La llegada de Javier Milei a la presidencia de Argentina marca el inicio de una nueva etapa económica que impactará profundamente en el sector inmobiliario. Para los agentes del rubro, este cambio no solo plantea desafíos, sino también oportunidades únicas para replantear estrategias y proyectar el futuro de la actividad. ¿Qué significa esto para el mercado de propiedades? Todo indica que los métodos tradicionales quedarán obsoletos y que se abre una ventana histórica para inversores y compradores.
El panorama actual sugiere que este es el mejor momento en los últimos 25 años para adquirir una propiedad. Así lo sostiene un análisis basado en varios factores clave. En primer lugar, la expectativa de crecimiento económico bajo la gestión de Milei, reflejada en un posible aumento del PBI, promete revitalizar el mercado. Históricamente, en Argentina, el valor de los inmuebles ha mostrado una relación directamente proporcional con el salario promedio: si los ingresos suben, el precio por metro cuadrado también lo hace. Este patrón, respaldado por datos como el índice histórico del valor del m2, sugiere que comprar hoy podría traducirse en una ganancia significativa a mediano plazo.
Otro punto a favor es la fuerte caída del valor de las propiedades en los últimos 15 años. Quienes inviertan ahora lo harán a precios históricamente bajos, con la perspectiva de una revalorización en el futuro cercano. A esto se suma un cambio estructural en el sistema financiero: tras años de políticas populistas que desviaron a los bancos hacia el financiamiento del sector público, la nueva orientación económica busca devolverles su rol original de apoyo al sector privado. Este giro podría reactivar los créditos hipotecarios, una herramienta clave que la sociedad argentina ha extrañado durante décadas y que dinamizaría aún más el mercado inmobiliario.
Factores a considerar y posibles riesgos
El éxito de este escenario, sin embargo, no está exento de condiciones. Los economistas coinciden en que la efectividad de un plan económico depende en gran medida de la confianza que genere. Si el gobierno de Milei logra ordenar la macroeconomía —estabilizando variables como la inflación y el tipo de cambio—, la credibilidad crecerá y el sector inmobiliario se verá beneficiado. En este contexto, emerge otra tendencia: ahorrar en dólares, una práctica arraigada en la cultura argentina, podría volverse menos atractiva frente a la inversión en ladrillos, que se perfila como una opción más rentable y segura.
Sin embargo, también existen desafíos y riesgos a considerar:
Ejecución del plan económico: El crecimiento del sector inmobiliario dependerá de la capacidad del gobierno para estabilizar la economía. Sin control de la inflación y del dólar, la incertidumbre podría frenar la recuperación del mercado.
Accesibilidad al crédito: Aunque se espera un cambio en la política financiera, el retorno del crédito hipotecario no es inmediato y dependerá de factores como tasas de interés y liquidez en el sistema bancario.
Poder adquisitivo de los compradores: Si bien se proyecta un aumento del salario real en el mediano plazo, aún no es una garantía. La revalorización del mercado inmobiliario podría verse afectada si los ingresos de la población no crecen lo suficiente.
Cambios en la regulación: Las políticas de desregulación y apertura económica podrían generar nuevas oportunidades, pero también incertidumbre en ciertos segmentos del mercado.
En definitiva, el mercado inmobiliario enfrenta una transformación radical. Para los agentes, adaptarse a esta nueva realidad será esencial; para los compradores, el momento de actuar parece ser ahora, pero con un análisis cuidadoso de las condiciones macroeconómicas. Con un panorama económico en plena reconfiguración, las decisiones de hoy podrían definir el éxito de mañana.
por José Nicolas Gomez
Corredor inmobiliario MP 258