras.

Tenemos un punto critico de inflexión: Dicen los antropólogos que el poder político nace del encapsulamiento, de la circunscripción. Allí donde comunidades enteras quedaron atrapadas en tierras fértiles (propensas a generar excedentes) pero encerradas por montañas, ríos o desiertos, los ladrones tienen la mesa servida para bajar de las alturas a ejercer el dominio coactivo sin que los habitantes tuvieran oportunidad de escapar, hablamos del dominio para exigir con rigurosa violencia el tributo permanente. La presión demográfica genero la guerra, y como no hay donde escapar, los bandidos vencedores establecieron los impuestos. 

Ocurrió en el Valle del Nilo con el Antiguo Egipto, en la Mesopotamia antigua con el auge de Uruk, en Valle del Río Amarillo de la Antigua China, en Valle del río Indo, en Mesoamérica el Monte Albán y en el Perú con la Cultura Mochica. 

No hay una buena explicación histórica que no comience con una buena explicación geográfica. Para nuestros bandidos primitivos tenemos ya configurado un golpe de suerte ¡son las condiciones materiales! Una caracteristica topografica encerró de forma inminente a comunidades enteras posibilitando el ejercicio regular y continuo de un nuevo poder, el poder politico. El ladrón pasa de ser aleatorio y periódico, a ser estacionario y permanente. 

Con todo, todavia no pueden cantar victoria. La guerra no puede ser perpetua, en tanto que sigue siendo onerosa en muy poco tiempo llegará a ser insostenible. Aun después de haber triunfado, (favorecidos por las mencionadas condiciones geograficas) nuestra pequeña casta de bandidos comprendió que las ovejas no se dejan esquilar, que resisten, que algunos prefieren la muerte antes que diezmar su propiedad. La violencia es necesaria, claro, implacable, pero no suficiente. 

Llegamos a un momento crucial. Los ladrones estacionarios tienen un problema ¿Cuál es la solución? Me gusta imaginar el instante mítico: Una noche blanca y el fuego ávido. Luz del ingenio humano y uno de ellos dio con la brillante idea. Sin saberlo van a crear el primer aparato de hegemonía de la historia. No basta con obligar, tienen que convencer, tienen conmover, tienen que justificar su poder, provocar sin más el pago voluntario y silencioso de los impuestos. No se puede gobernar con la pura coerción, hacen falta crear -como observa Valery- “fuerzas ficticias”.

Pronto la casta de bandidos comprendió que necesita una nueva para forjar con ella una sublime alianza: La casta de los intelectuales. Su tarea es vital: Serán humildes sacerdotes, excéntricos chamanes, místicos artistas. Dirán al pueblo que los bandidos son dioses, que sin ellos no hay seguridad, que son fuente de la ley y que administran por razón divina la justicia. Que pueden predecir el futuro. Que sin ellos arderá el caos. Que propician las lluvias, las cosechas, el orden y la paz. Que saben guiar, planificar, sobre todo que saben educar y aun mucho más: que representan al pueblo para obrar en favor de él. Dominaran la escritura para administrar la lengua, los símbolos, los rituales y la historia. Levantaran templos para prepararse, para saber persuadir, para diseñar nuevas trampas y para ser más eficaces en el arte de engañar. Admitamoslo, no sin fortuna -en esa tarea- encontraron felices mecanismos: Fueron sacerdotes sumerios (o egipcios) los que formalizaron las matemáticas ¿Para qué? Ya lo adivina la suspicacia del lector: no sin otro objetivo que el de cobrar en forma más efectiva y proporcionada los impuestos, el verdadero objetivo de todo ejercicio estatal.

Con lo expuesto dos conclusiones sacamos del origen: 

a- El poder político siempre y en todo lugar busca conseguir no otra cosa que no sea renta, ingresos económicos por la fuerza, tributos. Al Estado -como sueñan liberales republicanos- no le interesa ser un árbitro para que otros se coman el pastel. Lo que realmente le interesa es ser eficiente solo y unicamente en captar nuevos recursos, y si es que presta servicios, lo hará también para conseguir nuevas rentas, para transformar en rehenes a la mayor cantidad de ciudadanos posibles, para reducirlos, adoctrinarlos y que dependan exclusivamente de él. 

b- En segundo lugar: El poder político no puede existir si no se encuentra ideológicamente justificado. Ideas absurdas como derecho divino del rey, ideas criminales como la del Estado-Nación, ideas delirantes como la voluntad general, no son más que estratagemas orientadas a provocar el sometimiento voluntario al control y a la planificación de la clase gobernante. 

Con lo dicho mencionemos una regla de oro: En el aspecto superficial del poder esta la violencia, pero en el centro de su posibilidad de existencia radica el engaño. Asi vemos a los parasitos desesperados por controlar la educación, los medios, el arte y la tecnologia.  

Con todo, pronto dejaremos de ser inocentes: ¡El Estado nace de la conquista! Los charlatanes que pretenden –como Rousseau- que Estado nace de un contrato, no saben -como no supo Rousseau- ni lo que es el Estado, ni lo que es un contrato.

No desesperéis: ¡No estaría completa la historia sin los héroes! En el mismo momento que se establece la coacción, nace también la resistencia.  

La palabra «libertad» proviene del latín «libertas», que a su vez viene de «liber». La raíz indoeuropea de «liber» es «leubh-«, que implica «desear, anhelar con fuerza o amar». Dicen los lingüistas que el sentido originario parece no estar en la idea de liberarse de algo (o alguien), sino en la idea de pertenecer, en la idea de regresar, en la idea de amar a la verdadera comunidad.

Pasaron 5mil años ¿que nos hacen mil quinientos más? Ya entre nosotros se gerneraliza lo que tenian muy en claro nuestros ancentros: Gobernar es un delito. 

Amigo lector ¡ahora tenemos todo el sufrimiento y la completa tension del arco con el cual el espiritu ejercera la verdadera fuerza retrospectiva! ¡Pretendemos la historia para la vida! Que la historia nos autorice a pensar, que nos autorice a actuar, y -quien sabe- talvez el bien último, de nuevo la luz del ingenio humano, nuestro fuego ávido, el que a nuestra suerte nos ofrezca el valor que -por fin- nos autorice a regresar. Aquel que tiene un objetivo supremo, muy pronto encontrará los medios supremos. 

A los estatistas de todos los colores, complices lo sepan o no, de los bandidos de turno.

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