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Nepal y el estallido “Nepo Baby”

Publicado el

Por María José Mazzocato.

La anarquía es lo que los Estados hacen de ella.
Alexander Wendt.

En septiembre de 2025, Nepal estalló. La chispa no fue un conflicto partidario ni una crisis económica, sino la combinación explosiva de emociones colectivas, redes sociales y figuras mediáticas: la llamada Revolución “Nepo Baby”. Este episodio deja en evidencia una verdad cruda: el poder ya no reside solo en los gobiernos, sino en quienes logran movilizar la psiquis colectiva. Y en este terreno, el Estado nepalí, el 8 de septiembre, colapsó.

Hemos visto esta dinámica muchas veces a lo largo de la historia. Desde la Revolución Francesa, donde la inacción de un Estado sordo a las demandas populares provocó la ira masiva, hasta la Revolución China y otros levantamientos globales, la historia demuestra que cuando los gobiernos ignoran la voz de la sociedad, esta termina imponiendo su propia agenda. Nepal es el ejemplo más reciente: un Estado incapaz de comprender el poder emocional y digital que circula entre sus ciudadanos.

El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, en Psicopolítica, describe cómo el poder contemporáneo actúa sobre la psiquis, no sobre la fuerza bruta. Las redes sociales funcionan como máquinas de extracción emocional, donde los individuos se autoexplotan creyendo que son libres, mientras sus deseos, frustraciones y emociones son capturados y reconfigurados en poder político. En Nepal, la sociedad aprendió a usar estas herramientas mejor que su propio Estado, transformando la indignación dispersa en un movimiento cohesionado y viral.

La figura de la Revolución “Nepo Baby” funciona como un nodo psicopolítico, concentrando y amplificando el descontento colectivo. Cada publicación y cada reacción se convirtió en un acto político, demostrando que hoy el verdadero poder reside en quienes entienden cómo se construyen las emociones y las narrativas colectivas. Mientras el gobierno persistía con discursos oficiales y medidas superficiales, la sociedad digital se transformó en un actor político autónomo, más rápido y eficaz que cualquier institución tradicional.

El constructivismo en relaciones internacionales ayuda a entender esta dinámica. Teóricos como Alexander Wendt sostienen que las ideas, identidades y significados compartidos constituyen la realidad política. Las redes sociales en Nepal funcionaron como espacios de construcción de sentido, donde los ciudadanos produjeron narrativas que desplazaron al Estado, demostrando que el individuo es hoy el nuevo protagonista del poder político.

El fracaso del Estado nepalí evidencia algo fundamental: gobernar hoy requiere comprender la psicopolítica digital, dominar la tecnología y reconocer la relevancia de la neurociencia social. Los ciudadanos tecnológicos no solo esperan ser representados; exigen ser reconocidos en su subjetividad, en sus emociones y en su capacidad de generar cambios reales. Ignorar esto equivale a entregar el control del Estado a la sociedad.

La correlación con la noción de New Technology Power —nota anterior en FUGA, donde se presentó la tesis de considerar la dimensión tecnológica como un nuevo poder estatal— es evidente. Los Estados que no se adaptan a la lógica digital se vuelven vulnerables frente a movimientos sociales espontáneos. Nepal, incapaz de modernizar sus estructuras y su comprensión del poder, demostró que el monopolio clásico de la autoridad ha sido reemplazado por la capacidad de las redes de articular emociones y acciones en tiempo real. Demostró que un solo clic puede poner en jaque al Estado.

La sociedad emergió como el verdadero poder. Cada ciudadano, con sus publicaciones y reacciones, construyó un espacio de autoridad que superó al gobierno. El constructivismo confirma que estas acciones no son solo simbólicas, sino que se traducen en estructuras de poder reales, capaces de redefinir el orden político y social.

El estallido en Nepal envía un mensaje incómodo a cualquier gobierno que subestime la psicopolítica digital: gobernar hoy exige atender emociones, percepciones y significados colectivos. Como advierte Han, el poder seduce desde dentro, y cuando el Estado falla en captar la psiquis colectiva, la sociedad actúa y toma el control.

Nepal no colapsó por crisis económicas ni por conspiraciones externas, sino porque su Estado permaneció anclado en modelos obsoletos. Mientras los gobernantes debatían coaliciones y presupuestos, la sociedad operaba en otra dimensión: la digital. El resultado fue un estallido que demuestra que la autoridad real reside en quienes comprenden la psicopolítica digital.

La lección es dura: los Estados que ignoran al individuo como creador de sentido, y el poder de las emociones y la tecnología, quedan relegados en el escenario internacional. En Nepal, la sociedad tuvo razón desde el inicio. La psicopolítica contemporánea y el constructivismo se encuentran en un punto intermedio que demuestra que el poder ya no está solo en quienes controlan recursos, sino en quienes interpretan, canalizan y transforman emociones y significados colectivos.

En última instancia, el estallido “Nepo Baby” no es solo un fenómeno local; es un recordatorio global de que la sociedad marca la agenda. Los Estados que no se adaptan quedan atrás. Ignorar la psiquis digital colectiva no es solo un error: es la antesala del caos total.

 

8 COMENTARIOS

  1. Gran nota como en cada entrega, la sigo desde que incionen Fuga.

    Ya la veía antes en los programas de noticias.

    Siempre atenta a su análisis, y en el caso de esta revolución no fallo. Felicitarla.

  2. Muy buen artículo..claro y preciso como nos tiene acostumbrados la licenciada Majo Mazzocato.. felicitaciones y éxitos .continúe por este camino que es el correcto y de nuevo mil gracias por informar con tanta claridad

  3. Qué artículo Majo “Nepo Baby” como rótulo me pareció brillante para captar la tensión entre lo digital, lo emocional y lo político. Me gustó cómo mostrás que el poder ya no solo está en las instituciones, sino en quien logra movilizar narrativas y subjetividades, mientras el Estado se queda atrás frente a esas formas de presencia digital.
    Me queda la pregunta de cuáles son los límites de esta “psicopolítica digital”, porque la capacidad de movilizar emociones también puede servir para polarizar o difundir desinformación.
    Gracias por poner en palabras un fenómeno tan vigente: da para pensar el poder contemporáneo en su costado simbólico y también en su impacto real.

  4. Me encanto! Sobre todo el término Nepo Baby pero conceptualizado desde el ámbito político. Normalmente es utilizado para referirse en los actores como a «los hijos acomodados» que no requirieron esfuerzo para entrar a la industria porque son los famosos «hijos de…»

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