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Argentina: “corso e ricorso”

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por Javier Habib.

Giambattista Vico fue un filósofo napolitano nacido en 1668 y fallecido en 1744. Aunque su formación académica fue en Derecho romano, dedicó la mayor parte de su vida a la enseñanza de Retórica en la Universidad de Nápoles. Dejó ensayos varios sobre historiografía, cultura y lengua. Pero su gran contribución fue Scienza Nuova (Nueva Ciencia), una historia filosófica de la civilización, publicada por primera vez en 1725.

Durante su vida, Vico fue prácticamente desconocido. En el siglo XVIII, la producción intelectual sucedía principalmente en el centro y norte de Europa, y Vico vivía esquinado en el sur de Italia. Fue a partir del siglo XIX que su pensamiento encontró audiencia. Cobró vigencia el dicho que Vico, varios años atrás, había adelanto los puntos de vistas y conceptos centrales de autoridades tan diversas como Montesquieu, Hegel y Mommsen. De hecho, en la Nueva Ciencia, Vico introduce innovaciones significativas en campos diferentes como el lenguaje, la epistemología, la crítica literaria, la historia universal, el derecho, la moral, la sociología y la filosofía política. Hoy la Nueva Ciencia forma parte del canon de la filosofía occidental. Autores influyentes y dispares como como Benedetto Croce e Isaiah Berlin reconocen antecedente inmediato en Giambattista Vico.

A continuación, presentaré una breve introducción y sinopsis del argumento de la Nueva Ciencia (puntos 1 a 4), con el fin de contrastar la concepción filosófica del progreso evolutivo de las sociedades de Vico con el arquetipo de narrativa histórica de “ascenso y declive” (Rise and Fall), presente en obras célebres como el relativamente reciente trabajo del historiador del derecho Patrick Atiyah, The Rise and Fall of Freedom of Contract (el punto 5). Ambos modelos—el de Vico y el del “rise and fall”—tienen eso de subida y bajada. Pero el modelo de Vico presenta algo de esperanzador; que luego de cada ciclo queda, para la sociedad, un irremisible aprendizaje.

Esta comparación sirve para introducir un punto relacionado con el tema del Semanario Fuga “10” y “11”: la idea de que el poder político argentino se erige, se robustece y construye esperanzas para luego proceder a devorarse a sí mismo. Sostendré que figuras como Perón, Menem y los Kirchner parecen haber seguido este patrón de crecimiento y posterior decadencia. Aquí es donde entra en juego el pensamiento de Vico: ¿y si en todas estas subidas y caídas los argentinos fuimos aprendiendo algo? ¿Es posible pensar que Milei construirá un proceso de bienestar que dure mucho más de cinco años de derroche?

1. Verum ipsum factum

Vico desarrolla su noción de ciencia en contraste con el racionalismo entonces dominante. Un siglo atrás René Descartes había propuesto que el conocimiento debía partir de principios de razón indubitables, para luego descender mediante deducciones lógicas, formando conceptos claros y distintos.

Para Vico, reducir el conocimiento a la forma de la matemática es presuntuoso y empobrecedor.

Para empezar, la matemática no puede ayudar a conocer verdades físicas. De hecho, jamás podremos inteligir verdades acerca de fenómenos físicos como el movimiento. Más plausible es conocer las cosas hechas por los hombres. En otras palabras, es mucho más fácil para nosotros entender—en el sentido más demandante del término—qué quiso expresar un artista cuando pintó una obra (o un movimiento social que derrocó un régimen político) que dar con la verdad última acerca de por qué se mueven las cosas, o cuál es la partícula elemental que las forman.

En Vico, entonces, el conocimiento de las instituciones, las costumbres, los mitos y el lenguaje (el estudio de cualquier “humanidad”) es más científico que cualquier otro. Aquí Vico introduce el principio de “verum ipsum factum”. 

La verdad, dice Vico, es lo hecho por los hombres.

2. El desafío: Desandar

Si el objeto del conocimiento es lo hecho por los hombres, la hazaña del conocimiento requiere indagar cómo algo llegó a ser lo que es.

Se trata de un estudio histórico en tracto regresivo.

“Con el paso de los años”, dice Vico, y “los cambios en el lenguaje y las costumbres”, “las verdades nos llegan envueltas en falsedades”.

Para desandar este camino y dar con la verdad, es crítico que el estudioso apele a dos disciplinas complementarias.

Por un lado, la filología, que estudia las expresiones que dependen del arbitrio humano: las lenguas vulgares, la poesía, las obras de arte, las leyes, las costumbres, la guerra, las organizaciones políticas, en suma: la cultura en su multifacética expresión. Estamos en el ámbito de lo que Vico llama “il certo” (lo cierto), que, como producto de la conciencia humana, es particular e individuado.

Por otro lado, está la filosofía, que busca lo universal que hay en el caos de lo particular. Aquí damos con “il vero” (lo verdadero), que es exterior a la mente humana, universal y eterno.

Si nos dejamos llevar por la frecuente tendencia a considerar estos dos estudios como disciplinas separadas, ambas pierden sentido: una, por el evidente caos de la diversidad de expresiones de la conciencia humana; la otra, por lo vacía que se hace la abstracción de sus predicamentos universalistas.

Pero si combinamos estas dos artes, advierte Vico, obtenemos el conocimiento. 

El método requiere entonces desandar el camino de la sociedad humana hasta sus orígenes, para revelar un patrón genético y universal por el que transcurren todas las naciones. (Una búsqueda que podemos encontrar en el famoso trabajo de Tocqueville —que encuentra el origen del espíritu democratico americano en la genetica de los Pilgrims—y en otros historiadores del siglo XIX, como Guizot.)

La Nueva Ciencia de Vico constituye una erudita e inteligentísima aplicación del método recién descripto. 

En ella, Vico estudia varias y remotas expresiones humanas —leyes, textos de historiadores griegos y latinos, opiniones de juristas romanos, textos sagrados, jeroglíficos (es decir, el estudio filológico)— para inferir premisas que luego son constatadas con principios que parecen explicar “la naturaleza escondida de los hombres” (filosofía).

El estudio de la Nueva Ciencia revela una “historia eterna ideal”, que se repite en las varias historias particulares de las naciones. Con espíritu cristiano, Vico justifica estas verdades en una “Providencia que guía el desarrollo de las instituciones humanas”.

3. El descubrimiento de Vico

Según Vico, la humanidad progresa a través de un ciclo recurrente compuesto por tres edades, cada una caracterizada por una forma de organización social, conciencia y lenguaje. 

3.1. La edad de los dioses

Vico descubre que los primeros hombres son los sobrevivientes del diluvio universal. De las aguas ascendieron a las montañas, para luego descender al Mediterráneo y formar allí sus primeros hogares.

La conciencia de este hombre primitivo es una de miedo reverencial hacia las fuerzas naturales. A partir de este temor surge la religión. Para estos hombres, los dioses rigen el mundo, y ellos están sometidos a lo que interpretan como su voluntad.

Estos hombres arcaicos no razonaban conceptualmente, sino que pensaban en imágenes potentes y concretas. Su lenguaje es mudo, compuesto de gestos y símbolos, como los jeroglíficos.

Las comunidades son las casas de los primeros patriarcas, con los gentiles que sirven a la familia a cambio de asilo. El dominio patriarcal es jerárquico, consolidándose como únicos intérpretes (o adivinos) de leyes sagradas, no racionales ni escritas.

3.2. La edad de los héroes

Para proteger el dominio de cada respectiva familia frente a los cada vez más numerosos gentiles, los padres de familia realizan acuerdos civiles y concesiones de tierras, formando así un estado aristocrático.

Comienza a florecer la lengua hablada, pero esta es notoriamente metafórica: los conceptos se forman como reflejos de las cosas. También surge la poesía, ya que abundan los mitos, las epopeyas y las narraciones heroicas. Es la edad de Homero. Cada sociedad —la griega, la china, la romana— tiene su Homero y sus leyendas.

Para Vico, estamos en la edad de la conciencia fantasiosa. “En la niñez del mundo”, dice Vico, “los hombres eran poetas sublimes”, y esto hizo que su mundo fuese poético. Su metafísica es poética, puesto que busca pruebas no en el mundo externo, sino en la mente de los hombres. Aquí florecen la idolatría, la adivinación y los sacrificios. Este tipo de metafísica “no es racional y abstracta como la de los hombres eruditos de ahora”, argumenta Vico, “sino sentida e imaginada”. En cuanto a la moral, los hombres proyectan valores morales y ejemplares en la figura de los héroes, que muchas veces actúan fundados (no en la razón sino) en la piedad y en la vergüenza. La vida social gira en torno al honor y la guerra. Surge una “cosmografía poética”, que ve al mundo como compuesto de dioses del cielo, del inframundo y de dioses intermedios entre la tierra y el cielo; una “astronomía poética”, que convierte a los dioses en planetas y a los héroes en constelaciones; y una “cronología poética”, basada en los ciclos de cosecha y las estaciones.

3.3. La edad de los hombres

Con el paso del tiempo, los gentiles comienzan a organizarse y a peticionar certeza sobre el derecho a los patriarcas. Aquí surge la ley, y una constante lucha por la igualdad en los órdenes sociales. Este es un proceso de continua pugna. El desenlace de este caos se da cuando los aristócratas entregan el poder a un monarca que ordena a todos bajo un solo régimen jurídico. Aquí surge la república o estado civil, con leyes generales y principios de justicia aplicables a todos los ciudadanos.

Estos procesos son concomitantes con la aparición de la escritura legal, de la argumentación filosófica y, por tanto, del lenguaje conceptual y abstracto.

El estado de conciencia deja de ser fantasioso para volverse reflexivo. Los hombres alcanzan un nivel de razón plena. La comprensión del mundo se torna racional; ya no mítica ni poética.

Así como en la esfera social el gobierno por la fuerza y el mito es sustituido por el gobierno de la razón, en la esfera individual los seres humanos tienden a transformar sus pasiones en virtudes. Vico identifica que la ferocidad, la avaricia y la ambición recorren la historia de la raza humana. De estos tres vicios, que tienen el potencial de destruirlo todo, surgieron las clases militares, mercantiles y gobernantes. Ellas son las responsables de haber creado la fuerza, las riquezas y la sabiduría de los estados contemporáneos.

Es importante mencionar que, en Vico, la transición de una etapa a la siguiente no es algo aleatorio, sino que obedece a una “necesidad de la naturaleza”, provocada por la Providencia divina.

4. El ciclo de la historia: “corso e ricorso”

Como vemos, Vico nos cuenta que la historia de la civilización revela un progreso en el que las sociedades actualizan sus potenciales, pasando de un mundo de pasiones ingobernables y pensamiento fantasioso hacia el derecho justo, la virtud humana y la filosofía.

Sin embargo, Vico advierte que hay algo cíclico en este desenvolvimiento histórico. La sociedad progresa hacia la perfección, pero nunca la alcanza, ya que en algún punto de su desarrollo gradual el progreso es interrumpido o revertido a un estadio más primitivo. Vico denomina a esta caída ricorso.

Para Vico, la última parte de la era de los hombres se realizó con las instituciones y costumbres del feudalismo medieval. El fin de esta etapa, marcado por el declive de los comunes y el ascenso de las monarquías centralizadas, visibiliza un segundo comienzo de los tiempos. Esta “segunda barbarie” exhibe rasgos de una “enfermedad civil” que corrompe el cuerpo político desde dentro. Como resultado de este ricorso, la historia comienza de nuevo, aunque desde un punto de partida irreversiblemente mejor que el anteriormente alcanzado.

5. Argentina: ¿“corso e ricorso”?

Entre el significativo año de 1776 y 1788 se publican los seis volúmenes de The History of the Decline and Fall of the Roman Empire, de Edward Gibbon. Como el nombre del libro lo indica, Gibbon desarrolla una narrativa sobre la decadencia de las instituciones romanas. Su tesis es que el incremental surgimiento del cristianismo contribuyó al paulatino debilitamiento de la vitalidad cívica romana.

Lo relevante del libro de Gibbon en el contexto de este ensayo es que populariza una manera de narrar la historia —la narrativa del “ascenso y caída”—, ya presente en Vico, y que encontraremos en sucesivas investigaciones históricas como The Decline of the West, de Oswald Spengler (1918–22), y The Rise and Fall of Freedom of Contract, de Patrick Atiyah (1979).

A diferencia de la narrativa viquiana, la narrativa del “ascenso y caída” es más dramática que filosófica. La intención no es tanto hallar leyes sobre el funcionamiento de la sociedad humana, sino más bien contar la historia de un imperio, de una ideología o de un paradigma científico. Ciertamente, si uno se pone a pensarlo, el arco narrativo de este tipo de historias es casi literario, con un inicio glorioso, un clímax de poder y una decadencia trágica, acompañado siempre de grandes enseñanzas morales.

La política argentina de los últimos años tiene mucho de “Rise and Fall”. Acomodando los hechos, podemos, sin lugar a duda, observar que los políticos más exitosos de los últimos 100 años lograron ponernos en esa montaña rusa del optimismo y la desilusión.

Perón asciende al poder con fulgor estrepitoso; gloria y fervor social, plasmando hechos que quedarán en la memoria de hombres y mujeres que al día de hoy se autodenominan “peronistas”. Pero Perón no llegó a terminar su segundo mandato; se fue escapando en aéreo de una plaza que estaba siendo bombardeada.

Carlos Menem llega a gobernar Argentina en un contexto de hiperinflación y otros desórdenes. En poco tiempo logra acomodar la economía, generando un bienestar que muchos todavía recordamos. Nuestra moneda llegó a comprar, en cualquier parte del mundo, lo que compraba la moneda del indiscutido hegemón global de entonces. Pero, de nuevo, al poco tiempo Argentina volvía al fuego de la crisis.

Duhalde y Néstor y Cristina Kirchner llegan a arreglar el problema del 2001. En un muy breve período de tiempo, Argentina estabiliza su economía, obtiene superávit en la balanza comercial, pasa a adquirir las empresas que Menem había malvendido, generando en casi todos la idea de que nos estábamos poniendo de pie. La historia del declive es un poco menos estrepitosa que la de Menem y Perón, pero no deja de ser evidente: el problema de la inflación, la corrupción política degenerada y muchos otros problemas sociales.

Todo indica que con Milei se vienen al menos cinco años más de sabrosura. Pero, después de esto, ¿se viene otro declive?

5.1. ¿Corso e ricorso?

Ahora volvamos a Vico. El modelo del pensador napolitano es más esperanzador. Esta idea de que al final de un ciclo no se empieza de cero nos hace pensar que, cuando la piedra cae, Sísifo no vuelve al pie de la montaña a levantarla, sino que en el viaje tortuoso hizo algo de progreso.

Por ejemplo, después de la huida de Perón (1955), se sucedieron años trágicos para la Argentina que, tras idas y venidas, culminaron en una dictadura militar sangrienta, cuyo fin se encuentra en el inestabilizado gobierno de Alfonsín.

El final de Menem también fue trágico. Todos los que vivimos el 2001 tenemos memoria de la Capital Federal desierta, el desempleo, las manifestaciones sociales, etc. Pero acá no hubo dictadura militar. Desde un punto de vista institucional, lo peor fue el interrumpido gobierno de De la Rúa y la seguidilla de presidentes que duraban días.

El declive de los Kirchner ni siquiera terminó en catástrofe. Antes de que todo terminara, pasó un presidente de signo opositor (Mauricio Macri) que, a pesar del juego sucio peronista, logró terminar su mandato. Todos los que vivimos los últimos años de Alberto Fernández pensábamos que en cualquier momento el país se prendía fuego. Y no sucedió. Milei, un forajido de la política, sin estructura partidaria, le ganó a un Massa que, convertido en presidente de facto, imprimía y regalaba pesos a un ritmo capaz de preparar un cómodo fraude electoral. Y Massa no ganó.

Quiero decir: la democracia nacional, lo demostró la victoria de Milei, goza de muy buen estado de salud.

Aquí viene mi pregunta: ¿tantas caídas nos están poniendo de pie?

 

Bienvenidos a la Edición 12 

Esto es Fuga. 

 

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