por José Mariano.
Por qué leer a Gaspar Risco Fernández hoy es un acto político. Filosofía, cultura y resistencia desde el interior del país.
Un libro escrito en los márgenes
El filósofo tucumano Gaspar Risco Fernández publicó Cultura y Región en 1991, pero su lectura hoy resulta más urgente que nostálgica. En tiempos de concentración simbólica, donde el poder se disputa no solo en los parlamentos sino en los relatos, Risco ofrece algo inusual: una filosofía escrita desde el margen, con vocación regional y mirada universal.
El libro no es una crónica ni un diagnóstico. Es un ensayo filosófico-cultural que interpela directamente el modelo centralista de construcción nacional. El NOA, para Risco, no es una parte del país: es un cuerpo simbólico, ético y político, amputado sistemáticamente por los dispositivos de poder que definen qué es cultura y qué no. Pensar la región, entonces, no es hacer costumbrismo. Es resistir la colonización simbólica.
¿Qué es cultura en un país fragmentado?
Una de las preguntas centrales de Cultura y Región es qué entendemos por cultura. Risco no cae en definiciones enciclopédicas. Su aproximación parte del conflicto. La cultura no es una colección de objetos, sino un campo de fuerzas. Es la trama donde se disputan sentidos, donde se sedimenta la historia, donde se actualiza la lucha por el reconocimiento.
Por eso, para Risco, pensar la cultura del NOA implica desenmascarar la operación que la ha reducido a folklore, exotismo o atraso. La región aparece en los medios cuando se trata de tradiciones pintorescas o conflictos sociales. Pero su palabra, su pensamiento, su ética, son sistemáticamente marginalizados. La cultura —en su acepción hegemónica— se define desde el centro, y lo regional es tolerado solo si no disputa sentido.
Tres matrices simbólicas: una identidad en tensión
El núcleo más potente del libro está en la idea de que la identidad cultural del NOA se configura por la coexistencia conflictiva de tres matrices simbólicas:
- El mito amerindio, con su cosmovisión territorial, su temporalidad circular, su comunalidad.
- La utopía hispánica, con sus valores trascendentes, su estructura jerárquica y su fuerte impronta religiosa.
- El logos técnico-científico, que ingresa con la modernidad occidental, portando un imaginario de progreso, eficiencia y racionalización.
Estas matrices no se ordenan cronológicamente ni de forma evolutiva. No hay un «pasaje» de una a otra, sino superposición, fricción, dislocación. La identidad regional, lejos de ser una esencia pura, es una tensión viva. Una pluralidad herida. Una resistencia inestable frente al intento de ser reducida a una sola narrativa.
El NOA como sujeto cultural
Una de las tesis más desafiantes de Risco es la necesidad de concebir al NOA no como una zona geográfica o una estructura económica periférica, sino como un sujeto cultural con vocación política. Esto implica asumir que hay formas de vida, de organización, de percepción, de creación de sentido que emergen de la historia regional y no se ajustan a los modelos del poder central.
Esta afirmación tiene consecuencias: si hay un sujeto cultural, hay una memoria colectiva, una ética, una estética, un modo propio de interpretar la realidad. Y si eso es así, entonces el pensamiento del NOA no es subsidiario del pensamiento nacional, sino que puede disputar centralidad simbólica. Lo regional no es lo local: es lo propiamente político.
¿Qué modelo de nación construimos?
La crítica de Risco es también una crítica a la idea de nación que se ha consolidado en Argentina desde el siglo XIX. Un modelo basado en la homogenización cultural, en la imitación de modelos europeos, y en la exclusión de lo diverso. Lo que se presenta como «nación» muchas veces es simplemente «Buenos Aires expandido». Y lo que se presenta como «atraso» en el interior, es muchas veces otro ritmo, otra racionalidad, otra idea de lo común.
Risco no propone una secesión cultural ni un repliegue esencialista. Lo que pide es otra lógica: una nación entendida como confederación simbólica de regiones, donde cada territorio pueda hablar desde sí mismo, sin pedir permiso al canon porteño.
Cultura y política: el rol de las élites
Un capítulo especialmente lúcido del libro aborda el rol de las élites regionales. Risco señala que muchas veces, las élites del NOA han operado como delegadas simbólicas del centralismo, reproduciendo los modelos culturales dominantes, despreciando el saber local y subordinando la creación a los imperativos del gusto metropolitano.
Para Risco, la verdadera emancipación cultural no vendrá de arriba, sino del diálogo entre los saberes populares y las tradiciones filosóficas regionales. Un pensamiento situado, pero no encerrado. Abierto al mundo, pero enraizado en su territorio.
Leer a Risco hoy
Treinta años después, Cultura y Región sigue siendo una obra incómoda. No se lee en las carreras de Filosofía, no se enseña en las universidades centrales, no figura en los programas de estudios culturales. Sin embargo, su lucidez está más viva que nunca. En un país atravesado por crisis políticas, económicas y simbólicas, pensar desde la región puede ser la única forma de evitar que todo se decida en oficinas lejanas y ajenas.
Leer a Risco hoy no es un homenaje: es una urgencia. Porque si la cultura sigue definida por quienes la venden, y no por quienes la habitan, el país se vuelve una ficción escrita desde el techo.