Por Belén Nahuz.
Como si no fuese cierta
la explosión de estrellas del norte
un colectivo de larga distancia
atraviesa veloz
los caminos
no nací acá pero les rezo
a luces del río
con la misma fe
con la que me aferro
al mar
después, estela del bosque
esto es todo
buenos días,
aquí mi sol del pecho
fundido en la fauna
aquí mi luz de menta
insistiendo en la carne
caminamos en la ruta
como si no fuese cierta
la noche cayendo en nuestras espaldas
pero vamos, seguimos
llenamos las cantimploras con bebidas
y comemos sanguches de queso
pensamos en las madres
en cómo nos amaban
desde acá
las fábricas caen desvanecidas
sobre los barcos pesqueros de la costa
caminata en la ruta a pesar
de la boca en el cuello
de alguien que amaste
¿a quien te recuerda?
la comida está servida
y la vida se ha empezado a fugar
vida, ábrete ante mí
no dejes que olvide
el cobijo de estas paredes
ni mis manos pintándolas
de un blanco tan limpio, deseando
que así fueran los días,
vida,
soy amiga de tu matemática
fascinante y dolorosa
cuento cada número
desde que he llegado, los ordeno en
mis descansos e insisto
en descifrar
lo que querés decirme en las mañanas
cuando un pájaro se posa en el postigo
y me recuerda a mi padre
un pájaro
con una corona roja
parecida a la de un gallo
vida,
he caminado hasta el centro
del campo oscuro para verte
había una ruta y una luz fluorescente
y mi mano
tomaba la de alguien
vida,
he mirado mis faltas, les he escrito
cartas largas
jamás tuve respuesta solo
imágenes
que han sostenido este cuerpo
hasta ahora y ahora veo
cómo tu fuerza se abre
y rezo como de chiquita
me enseñaron
porque amarte
es un terrible abismo, vida,
regálame un corazón
sensible y valiente, rojo
como la corona de los cardenales
volando en el patio
de una casa humilde
no me dejes: entrégame
tu muerte como se entrega
un regalo
esperaré con cautela
los años, seré fiel
a tu hambre,
al sonido del agua de un grifo
en la noche, al pedazo de sol
iluminando el departamento
a tu silencio, vida,
déjame ser tu espía
en el final de las cosas
