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Digitalización aduanera

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Por Gabriela Agustina Suárez.

Un nuevo capítulo para el comercio exterior argentino

En un contexto global en el que la velocidad y la trazabilidad se han convertido en las nuevas monedas de cambio, la reciente decisión de la Aduana argentina de implementar un registro digital obligatorio para la desconsolidación de carga marítima marca un paso significativo —y, en cierto punto, inevitable— hacia la modernización de los procesos de comercio exterior. Esta medida, anunciada oficialmente a mediados de agosto de 2025, no solo transforma la dinámica operativa de importadores, exportadores y despachantes, sino que también se inscribe en una tendencia global que busca reducir costos, minimizar errores y fortalecer el control sobre las operaciones logísticas.

Como estudiante de Comercio Exterior, este tipo de reformas me invita a reflexionar más allá del simple dato técnico. No se trata solo de digitalizar un formulario o sustituir una carpeta física por un archivo PDF: hablamos de un cambio de paradigma en la forma en que Argentina administra sus flujos de mercancías y se inserta en las cadenas logísticas internacionales.

La desconsolidación: un eslabón clave que se digitaliza

Para comprender la relevancia de esta medida, es necesario situar la “desconsolidación” en el engranaje de la logística internacional. Este proceso consiste en la apertura de un contenedor que transporta mercancías de distintos consignatarios, separando y asignando cada carga a su destinatario final. Hasta ahora, gran parte de esta gestión requería trámites presenciales, firmas en papel y coordinación directa con depósitos fiscales y operadores portuarios.

Con el nuevo sistema digital, estos pasos se centralizan en una plataforma en línea, permitiendo que los actores involucrados carguen la información en tiempo real y que la Aduana cuente con una visibilidad inmediata de la operación. Esto reduce el margen de error humano, acorta plazos y limita las posibilidades de maniobras ilícitas, como subdeclaraciones o modificaciones de última hora.

Desde una perspectiva técnica, la digitalización en esta etapa crítica implica que la trazabilidad de la carga será más sólida. La información quedará registrada desde el inicio del trámite, con sellos de tiempo que dificultan manipulaciones posteriores.

Impacto en el comercio exterior argentino

En el plano macroeconómico, la medida fortalece la competitividad del país. Un sistema aduanero más ágil y confiable es un incentivo directo para las empresas que evalúan operar desde puertos argentinos. En un mundo en el que la logística es determinante para la elección de proveedores y socios comerciales, los países que logran procesos más rápidos y transparentes tienden a captar mayores volúmenes de operaciones.

No obstante, la implementación de plataformas digitales requiere capacitación y adaptación. Mientras que grandes despachantes y multinacionales cuentan con la infraestructura necesaria, el desafío se presenta para pymes y operadores con menor grado de digitalización. La clave estará en que el Estado acompañe esta transición con soporte técnico, capacitaciones y una plataforma intuitiva.

La experiencia regional ofrece pistas: Chile y Uruguay avanzaron hace años con sistemas digitales integrados en gestión portuaria y aduanera, obteniendo mejoras notables en los tiempos de liberación de carga. Todo indica que, si la implementación es correcta, los beneficios superan ampliamente las dificultades iniciales.

Control, transparencia y lucha contra la evasión

Otro aspecto fundamental es el potencial de esta medida para combatir el fraude aduanero. La digitalización genera un registro inalterable que puede cruzarse con otras agencias gubernamentales, como ARCA, SENASA o Migraciones. Esto refuerza la capacidad estatal para detectar operaciones sospechosas, subfacturaciones y contrabando técnico.

En una economía como la argentina, históricamente afectada por la fuga de divisas y la informalidad en el comercio exterior, un control más preciso es clave. Cada contenedor que ingrese o salga del país con un registro digital verificable será un paso hacia una balanza comercial más transparente y confiable.

El horizonte: eficiencia, equidad y desarrollo

La noticia de la digitalización obligatoria para la desconsolidación marítima no es un cambio menor. Es parte de un movimiento más amplio en el que el comercio exterior argentino comienza a alinearse con estándares internacionales de eficiencia y control.

De cara al futuro, este avance podría ser la antesala de una ventanilla única digital plenamente operativa, donde todos los trámites aduaneros, sanitarios y de seguridad se concentren en una sola plataforma. Sin embargo, la modernización debe ser inclusiva: si la digitalización se convierte en una barrera para las pymes, estaríamos generando un efecto contrario al buscado, concentrando el comercio en pocas manos.

Aquí resulta iluminador el pensamiento del economista y filósofo Amartya Sen, quien sostiene que el verdadero desarrollo no se mide únicamente por el crecimiento del PBI o del comercio, sino por la expansión de las capacidades y oportunidades de las personas. Aplicado a la digitalización aduanera, este enfoque nos invita a ver más allá de la eficiencia: el valor real radica en que más actores —grandes y pequeños— puedan participar en igualdad de condiciones en el comercio global.

En definitiva, la digitalización aduanera no debería pensarse únicamente como un mecanismo para ganar velocidad y control, sino como una herramienta de desarrollo inclusivo. La pregunta central no es solo cuántos trámites se digitalizan o cuántos días se reducen en la liberación de la carga, sino quiénes acceden a esos beneficios y cómo estos cambios fortalecen el tejido productivo nacional.

Si la modernización tecnológica queda restringida a los grandes jugadores, el riesgo es reproducir desigualdades. Pero si se acompaña con políticas públicas que integren a pymes, cooperativas y productores regionales, la digitalización puede convertirse en un verdadero motor de democratización económica.

La Aduana digital, entonces, no es solo un paso hacia la eficiencia: es una oportunidad para redefinir el comercio exterior argentino bajo un paradigma más transparente, competitivo y, sobre todo, inclusivo.

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