Por Milagros Santillán.
El erotismo es una metáfora de la sexualidad.
Octavio Paz.
Cuando hablamos de afrodisíacos, solemos pensar en ostras, chocolate o un buen vino. Pero conviene aclararlo: afrodisíaco es todo lo que despierta el deseo, y su nombre viene de Afrodita, diosa griega del amor y la sensualidad.
Algunas sustancias tienen efecto fisiológico real —mejorar la circulación, estimular el sistema nervioso, relajar tensiones—, pero lo más potente suele ser lo simbólico. Lo que excita no es solo lo que comemos o bebemos, sino la expectativa, el ritual y el modo en que lo compartimos. Por eso, más que pociones mágicas, los afrodisíacos son invitaciones a jugar con los sentidos.
Y ahí entra todo: sabores intensos, texturas que sorprenden, aromas que activan recuerdos, miradas que invitan. Incluso el sonido. Una playlist puede ser tan afrodisíaca como una copa de vino. La música regula la respiración, activa dopamina y abre la imaginación. El blues, por ejemplo, con su ritmo lento y sensual, puede acompañar una escena íntima como si fuera un tercer cuerpo en la cama.
Y como toda exploración erótica se disfruta más jugando, acá van algunas consignas afrodisíacas para probar:
- Ejercicio sensorial: prepará un plato con texturas distintas (suave, crocante, líquida), probalo lentamente, con las manos, en silencio. Sentí qué despierta en tu cuerpo.
- Ejercicio erótico con palabras: escribí una mini fantasía que arranque con una fruta, un trago o un aroma. Dejá que lo cotidiano se vuelva erótico en tu imaginación.
- Ejercicio de pausa: si estás con alguien, detené el encuentro un minuto y sincronizá la respiración. El silencio y la espera pueden excitar más que la acción.
- Ejercicio sonoro: poné tu playlist Horny Boni y dejá que una canción guíe el ritmo del encuentro, ya sea en soledad o compartido. Spotify
- Ejercicio poético: leé o escribí un poema erótico. La palabra también enciende. Te comparto un pedacito íntimo: semilla y fruta del deseo multisensorial.
Parece suerte
que cuando mi labial es rojo
tu mirada grite fuerte
que me siente de frente.
Arriba tuyo.
Y que nada me frene.
Es un delirio
que me ofrezcas golosinas
cuando mi boca está vacía
y yo tan ocurrente.
Tacto. Tacto. Tacto.
¿Cuántos pasos
tengo que dar
en línea con mis tacos?
Pacto. Pacto. Pacto.
No te vayas a enojar
por haberme
incitado a tanto.
Se hace larga la espera
para que tu corbata
me roce la boca entera.
Intenté distraerme y ser ajena
a un deseo infernal
que me calcina las venas.
Porque al final, los afrodisíacos no se encuentran en una receta exacta: se descubren en cada experiencia. Lo afrodisíaco es la puerta que se abre cuando nos dejamos habitar por los sentidos.
Y ahora te invito a que me cuentes: ¿qué fue lo más afrodisíaco que descubriste en tu vida? ¿Un sabor, un olor, un sonido, un poema… o algo inesperado?