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La autocrítica como parte del reflejo

Publicado el

por Daniel Posse.  

Solo importa lo que creo, lo que me digo y pronuncio, lo que quiero mostrar y decir. Solo importa el reflejo de lo que hablo, y hago eco; lo demás se sumerge en una invisibilidad necesaria para forjar mi aparente felicidad.

Marco Tulio Cicerón, político, filósofo, escritor y orador romano, decía: “Habla de tus defectos y callarás a los otros.” Es una frase simple y al mismo tiempo cargada de sentido. Antes de adentrarme en los múltiples ángulos posibles de lo que significa la autocrítica, me parece esencial precisar que se trata del acto de evaluar y analizar críticamente las propias acciones, pensamientos y comportamientos, con el fin de identificar errores o aspectos a mejorar. Puede ser una práctica constructiva, que impulse el crecimiento personal, o destructiva, que termine afectando la autoestima y el equilibrio emocional.

Vivimos en una sociedad que se desespera de manera constante por verse multiplicada en espejos. Esos reflejos ya no son fieles —eso casi ni sucede—, sino que habitan en las imágenes constantes y repetidas que nos brindan las nuevas formas de mostrarnos. Con la mejora de los dispositivos y más y más píxeles, parece que todo puede materializar incluso porciones de una felicidad propia e individual. Una sola cámara ya no alcanza; los móviles traen varias, con mejor resolución, con colores y filtros que transforman tonos de piel, ojos, fondos, ángulos, luces. Toda esa artillería nos devuelve rostros y postales de instantes que pretenden perdurar, para que cada cual viva una suerte de eternidad aparente. Una eternidad que se disuelve enseguida con otra postal, una entre las incontables que se siguen sumando.

El abuso reiterado de un registro tras otro nos hace habitar en esos reflejos distorsionados. La negación de lo que somos, de nuestro origen, de la edad que tenemos, nos convierte en habitantes de una realidad subjetiva, casi ajena. No mostramos lo que realmente somos, exhibimos lo que desearíamos ser, aunque ese deseo valga y dure apenas un instante. Es allí donde la autocrítica comienza a ser negada con más fuerza. Su ejercicio se vuelve poco frecuente. Como esta práctica nace del juego, del crecimiento, la falta de conciencia termina por transformarse en un hábito voraz. Entonces solo importa lo que quiero creer que soy, y la capacidad de frustrarse se vuelve escasa, casi intolerable.

No quiero decir que este fenómeno sea nuevo ni que aparezca exclusivamente con la tecnología. Es algo que se arrastra desde hace décadas, alimentado por los medios, la imposición de modelos y cánones sociales. Pero es cierto que la tecnología actual, la democratización de los dispositivos y su uso masivo, intensificaron esta lógica. Hoy todos quieren ser eternos, jóvenes, brillantes. Todos necesitan, anhelan, demandan mostrarse, se autoexhiben como un absoluto, constante y único. Hasta las inteligencias artificiales parecen diseñadas para reforzar el ego y las necesidades individuales, respondiendo solo lo que se quiere escuchar, del modo en que se quiere escuchar o leer. La egolatría se potencia, alimenta esa mirada atomizada, individualista, con todas las cegueras y sordereas que conlleva. Así, creo —de forma personal— que la autocrítica termina por diluirse.

La historia tiene su propio trayecto

Este comportamiento no es novedoso, tiene un extenso recorrido. Las metamorfosis del capitalismo y el mercado ayudaron a exacerbar este hedonismo profundo, casi obsceno. Tal vez el mayor pecado de los intelectuales sea justamente ese: padecen los efectos del ego, donde solo importa lo que ellos dicen, lo que piensan, en lo que únicamente ellos creen y producen. Están tan concentrados en sus voces particulares que no escuchan el bullicio de la sociedad, ni del otro. La otredad, la voz y el hacer del otro, pierden valor; solo interesa el propio yo. Entonces esa sordera y esa ceguera florecen con fuerza. La autocrítica no aparece, o queda clausurada en cada uno.

No son todos. Siempre han existido excepciones, pero la mayoría avanza como una manada dispersa, ostentando la recolección de títulos y honores. Muchas veces da igual lo que se haya leído o aprendido. Importa solo lo que cada cual dice, sin ser realmente escuchado, porque la desertificación atomizada los convierte en piezas únicas, incapaces de actuar en una sintonía colectiva. A menos, claro, que sea para levantar un muro de egos, que los vuelve inútiles para registrar las miradas ajenas. Ni siquiera notan que esas conductas revelan que la obtención de títulos, por sí sola, no garantiza el aprendizaje de destrezas que podrían ayudar a desentrañar las cuestiones que atraviesan el mundo en un momento dado.

Aun así, creo que la adquisición de conocimientos y saberes sigue siendo indispensable. Las habilidades que brindan son esenciales para comprender hacia dónde va —o debería ir— el mundo.

Pequeños teatros del ego

Podemos observar esta cuestión con total crudeza a cada paso. Resulta oportuno citar ejemplos: los encuentros de poetas o escritores, las presentaciones de libros, donde la única escucha genuina parece darse con uno mismo. Cada cual habla para su propio ombligo. Luego, en el peor de los casos, leen su obra y se van, o desaparecen. Peor aún son los que se quedan, fingen escuchar con gesto de entendidos, como si algo hubieran comprendido, para después despotricar, criticar desde un lugar áspero, y donde la envidia se vuelve pródiga en descalificaciones. Al final, aguardan que algún libro les sea obsequiado, no para leerlo, sino para que sume polvo en sus estantes. Hasta evitan comprar uno, aunque esperan que los suyos sí sean adquiridos.

O los académicos que se desviven por publicar, solo para que su obra muera en un depósito, estancada en un anaquel, juntando olvido. En todos estos casos se regodean con su propio reflejo, como si fueran vedettes de un escenario de tercera. Si tuvieran un mínimo de autocrítica, advertirían que terminan siendo peores que aquellos de quienes suelen burlarse.

Ni hablar de los mercenarios que impulsan todavía más esta tendencia, haciéndoles creer a muchos que lo que escriben tiene valor. Así lucran con sus aspiraciones, los publican en ediciones olvidables, convierten todo en un negocio, fomentan una demagogia de papel. Organizan convocatorias donde se juntan doscientos participantes, que son los mismos que asisten, donde todos leen, pero nadie escucha. Sin embargo, todos permanecen, porque al final reciben un diploma o una mención. El festival se convierte en un candombe, un carnaval hedonista, casi endogámico. Si existiera autocrítica, se ahorrarían muchas frustraciones y comprenderían de verdad qué es lo simbólico y qué lo verdaderamente significativo.

El eco en la política

Entonces, si quienes más deberían escuchar y mirar se tornan sordos y ciegos, ¿hacia dónde vamos? Los intelectuales tendrían que regresar a la autocrítica. Sería esencial que adoptaran una retórica auténtica, como arte y como oficio, en un juego interminable donde no hay ganadores, solo participantes que nunca llegan.

La clase política también evidencia una enorme carencia de autocrítica. ¿Y por qué habrían de estar exentos de un mal que aqueja a todos, si forman parte de la misma sociedad? No están fuera. Tal vez si entendieran esto, abandonarían los discursos efectistas, agresivos, coléricos, y percibirían que el descontento del electorado puede ser consecuencia directa de su propia falta de autocrítica. Por eso ese electorado termina buscando en otros lo que cree haber perdido (una búsqueda que a menudo resulta inútil, porque la ceguera y la sordera también los alcanzan).

Usar esta herramienta indispensable —la capacidad de crítica hacia uno mismo, antes que hacia los demás— podría llevarlos a asumir y aceptar sus errores. Y esa aceptación tendría la virtud de mostrarlos más humanos, menos impunes. Quizás allí radique la posibilidad de volver a ser tenidos en cuenta. Quizás el recurso de antiguos discursos, llenos de valores hoy desgastados, recobre entonces autenticidad. Después de todo, errar seguirá siendo siempre un rasgo humano.

La insania que nos abraza como una peste, que nos hace creer que somos felices, que participamos de una dicha instantánea, nos deja en la boca el sabor fugaz de un momento pleno, que nos ilusiona con ser protagonistas del mundo que deseamos. Y sin embargo, nos vuelve una cáscara vacía.

El remedio, tal vez, sea mirarnos de verdad, sin filtros, sin luces, con la certeza de que eso que vemos somos nosotros, el yo real, no el imaginado. La democratización de los contenidos ha expandido esta plaga, y su destino final puede ser una destrucción absurda. Podemos seguir sumergidos en los reflejos, pero sería interesante permitir que la autocrítica vuelva a formar parte.

44 COMENTARIOS

  1. Querido amigo , siga con sus éxitos, un orgullo para mi , triunfaste y siga con sus éxitos, te mando un beso enorme Daniel.quwrido

  2. Que bueno es poder mirarse un poco uno mismo,y aprender que el cuerpo también habla y la soledad y así uno también puede ayudar desde el silencio,que mucha veces es más valiosa. Me gustó mucho

  3. Muy buena nota Daniel.
    La propuesta de mirarnos a nosotros mismos, es para muchos una utopía si no tienen la formación adecuada. Pues resulta casi imposible ser tan subjetivos para poder ser lo suficientemente objetivos como para vernos a nosotros mismos.

    • Muy buena reflexión querido amigo. En general, la gente busca reflejos, no lazos ciertos. La línea es finita para no caer en la trampa de escribir lo que se consume y olvidar que el arte es creación, denuncia, grito. (Aplausos por tu pluma maravillosa)

  4. Este escrito refleja hoy en día la banalidad del mundo que nos rodea; sin embargo enmarca los argumentos a los cuales hay que tener en cuenta. De ante mano Dani le envío un abrazo enorme desde la distancia. Siempre estoy atento a las publicaciones y lo sigo de cerca. Muchas bendiciones Dani!!

  5. Excelente texto , dónde describe la egolatría , con egolatría no hay autocrítica y eso lo vemos en los supuestos dirigentes políticos , que se creen el ombligo del mundo , que solo quieren aplaudidores y obsecuentes, pare evitar la auto-critica. Y como dice el artículo la auto-critica es la forma más natural de ser humano y empático

    • Cuando leo de inmediato imagino la solución y me pasa ante cada problema que se me trasmite de esta u otra forma
      O sea que soy parte de la inmediatez y lo tomo de un modo efímero, vaciando de profundidad lo que me llega
      No creo ser parte de la solución por eso imagino que las tengo
      Solo soy un sobreviviente de lo que estas describiendo

  6. Creo que la auto critica tiene su momento y su tiempo. Porque puede ser una manera de ponernos auto barreras. Necesitamos de la mirada del otro para que sea un moderador. Además pensaba que en situaciones poco claras o de personajes poco claros, esa autocrítica sería como una forma velada de supremacía del ego: una forma de ganar adeptos…

    • Hermosa Reflexion….Desde hace aprox 50 años,hay una sistematica construccion de masas mediaticas y consumistas….una espantosa tendencia a destruir valores, humanidad, belleza, verdad, amor propio y ajeno profundidad,hondura moral …etc Dani Querido, es una utopia la autocritica….tristemente no es para todos..el pecado original ( la soberbia) viene ganando fuerte….lo siento!!!!…… Por alguna razon olvidamos que nada traemos, nada llevamos solo nuestro ser, que si medimos nuestra e «tiempo tierra», duramos un segundo …. concretamente jaja no somos nada mas que lo que «Somos Capaces de Dar» Abrazote Amigo Querido!!!!!!!

  7. «Volver a empezar»dice el tílulo de una canción. Siento que lo que escribiste es un grito desgarrador. Tu necesidad de que algo cambie y que volvamos a nuestra naturaleza humana.Aquella con la que vinimos al mundo y que nosotros mismos nos encargamos de destruir.

  8. Este ensayo es un espejo sin filtros: nos confronta con el yo que exhibimos y el yo que silenciamos. Con lenguaje claro pero hondo, el autor desnuda una sociedad que ha reemplazado la introspección por el artificio, la autocrítica por la autoexposición. El texto no acusa: revela. Y en esa revelación hay una llamada ética urgente, no para el cambio espectacular, sino para el gesto íntimo de mirarse sin adornos. La palabra se convierte aquí en conciencia, y la conciencia en posibilidad. Hay belleza en la lucidez, y verdad en la incomodidad que deja. Un texto que interpela, no desde el grito, sino desde el susurro. Me parece Daniel, un excelente desarrollo.

  9. Hola Dani !! Como siempre un gusto disfrutar de tus expresiones literarias… Un tema álgido el abordado ( je ). Creo a que todos nos gusta un poquito sentir la aprobación y el elogio de la sociedad y de nuestro entorno, más aún.
    Después de muchas experiencias y aprendizajes podemos decir como aquella vieja publicidad…
    «En las pequeñas cosas está el verdadero sabor de la vida» ( lo recuerdas? )
    Hoy a mi edad, disfruto de una semilla que logro germinar, el olor del cafecito matutino y las tostadas, mis plantas, mis amigos (los cercanos y cotidianos y los que trascendieron el tiempo, con los que en cada esporádico encuentro: surge la magia de esa complicidad y conección que nunca se fue…)
    Hoy mi mundo comprende mis hijos, mi compañera amorosa, el agradecimiento por las oportunidades aprovechadas que hacen que ame mi realidad y no me preocupen cosas que no son necesarias que tampoco fueron prioridad…
    Hoy me duele la paulatina deshumanización y el avance vertiginoso de la virtualidad adosado a la tecnología y su lado negativo, que empaña y soslaya el verdadero valor de los principios y la nobleza humana…
    Abrazo grande querido amigo. Un ser humano muy cálido y querible. 🙂

  10. Mí querido Daniel, el texto es muy interesante xq habla de la autocrítica, y creo que NADIE la realiza, ni en este tiempo ni en el pasado. Nosotros los seres humanos siempre creemos que TODO lo hacemos esta bien pero no realizamos una Autocrítica profunda, y si en realidad nuestros actos nos perjudican o perjudican a otras personas. Muy bueno para empezar a realizar un Autocrítica 👍🏻

  11. Que placer inmenso leerte mi querido Dani, Tú expresión literaria es única. Elegiste un tema maravilloso, porque en el vaivén de la vida, el ser auténtico es lo mejor que nos puede pasar .La toma de conciencia es valorar lo que somos , lo genuino. ❤️

  12. Cuánta falta hace la autocritica en estos tiempos. Muy acertado el análisis. Felicitaciones a Daniel Posse y que sigan estos sesudos artículos que nos ponen en modo reflexión.

  13. Diría perfecta descripción de una realidad que asusta. Donde el hedonismo y la guerra de egos pasará a ser una de las principales causa de depresiones y otros trastornos psicológicos. Mecanismo en donde casi todos hemos caído, encajar en estereotipos casi diabólicos. Sí encajar a cualquier precio, tener la razón, ser éxitos y bellos con filtros o cirugías. Y ser felices todo el tiempo. Cruel pero perfecta descripción de un suceso que acontece. Felicitaciones, Daniel Posse.

  14. Hermoso todo Dani seguí con tus exitos sos un orgullo para los tucumanos especialmente para los Aguilarenses.. Felicidades 🥰🥰🥰

  15. Interesantes miradas respecto al ego y la práctica de la autocrítica. Sumaria la necesidad de la mirada autoamorosa, autobondadosa, automisericordiosa y otras. Nos ayudaría a soltar el ego, a una mirada calida y protectora de uno mismo. Transitar ese apasionante camino del conocimiento de uno mismo. Gracias Daniel por compartir ideas y sentires.

  16. Creo que algunas personas si hacen autocrítica cuando están en soledad, pero cuando salen al mundo se ponen su máscara social nuevamente , estamos muy bombardeados por los medios que dan fórmulas para triunfar y ser felices , encajar para no ser visto como el » raro» , la sociedad tiene que despertar , salir de la Matrix pero eso es una búsqueda que tiene que hacer cada uno , buscar alinearse con la naturaleza que es muy sabía

  17. Querido Daniel! Parecería que vivimos en un mundo de apariencias, donde no hay autenticidad, cada uno elevando su ego. Muy buena tu propuesta sobre la autocritica. Creo todos deberíamos entrar en nuestro mundo interior. Como Metafísica sólo escucho, no soy muy participativa. Como escritora: estoy de sostén a los que se creen eruditos en su papel. Alguien me definió de perfil bajo, pero es mi forma de respetar a los que supuestamente están un escalón más arriba. Muy buena tu narrativa de la *Autocritica*. Felicitaciones!

  18. Un placer leerte amigo! Orgullosa saber cuánto has logrado, hasta dónde has llegado! Un hermoso ser por dentro y por fuera lleno de un carisma y talento que te hacen único. Te abrazo fuerte, fuerte y quedó a la espera de un maravilloso reencuentro. Mi cariño de siempre. Claudia Eleas

  19. Excelente artículo, Dani!
    Como cada semana nos sorprendes con un análisis preciso, filosófico y muy acertado de alguna cara de la humanidad… esta de la autocrítica es tan oportuna como necesaria. Me encantó!

  20. Querido Daniel, hecleído tu texto. Lo disfrutado por el inteligente análisis del fenómeno social edonista que estamos viendo a cada momento no sólo en general sino en las redes de patientes y amigos. Triste, peto real. También, lo es lo que dices de los encuentros de escritores. Tal cual. Y para qué decir del ámbito político. Gracias, por ser tan claro. Comparto tus ideas y ahora mismo comparto tu texto.

  21. Querido Daniel, hecleído tu texto. Lo disfrutado por el inteligente análisis del fenómeno social edonista que estamos viendo a cada momento no sólo en general sino en las redes de patientes y amigos. Triste, peto real. También, lo es lo que dices de los encuentros de escritores. Tal cual. Y para qué decir del ámbito político. Gracias, por ser tan claro. Comparto tus ideas y ahora mismo comparto tu texto.

  22. Acertadas palabras que reflejan nuestro presente, lo mundano, lo humano, escritas con acierto y elocuencia ; que logras animarnos a mirarnos, a considerar la autocrítica, para volver a la autenticidad, al ser y a la común unidad, que se encuentran desdibujadas en el mundo actual. Gracias Dani.

  23. Creo que la autocritica es lo último que hacemos en nuestra vida..tratamos de negar todo lo que consideramos inapropiado..
    En el fondo nos importa mas que nos acepten….que seamos los ganadores….
    Pero sin ninguna duda saber nuestras virtudes y miserias es lo unico que nos da paz en los años venideros….

  24. El del narcisismo es un tema de vieja data. La falta de objetividad con nosotros mismos también lo es. Quizás como los escritores que tienen sus correctores que le brindan objetividad a su hacer los seres humanos deberíamos tener nuestros correctores personales que nos hagan ver las cosas con mayor objetividad. Un tema difícil de abordar tratado con amplitud y visión crítica acertada.

  25. Buen artículo, fresco frontal y provocador para los q ciertas verdades dentro del campo literario y del univerdo del yo les sean molestas.
    Temo que la literatura fallezca con tanto individualismo, ego y mercado destructivo xq a éste no le importa lo q publica sino los réditos que deja a quien edita y compañía.
    Y creo que el arte literario va a entrar en una gran crisis de valores (ya iniciada, por cierto) cuando se valore la cantidad de libros editados y no su calidad.
    Por otra parte, ser capaz de poseer auto-crítica como también tener la humildad de pedir asistencia a un maestro en lo que se hace es significativo para el ‘yo» y sus derroteros en el.espejo.
    La autocritica es entendida como posible superación, sus excesos pueden paralizar y destruir.
    Mucho para pasar por el colador mi querido Daniel.
    Que estos pensamientos sobre la presente realidad sirvan para q cada uno de nosotros reflexionemos y no haya tanta vanalidad.

  26. Excelente reflexión Dani, cómo siempre. Vale la pena hacer una introspección y una autocrítica de vez en tanto. Podríamos ser mejores personas.

  27. QUERIDO DANIEL, EXCELENTE TU REFLEXIÓN, DESDE EL INICIO LA LEÍ CON EMOCIÓN PORQUE CITAS A UN ORADOR QUE SE SIGUE ESTUDIANDO EN EUROPA Y USA. UNA LÁSTIMA QUE ACÁ SE MENOSPRECIE A LOS ANTIGUOS.

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