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Dos mundos, el que habita y el que se habita en la poesía de Juan Carlos Osman.

Publicado el

por Sergio Lizárraga.

En “Sírvase usted mi mundo” (Fondo Editorial Aconquija. Ente de Cultura de Tucumán, 2021) primer libro de Juan Carlos Osman, conocimos a una voz poética nueva, personal e intrigante. A decir de Unamuno, en los versos que integran la obra, la poesía no se hace sólo con el corazón –llamando corazón al sentimiento-; tampoco se piensa sólo con el cerebro. Piensa el sentimiento, siente el pensamiento. 

En cada poema encontramos las intranquilidades y sentimientos del autor, tan legítimos poéticamente como cualesquiera otros: amorosos, religiosos, estéticos. Su actitud ante la realidad del mundo en el que vive le lleva a convertir esas experiencias, y necesariamente esas, en materia poética. 

“Hundí mis sienes en las uñas sucias/ para acallar los sueños/ la mirada el futuro. /Erré caminos como pasos/ que desde la suela/ ven un despertar/ soleado y oscuro” …

El barrio se constituye en el lugar donde los versos se hilvanan, para tejer un territorio poblado no solamente por evocaciones y recuerdos personales, sino por un microcosmos de retratos, rostros diversos que le permiten a Osman convertir lo personal en universal.

“…Desvístase en hectáreas de llanto/ la primeriza y cantante artesanía de la chimenea” …

“Sírvase barrio de los olvidados locos, de los cantores/ de los inhaladores de charcos” …

“Inter criminis” (Llama blanca, 2022) constituye un paso más (esperable, pero sorprendente) en el camino de esta personalísima voz poética.

El autor va desplegándose simultáneamente en dos líneas: el desarrollo de una lírica donde el terrenal devenir intenta articular, por lo general dolorosamente, con lo trascendente, y la concreción de un poemario que da cuenta de un itinerario, “cuenta una historia”, de alguna manera. En “Inter criminis”, ese despliegue muestra el crecimiento del autor.

La tribulación parece ser la clave emocional/existencial del libro; una interrogación que, al decir de Simiz, anhela ser respondida o, al menos, escuchada, por un “otro” ubicado en una superior dimensión cósmica, es la encargada de escenificar el derrotero agónico del “yo poético”. Ciertamente, esto podría asimilarse a toda experiencia poética auténtica, pero sucede que Osman logra construir ese “yo” particular que se hace presente en cada página y nos acompaña como una luz que revela y duele a la vez.

Las cuatro secciones del libro, “María Magdalena en rebelión a sus refugios”, “Denario de trinidades de aulas postpandemia”, “De terruños purgatorios e infiernos” y “De poemarios y visiones”, van modulando, con sus sensibles diferencias, un transitar entre lo místico (en un claro diálogo con la poética teresiana) y lo social, que, en poesía, genera versos comprometidos, distanciados de la propuesta personal sentimental íntima o la lírica común. Osman recurre a un lenguaje que es a la vez íntimo, coloquial, directo, claro, espontáneo, de cómodo entendimiento para todo lector, ya que el contenido es el centro de la composición.

“no se animen/ las almas/ pobres hambrientas/ a clamar refugio/ en las clericales vísceras de los altares” …

Esta poesía con connotación social, no prescinde de la belleza, pero recurre a realidades duras que, en la voz del poeta, se convierte en pan, en agua y en consuelo.

“desigualo las márgenes/ niños en los basurales/para intuir los agobios/ los espantos del hambre” …

Este es el camino que elige Osman, un áspero confesionario de cosas perdidas o en caída, temores, inseguridades existenciales, decepción que acecha permanentemente, hambre y sed de justicia, el dolor de un pasado que sangra, y que el autor en su devenir de poemas intenta abrigar de esperanza a través de múltiples preguntas, a un ser superior, y a otro que construye como próximo. Otorga a su poesía un carácter social, le confiere la fuerza del compromiso con la verdad, una sensibilidad viva que late ante cualquier imagen, escenario o hecho de la dura realidad cotidiana, observada con gran minuciosidad, y que parece no dar respiro ni remanso. 

En su poesía, Juan Carlos Osman recorre dos mundos, el que lo habita y el que habita, y las miradas que nos comparte de ambos, nos recuerda que las palabras nunca nos alcanzan. Por eso la poesía es tan necesaria, dónde más podemos buscar esas palabras que nos faltan como el cazador su alimento, en un interminable bosque.

 

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