Por Aníbal D’Auria.
A partir de los ’60 se produjeron renovaciones semánticas del término “izquierda”. En ello influían procesos políticos mundiales como el maoísmo, el Mayo francés, la revolución cubana y el nasserismo, como también la obra teórica de Gramsci, Sartre, Althusser y Fannon. En el “tercer mundo”, a la vez, se producía un sorprendente encuentro entre nacionalismo y socialismo, alentado por la Conferencia de Bandung (Indonesia) de 1955, que establecía una analogía geopolítica entre “naciones proletarias” y “clase proletaria”. De por sí, estos solos fenómenos ya propendían a sustituir la clásica visión de continuum “Izquierda… …Centro… …Derecha” por una simple dicotomía sustancial y cualitativa del tipo “Izquierda / Derecha”, según la cual toda forma de democracia liberal quedaba comprendida en la segunda categoría. Creo que más o menos podríamos graficarlo así:
HASTA UN POCO DESPUÉS DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX:
| Valores de Izquierda | Centro | Valores de Derecha |
| Progreso | Tradición | Jerarquía y autoridad |
| Igualdad y libertad | [Democracia liberal] | |
| Ateísmo y laicismo | Religión | |
| Internacionalismo | Nacionalismo |
DESDE POCO DESPUÉS DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX (“Nuevas Izquierdas”):
| Izquierda | Derecha |
| Anti-liberalismo (en sus tres sentidos) | Liberalismo (en sus tres sentidos) |
| Anti-imperialismo | Imperialismo |
Por empezar, la fusión de nacionalismo y socialismo ya implicaba un vaciamiento acentuado del socialismo (en general) y del marxismo (en particular) como corpus o sistema de ideas. Por otro lado, una serie de factores externos facilitarían también el denominado “diálogo” entre marxismo y catolicismo: las reformas impulsadas a partir del Concilio Vaticano II; las encíclicas de los papas Juan XXIII y Paulo VI; la Conferencia de obispos latinoamericanos de Medellín en 1968; la aparición de la llamada “teología de la liberación”. En fin, si la asimilación entre catolicismo y nacionalismo no era nueva, el llamado “encuentro” entre ellos y el marxismo hubiera sorprendido hasta el espanto al propio Marx. Ya desde finales de los ‘60, al menos en América Latina, “izquierda” podía referirse indistintamente a quienes eran radicalmente anticlericales como a quienes profesaban ciertas nuevas expresiones de catolicismo integrista; a quienes sostenían un internacionalismo principista como a quienes ostentaban un chauvinista nacionalismo popular; a quienes bregaban por la socialización de los medios de producción como a quienes promovían la defensa de una burguesía industrial nacional tutelada y privilegiada por el Estado, etcétera.
Esta “implosión semántica” del término no es otra que su vaciamiento de sentido en favor de su mera “retorización”. Otro síntoma de la confusión de ideas reinante en la política contemporánea.
