por Facundo Vergara.
El capitalismo, como sistema económico y cultural dominante en la modernidad y la posmodernidad, es objeto de elogios, críticas y revisiones desde diversas perspectivas. Para algunos, es sinónimo de progreso, libertad y superación personal. Para otros, es la causa de las desigualdades, la crisis climática y la precariedad. Así, las tensiones que se producen entre ambas posturas, nos invitan a reflexionar acerca del sistema económico en el que vivimos. ¿Realmente es el capitalismo la salvación, la solución a los problemas estructurales de las sociedades? ¿Es el capitalismo la causa real del descarte de miles de personas que quedan fuera del sistema, privados de oportunidades y derechos?
Trincheras opuestas
En el marco de estas tensiones, dos autores se ubican en trincheras opuestas: el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, en su libro Daños colaterales, y el historiador alemán, Rainer Zitelmann, en El capitalismo no es el problema, es la solución.
Para Bauman el capitalismo descarta. En Daños colaterales, cuestiona qué pasa con todas las personas que quedan afuera del sistema, aquellos que no tienen empleo, los que migran por hambre o guerra, los que viven en villas en situación de pobreza extrema. Para este autor, el capitalismo contemporáneo, especialmente el neoliberalismo globalizado, ha perdido toda capacidad integradora. Sostiene que ya no se necesita de masas de trabajadores sino que lo que el sistema demanda, es consumidores eficientes y adaptables; quienes no encajan en ello, son descartados.
Bauman propuso el concepto de “modernidad líquida”, donde nada es permanente: ni los trabajos, ni los vínculos, ni las certezas, lo que genera una enorme ansiedad social. En ese contexto, la gente se siente insegura, reemplazable y solitaria; y los gobiernos, lejos de proteger, actúan como gerentes de una lógica empresarial. Un ejemplo cercano es el caso de los ni-ni en América Latina (jóvenes que ni estudian ni trabajan). Para Bauman, son el resultado de un sistema que no sabe qué hacer con ellos. Al no ser productivos ni consumidores, no encajan, entonces el sistema los margina; es decir, no por decisión individual, sino como producto estructural.
Por su parte, Zitelmann expresa con todas las letras que “el capitalismo no es el problema, es la solución”, y en tal sentido aporta datos y ejemplos históricos para demostrar que donde hay más capitalismo, hay menos pobreza. Ejemplifica que China creció y sacó a millones de personas de la miseria cuando liberó su economía; que Corea del Sur pasó de ser un país agrario a una potencia tecnológica gracias al libre mercado; y que los países más capitalistas (como Suiza, EE. UU. o Alemania) tienen mejores estándares de vida que los más regulados por el Estado. Este autor no desconoce las desigualdades que produce el sistema pero sostiene que es preferible desigualdad con crecimiento que igualdad en la pobreza. Para Zitelmann las políticas redistributivas castigan el esfuerzo, desincentiva la inversión, frena el crecimiento y, a la larga, perjudica a los más pobres.
¿Dato mata relato?
En el mes de junio de 2022 Rainer Zitelmann visitó Argentina e incluyó a Tucumán para presentar su libro El capitalismo no es el problema, es la solución. En tal ocasión, tuve la oportunidad de entrevistarlo personalmente y hablamos brevemente respecto a los conceptos de “modernidad líquida” y de “daños colaterales” desarrollados por Bauman, para quien, como resultado de la política y la economía orientados al consumo, todo se transforma en el marco de desregulaciones, flexibilizaciones y liberación de los mercados, dando como resultado la aparición de los “daños colaterales” que se manifiestan en mayor desigualdad, pobreza y la marginalidad en las sociedades. En ese marco, Zitelmann fue tajante en su postura: no considera que el capitalismo sea la causa real de los daños colaterales descriptos por Bauman.
El autor alemán sostuvo: «Mi postura es la de un historiador, me enfoco en analizar hechos y no teorías, y en tal sentido, uno de los hechos que contradicen la teoría de Bauman es el índice de pobreza en la era del capitalismo. El capitalismo ha reducido la pobreza del 90 al 10% a nivel global en los últimos doscientos años, siendo los últimos 35 donde más se ha podido observar tal reducción. Otros datos que hablan por sí solos son los índices de desarrollo ambiental, entre ellos el que realiza la Universidad de Yale, y los números no mienten; estos nos dicen que los países menos libres económicamente son los que más contaminan. Por ejemplo, al comparar estadísticamente la Alemania oriental con la occidental, observamos que Alemania occidental, con mayor desarrollo económico, fue quien menos contaminaba; en contraste, Alemania oriental tenía un índice de contaminación ambiental tres veces mayor. Insisto, en historia no hay teorías, hay hechos”.
La razón depende del foco
La tensión entre Bauman y Zitelmann no es sólo teórica, es profundamente política. Podemos decir que ambos tienen puntos de vista válidos pero el problema está en que hablan de realidades distintas. Por su parte Zitelmann mira al capitalismo como una macroestructura que potencia el crecimiento del PBI, la innovación y el incremento del acceso a bienes y servicios. En tal sentido y en función de los indicadores estadísticos podemos sostener que tiene razón: el mundo hoy es en promedio, más rico que hace 50 años.
Bauman, en cambio, hace foco en el aspecto humano. Analiza la experiencia cotidiana de quienes no logran acoplarse al sistema y subsisten en la precariedad laboral, la angustia existencial, la soledad y la exclusión. Su análisis es también razonable. Si el capitalismo deja a millones de personas viviendo en condiciones miserables, hay algo que se debe revisar. Para Bauman el Estado debería proteger a los vulnerables constituyéndose en una especie de escudo social. Para Zitelmann el Estado es un estorbo que impide que el mercado haga su trabajo de derrame de riqueza.
¿Y entonces?
La pregunta es qué tipo de capitalismo queremos.
El capitalismo ha demostrado tener una enorme capacidad para generar riqueza e innovación, pero también ha generado desigualdades extremas, crisis ambientales y tensiones de poder. Hoy más que nunca, frente a desafíos como el cambio climático, la inteligencia artificial, la migración masiva y los conflictos bélicos que estamos siendo testigos, no es constructivo tomar una postura u otra. Necesitamos profundizar el diálogo y aceitar las articulaciones del qué hacer político.
Si bien es remarcable la labor del capitalismo para sacar personas de la pobreza extrema, entendida por analistas como vivir con menos de 1.90 USD al día, es interesante remarcar que gran parte de la población mundial vive en bajo ingreso, 70% de las personas viven entre 5 y 8 USD al día, que si bien no es considerado pobreza es una situación miserable, el capitalismo como sistema basado en las ganancias nos conduce lentamente a dejar de prestar atención al humano y sus necesidades materiales. Me quedo con Bauman en este debate
Estimado Facundo, gracias por traer el tema a discusión. 1ro que es casi tan antiguo como la humanidad. 2do que las posturas extremas solo pujan por ganarle a la opuesta y 3ro, que como casi en todo en la vida, la verdad está mas cerca del medio que de los extremos.