por Javier Habib.
En esta entrevista, el padre Luis Zazano reflexiona sobre el lugar del Papa en la Iglesia católica, su evolución histórica, sus potestades espirituales y los principales hitos del pontificado de Francisco. También ilumina aspectos de lo que sería un próximo papado conservador o uno progresista.
¿Cuál es la significancia del papado en la Iglesia Católica?
El Papa es el jefe supremo de la Iglesia. Esto tiene una gran significancia. No todas las religiones tienen un referente tan directo.
Recordemos que en el siglo XI y en el X comienza la controversia entre el Imperio Romano de Oriente y el de Occidente. Al caer el Imperio, el emperador deja de tener la autoridad máxima, y quien la asume es el Papa. Deja de llamarse obispo de Roma y se lo empieza a llamar “Papa”. Es una palabra abreviada, que significa “el padre de los padres”. En este siglo X-XI se une lo religioso con lo político. Por ello, el Papa utilizaba una tiara: una triple corona que simboliza el poder terrenal, celestial y gubernamental.
Hasta la Revolución Francesa, el Papa confirmaba quién era rey y quién no, y se le pagaban impuestos. Napoleón Bonaparte diferencia el gobierno laico del gobierno religioso. De ahí la famosa pintura en la que Napoleón se pone su propia corona. Esto tuvo sus derivaciones en Argentina, ya que muchos de nuestros próceres admiraban la cultura francesa.
Lo interesante de esto es que, a partir de estas transformaciones, el papado comenzó a vincularse con lo social.
¿Cuál sería la extensión del poder del Papa en el ámbito espiritual?
La palabra del Papa goza de ciertas potestades. Una es el elemento que se llama “infalibilidad”: no se equivoca en cuestiones de moral ni de fe.
Si el Papa dice “Jesús murió un sábado santo tomando mate”, tenemos que creerlo.
Si dice “Messi es mejor que Maradona”, eso no goza de infalibilidad. Todo lo que sea ajeno a fe y moral (como la política, por ejemplo) es opinable. No es infalible.
¿Quiere esto decir que el Papa podría autorizar el matrimonio entre personas del mismo sexo?
Exactamente. Pero cuando el Papa efectúa definiciones extraordinarias de tal envergadura, invita a un concilio. Llama a todos los obispos del mundo porque va a hacer una reforma.
Cuando el Papa llama a un concilio, es porque se viene un cambio grosso.
El último concilio fue en el año 1965 y terminó en 1969. Uno de los grandes cambios fue que hoy yo no use hábito, ni celebre misa en latín de espaldas al pueblo. Cambió mucho la liturgia. Pudimos, por ejemplo, tener misa con guitarra. Antes solo era en órgano. La Iglesia comienza a cambiar.
Si el Papa quisiera eliminar el celibato para los curas, llamaría a un concilio.
Y en tema de fe ¿podría decir, por ejemplo, que no existe el infierno?
Sí. Y ahí entra el tercer elemento, que se denomina “dogma”. El Papa confirma lo que el pueblo ya cree.
El último dogma establecido por un Papa fue en el año 1958. El Papa Pío XII dijo que la Virgen María está en cuerpo y alma en los cielos. ¿Cómo se define? El Papa manda un comunicado a los cardenales, pidiendo que pregunten si el pueblo de Dios cree que la Virgen está en cuerpo y alma en el cielo. Entonces, los cardenales preguntan a los obispos, los sacerdotes preguntan en la misa del domingo, y luego se hace una síntesis.
Eso es muy democrático…
Exactamente. Luego de esta síntesis provincial, nacional y regional, se eleva todo al Papa. Si el Papa ve que el 100 % de los fieles tienen esa creencia, se declara el dogma.
Lo novedoso desde Pablo VI—y que retoman Benedicto y Francisco—es que puede existir una yuxtaposición. Es decir, no debe haber discordia. Si un 90 % cree una cosa y el 10 % otra, se busca entender la disonancia como una superposición de opiniones, no como una contradicción.
Francisco va a hablar de “sinodalidad”. Su famosa frase es: “Caminemos juntos.” Antes de tomar una decisión, convoca a todos los expertos en el tema y, de ahí, juntos emiten un comunicado. Ya no es necesario que todos sean curas. Por ejemplo, se llama a un especialista. Lo que nosotros decimos, él lo avala como Papa y lo afirma.
¿Hay escuelas de papás, en el sentido de tradiciones de pensamiento a las que los Papas electos se alineen?
Propiamente no.
Ahora bien, lo que sí sucede es que ciertos Papas se identifican con otros.
Por ejemplo, Francisco se identifica con el estilo de Juan XXIII, que fue el primer Papa que “pateó el tablero” dentro de la Iglesia. Él llamó a un concilio. Esto fue en 1972. El último concilio había sido en 1472.
¡Es un montón eso!
¡Imaginate vos!
Llamó a todos los obispos del mundo a que vengan. Le preguntaron: “¿De qué vamos a hablar? ¿Del celibato, de la fe, de Jesucristo, de la Virgen?” Y Juan XXIII dijo: “De todo.” —¿Cómo que de todo? —“De todo.” —¿Y, por ejemplo, si las mujeres pueden ser curas? —“De todo.” Ese replanteo de la Iglesia fue hermoso. Su lema fue: “Iglesia, ¿qué dices de ti misma?” Hay que abrir las ventanas para que entre aire fresco a la Iglesia.
Ahora bien, comenzada la segunda sesión, se murió el Papa.
¿What!?
Al morirse este Papa, todos estaban ahí… ¿Y ahora qué hacemos? Ahí vino Pablo VI, que decidió continuar el Concilio.
Entonces se produjo un cisma: Iglesia de conservadores e Iglesia de progresistas. Surgieron los lefebvristas, que consideraban que esa Iglesia progresista no los representaba. Para ellos, el último Papa legítimo fue Pío XII. Para ellos Juan XXIII no fue Papa.
Hasta el día de hoy siguen celebrando misas “a la vieja usanza”.
¿Está regulada en el Derecho Canónico la posibilidad del cisma?
El Código de Derecho Canónico lo condena. Está prohibido.
Sin embargo, la Iglesia busca reinsertarlos porque son religiosos católicos. En Tucumán mismo están, en la capilla que se ubica en el Campus de la Universidad San Pablo T, en San Pablo.
Si entiendo correctamente, ¿la postura de Francisco (sinodal) sería acogerlos?
Sí, pero no se llevaron bien con Francisco.
Con Benedicto XVI se acercaron bastante, e incluso se autorizó celebrar misas en latín y de espaldas al pueblo para atraerlos. Pero con Francisco, luego, volvieron a separarse.
Entrando ya en Francisco, ¿cuáles son los logros más importantes de su papado?
Para mí, hay cinco logros:
Primero, en Laudato Si’, Francisco habla del cambio climático, del medioambiente, de las guerras mundiales. Esto fue en 2018. Después de ello vino el coronavirus. Francisco habló también del aspecto ético de los chips. En China comenzaron a insertar chips de control a los trabajadores. Hay cambios —dijo Francisco— que deben ser limitados desde el punto de vista ético.
Segundo, Francisco también llevo acabo cambios políticos ad intra de la Iglesia. En 2016, permite que los ministros del Estado Vaticano no sean necesariamente curas o monjas. Pueden ser profesionales laicos.
Tercero, y relacionado a lo segundo, la tercera persona más importante del Vaticano hoy es una mujer. El vicepresidente era el cardenal Parolin. Y la “tercera”—el alcalde o intendente de la Ciudad del Vaticano—es una mujer.
Cuarto, un punto relacionado a la formación del sacerdocio. No debemos ser personas que asumen el estructuralismo. El estructuralismo asfixia. La estructura sostiene. Aprobó que la formación de los futuros sacerdotes no sea solo académica sino también pastoral. Quienes estudian para la diplomacia vaticana debían tener dos títulos universitarios y cinco idiomas. Hoy, además, deben misionar en países en situación crítica. Por ejemplo, tenemos en Jujuy misioneros italianos y franceses que siguen en carrera diplomática y se los hace probar el mundo cotidiano.
Por último, Francisco predicó humanidad. Recordemos que con Juan XXIII, por primera vez, se vio un Papa caminando. Visitó una cárcel italiana. Francisco continuó ese estilo humano. Por ejemplo, se quitó el título de “Sumo Pontífice”. Solo quiere ser llamado “Francisco”.
Padre, última pregunta, pensando en posibles sucesores, ¿podría darnos una visión caritativa de lo que sería positivo de tener un próximo Papa conservador y de lo que sería bueno de tener uno más abierto o progresista?
Bueno, dice Santo Tomás que la virtud está en el punto medio. Porque los extremos son malos. Siempre hay que buscar el equilibrio. Y no solo en lo eclesial, sino también en lo social. Todo extremo puede generar fanatismo o fundamentalismo. Ya no se piensan ideas, se mantienen ideologías. Y eso complica mucho.
Sería deseable evitar los extremos en la Iglesia. Los curas también podemos caer en un fundamentalismo. Eso nos lleva a perder el diálogo con el que piensa distinto. Y se lo ve como enemigo. Y eso es un error.
Ahora bien, contestando tu pregunta, lo bueno de ser progresista es nuestra sociedad no atraviesa un cambio de época, sino que vive en una época de muchos cambios. La sociedad está cambiando mucho. Gestarse en un progreso es acompañar ese ritmo. No al mismo ritmo, claro. Los cambios corren, la Iglesia camina.
Por otro lado, ser conservador es conservar ciertas ideas, rituales y estructuras, lo que da mucho alivio al clero y a los fieles. Pero repito: no es lo mismo estructura que estructuralismo.
Respecto a la coyuntura actual, hay que tener en cuenta que de los más de 232 cardenales que hay en el mundo, 138 fueron elegidos por Francisco. Y solo los menores de 80 años pueden votar. Hay una amplia visión franciscana en la Iglesia. Desde mañana (por el jueves pasado) comienzan a reunirse los cardenales: comienza el pre-cónclave. Allí los cardenales comienzan a conocerse, a hablar, a compartir visiones.
Recordemos que en 2013, cuando fue elegido Francisco, el pre-cónclave fue clave, porque allí fue cuando Francisco llamó la atención con un discurso.
Estos días serán muy importantes.