por Catalina Cervantes.
En un giro geopolítico de alto impacto, el gobierno del presidente Javier Milei ha profundizado en las últimas semanas su alineamiento estratégico con el Estado de Israel. Si bien esta alianza se presenta como una señal de cooperación en defensa, innovación y seguridad, diversos analistas internacionales y locales advierten sobre un posible efecto colateral preocupante: la exposición de Argentina como objetivo potencial de grupos extremistas.
Una relación que despierta alertas
Desde su asunción, Milei ha manifestado abiertamente su afinidad con Israel, culminando recientemente en una serie de acuerdos bilaterales que incluyen cooperación en inteligencia, ciberdefensa y compras militares. La bandera israelí flameando en actos oficiales y las continuas referencias ideológicas han consolidado un vínculo que muchos califican de histórico.
Sin embargo, este acercamiento no se da en un vacío geopolítico. En un contexto internacional donde la guerra entre Israel y Hamas sigue escalando, y en el que actores no estatales vinculados al extremismo islamista han intensificado sus operaciones en distintas partes del mundo, las decisiones del gobierno argentino no pasan desapercibidas.
El riesgo de ser blanco
Expertos en seguridad internacional sostienen que este tipo de posicionamientos, cuando no son acompañados por un robusto aparato de inteligencia interna y cooperación regional, pueden dejar flancos abiertos.
“Argentina ya fue blanco de atentados en los 90 por su relación con Israel y Estados Unidos. Hoy, la situación es aún más delicada por la visibilidad que le está dando Milei a esta alianza”.
A nivel regional, otros países mantienen posturas más cautas en relación con Medio Oriente, priorizando una política exterior más equidistante. Argentina, al volcarse casi sin matices hacia una de las partes más polémicas del conflicto internacional actual, podría estar activando viejos fantasmas.
¿Estamos preparados?
El interrogante que subyace a esta discusión es profundo y preocupante: ¿tiene Argentina hoy la capacidad logística, humana y tecnológica para anticipar y neutralizar una amenaza terrorista de gran escala?
La desfinanciación de áreas clave, como la inteligencia estatal y la seguridad fronteriza, sumada a la falta de articulación entre fuerzas provinciales y nacionales, parece dibujar un panorama inquietante.
La historia ya nos enseñó con dolor lo que puede suceder cuando el país se convierte en escenario de conflictos externos. Las heridas del atentado a la AMIA y la Embajada de Israel siguen abiertas, sin justicia plena y con muchas preguntas sin responder.
El desafío de una diplomacia responsable
No se trata de rechazar alianzas estratégicas ni de ceder ante amenazas, pero sí de ejercer una diplomacia responsable, inteligente y equilibrada, que mida consecuencias y priorice la seguridad de los ciudadanos argentinospor sobre cualquier ideología o simpatía personal.
La paz y la soberanía se construyen también desde la prudencia.
