por Fernando Etienot.

La mayoría de los argentinos estamos felices de que milei haya ganado el balotage y creo que la mayoría seguimos felices de haberlo votado. Su primera etapa de gobierno era necesaria para cambiar el desastroso sistema socioeconómico en el que nos encontrábamos porque era muy difícil terminar con  de la emisión monetaria y con el déficit fiscal.  Milei fue indispensable para esto y por eso está bajando la inflación. 

Pero las ideas y los dogmas aplicados con éxito a esta primera etapa tal vez no sean suficientes para la segunda. El siguiente gran paso debe ser crear las condiciones que impulsen de manera creíble y a largo plazo el crecimiento productivo principalmente industrial y de servicios. Este paso es igual de difícil y necesario que el primero, y requiere entre otras cosas:

Primero, en algún punto el superar y fiscal tiene que llegar a ser lo suficientemente apto para una reforma tributaria radical, no solo promoviendo una reducción total que sea eficaz a los efectos de promover la inversión industrial a largo plazo sino  simplificada y sin carácter distorsivo. 

Segundo, las cargas sociales, costos laborales y aportes sindicales necesitan una urgente disminución y reestructuración.

Tercero, se debe terminar con el sistema sindical extorsivo y asfixiante. No puede haber obligatoriedad de aportes; se debe flexibilizar el marco de la negociación colectiva de acuerdo a la realidad de cada sector y de cada región; y se debe terminar de una vez por todas con las medidas de fuerza extorsivas de los sindicatos.

Cuarto, se debe lograr una desburocratización y simplificación de todos los regímenes y trámites a los que se ve sometido el contribuyente o el inversor.

Quinto, adecuación de una infraestructura a los efectos productivos : energía, rutas, caminos, puertos, etc. Son indispensables en un país de las dimensiones argentinas.

Por último, también es indispensable que en argentina la seguridad jurídica deje de ser algo declamativo para convertirse en una realidad percibida por cualquier inversor a largo plazo con un objetivo de estado y no de gobierno. 

Solo con el logro de esta segunda etapa se podrá exigir al productor nacional que compita de manera más abierta con el resto del mundo porque la verdadera economía liberal se da con igualdad de condiciones para competir. Es contradictorio que un sistema de apertura liberal conviva con una presión impositiva propia de una economía estatista, a lo que se suma el hecho de que ese estado sigue sin proveer la infraestructura y los servicios que se necesitan para producir. 

Entendemos que el gobierno debe tener un plan para esta segunda etapa. Pero esto todavía no se ve con claridad. Tal vez es hora de mostrarlo. De otra manera muchos economistas se terminarán convirtiendo en lo que mucha gente piensa que son: “expertos en explicarte hoy por qué fracasó ayer lo que predijeron antes de ayer”