por JUAN DE LA CRUZ GÓMEZ ROMERO.
La novela Los Siete Locos y su continuación los Lanzallamas es considerada la obra cumbre del escritor, periodista e inventor Roberto Arlt. Admito haberla leído tarde, en la madurez que traen los años y con la paciencia que se merecen los clásicos. No me arrepiento en absoluto, tamaña obra merece ser leída con detenimiento y dedicación, algo que la adolescencia me hubiere negado.
Al leerla, la admiración fue inmediata. El libro (los tomo como uno sólo) es un golpe a golpe, por momentos asfixiante, muchas veces dejando rendido a su lector. La obra nos transporta a lo más sórdido de la persona humana, de la sociedad y de la locura.
Leer un buen libro genera la curiosidad de investigar sobre su autor, a saber, un poco más sobre las cosas que lo apasionaban y de algún rasgo de su vida llevado ficcionalmente hacia la hoja. Pero el libro es mucho más que una solapada existencia humana, es una descripción social de la Argentina de finales de los años 20, es un canto desesperado, una agonía sin fin.
Dicen que un libro lleva a otro, y leer a Los Siete Locos me llevó hacia El Extranjero de Albert Camus. Leer El Extranjero puede ser un viaje algo más plácido que los Siete Locos. Su filosofía del absurdo se expresa con total claridad a lo largo del libro. Los grandes filósofos son grandes novelistas, dijo Camus, y su libro mezcla la ficción de una novela con la Filosofía del Absurdo.
El existencialismo fue la corriente filosófica o de pensamiento que más influyó a Roberto Arlt. Esto es así ya que los filósofos existencialistas se centraron en el análisis de la condición de la existencia humana, la libertad y la responsabilidad individual, las emociones, y el significado de la vida, cuestiones que constantemente persiguen a los personajes arltianos. Sartre postula que la existencia precede a la esencia. Así, no hay una naturaleza humana que determine a los individuos, sino que son sus actos los que definen quiénes son, así como el significado de sus vidas.
Para el existencialismo, el ser humano es libre, y por lo tanto, responsable de sus actos. Esto lleva a la creación de una ética de la responsabilidad individual, ajena a cualquier sistema de creencias externos a él. Se busca superar a la moralina y al prejuicio. La angustia que conlleva la reflexión sobre la existencia misma, el desasosiego, el tedio y la desesperación están presentes en los personajes de Los Siete Locos. Esta angustia no sólo está dada por el ejercicio del pensamiento existencialista, está sesgada además por una cuestión de clases, en donde se nos presenta una comunidad de humillados, una comunidad de abyectos, son estos singulares sujetos vinculados siempre a la marginalidad. Personajes que están en constante movimiento, siempre desde los márgenes de la ciudad. Una de las características más reconocibles de la literatura arltiana: el delito. Las riquezas, resultados de formas ilícitas de obtención de dinero, son disfrutadas sólo cuando no están vinculadas a un trabajo oficial. El dinero producto de un trabajo sólo trae desdichas. Es, para Arlt, equivalente a la esclavitud. Erdosain se debatirá entre una postura derrotista y fugaces momentos de euforia.
Dice Albert Camus: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”. El protagonista de los siete locos está, desde un primer momento, condenado al suicidio. La vida desdichada de Erdosain, desemboca en la cédula terrorista ideada por el Astrólogo (uno de los personajes más fascinantes de la literatura argentina), que junto con una serie de marginales más, planean un plan macabro para destruir la sociedad. Remo Erdosain, no tiene escapatoria, su máximo anhelo es matar y que de luego de una persecución, lo atrapen, para poner en movimiento el aparato judicial.
Trazando un paralelismo con la novela de Camus, en ella, el protagonista, es sometido a un proceso judicial absurdo. En él se ponen al descubierto todas las falencias del sistema judicial, lo moral y lo ético. Pareciera que a Meursault se lo juzga por tomar un café con leche en el funeral de su madre y no por el homicidio de un hombre. Los argumentos en contra del acusado son absurdos: que fue al cine con su novia el día del funeral… que no mostró ningún signo de angustia… de ser un hombre frío y calculador. Meursault contesta con indiferencia y escepticismo. Como lectores nos vemos obligados a tomar una posición incómoda, ¿Cómo es que Albert Camus logra trasladarnos toda la angustia del personaje? Pareciera que el proceso no tiene fin y que viene lo peor, finalmente sucede lo peor y la novela nos deja un gusto amargo insoslayable.
Durante casi toda la lectura de los siete locos, Remo Erdosain se muestra como un desdichado, humillado desde su niñez, por sus padres, su esposa, su primo, por sus jefes, en definitiva, por la vida. Tampoco genera algo para cambiar su suerte, todo lo contrario. Comete un robo para sentirse alguien. Luego del delito, siente nuevas fuerzas, empieza con un invento que casi termina, insulta a propios y extraños, su esposa se va con otro, el único camino ya se encuentra marcado. Pareciera que el plan ideado por el Astrólogo le diera alguna esperanza para sentirse vivo, pero toda cambia y fracasa de nuevo. Al último, mata a una adolescente y se suicida en la marcha de un tren.
Hay similitudes entre los personajes de las obras literarias y su autor. Erdosain es un inventor fracasado, trabaja en un diario y luego es despedido por robarle a sus dueños. Es conocido que Roberto Arlt hasta el último de sus días intentó realizar el invento que lo sacara de la pobreza, y que nunca pudo realizar. Su temprana muerte a los 42 años, marca una carrera sin freno a la culminación de una obra maravillosa, sólo con el fin de nuestra existencia se puede terminar de configurar la esencia del hombre. Roberto Arlt, situado económicamente en la pobreza y literariamente en los márgenes, construyó su fama a través de sus famosos cross a la mandíbula, metáfora con la que intenta callar a sus feroces críticos. Dijo que era escritor el que tiene algo para decir, para contar y hacerlo desenfrenadamente: Arlt lo tuvo en su momento. Logró plasmar el espíritu de su época, desde donde estaban los suyos, los humillados, marginados y despiadados. Haciéndolo desde su gran influencia, el existencialismo.
La monotonía de la vida de Erdosain sufre un corte cuando es acusado de un robo por sus jefes. Al principio pareciera negarlo y luego incluso a sentirse culpable, pero no hay muchas razones acerca del robo que ejecuta. El dinero lo malgasta y la culpa empieza a transformarse en una angustia, que ya nada tiene que ver con el robo realizado. El protagonista de la novela deambula por Buenos Aires, no quiere volver a su casa, no quiere enfrentar más la vida y se siente frustrado con todo a su alrededor.
Ese trance opaco que vive Erdosain, lo lleva a la muerte, es un espiral de donde no puede salir. La negatoria de Dios, vivir sin un motivo aparente más que el plan que pergeña el Astrólogo, que de primer momento vemos que no va a llegar a su fin. La novela marcha constantemente hacia algo que es anunciado, pero no sucede. Esa tensión provoca diversas reacciones en el lector, sentir que los personajes no van hacia ningún lado, que la vida no tiene sentido y todo lo demás, resta por absurdo.
En la misma especie, el personaje de El Extranjero vive en su mundo, lleno de indiferencia y frialdad. Pero la novela nos lleva a cuestionar distintos actores de una sociedad. El proceso judicial peca de absurdo. Se juzga a un hombre por motivos increíbles: jueces, abogados, fiscales, testigos puestos en una gran maquinaria, “justificados” por una sed que a esa altura pareciera solamente de venganza. Es innegable el paralelismo entre las dos novelas que inspiran este trabajo. Como abogado litigante, el análisis del juicio que vive el autor del Extranjero no deja de cuestionarme distintos arquetipos que se dan en la justicia local, digo, desde el olvido de la víctima por parte del sistema judicial, pasando por procesos irrisorios hasta llegar a condenas arbitrarias. Se me viene a la mente un ejemplo por demás común y actual. ¿Cómo se le dice a la víctima de un delito que su juicio tuvo que esperar más de diez años para llegar a juicio oral y posterior sentencia? Nos resulta increíble, pero esas cosas suceden todos los días en los tribunales locales y nacionales, sin embargo, es el sistema al que todos nos atenemos y el cual todos mantenemos. Deficiente, hostil e incapaz sigue siendo nuestro sistema judicial y por el cual algún día podemos ser juzgados. Las personas cuando hablan del sistema judicial nunca se imaginan pasando por él, que algún día podría ser juzgado por el mismo sistema que detesta. Sonreímos ante una novela en donde se expone hasta el ridículo el proceso judicial pero no nos imaginamos dentro de ese sistema, nos cuesta individualizarnos como sus destinatarios (tanto victima como culpable).
En los siete locos, Remo Erdosain va en búsqueda de ese sistema, que la maquinaria se ponga a girar, quiere ser perseguido, atrapado, igualado al resto de la sociedad. Porque él se siente un excluido, está en los márgenes de la sociedad. Una forma de ser parte del sistema que lo excluye.
La angustia es evidente, cada página de los siente locos es un martillazo a la esperanza de ver a Erdosain “curado”. Nada más lejos, Arlt nos lleva derecho a la locura. Los personajes de Roberto Arlt se presentan como una comunidad de abyectos, de humillados, constituidos bajo un determinismo estático y absoluto, estos sujetos se viven a sí mismos y son vividos como la encarnación del mal dentro del conjunto social y aparecen como una suerte de reverso de aquello que los define, un negro al lado del blanco.
Erdosain, el protagonista, expresa claramente a lo largo del libro esa inmovilidad de los personajes artlianos, que actúan según la naturaleza que se les ha conferido. En este marco, puede verse cómo cada acción y acontecimiento solo confirman lo estático de ese universo: Erdosain es un ladrón y goza al afirmarse como “lacayo”; además, suele buscar sumergirse en prostíbulos, buscando intencionalmente los más inmundos. Su esposa lo deja por otro hombre y siente esto como un hecho “natural” teniendo en cuenta su esencia. En su caso, entonces, la humillación proviene también de su condición de clase: “…Erdosain, aplastado por sus jefes y sus gerentes, es un humillado, también él, por su condición social.”
En este sentido, es necesario detenerse en uno de los ejes centrales de la obra: el crimen. Erdosain planea matar a Barsut y no es casual que uno de los apartados del libro este titulado como “’Ser’ a través de un crimen”. Erdosain busca afirmar de alguna manera su existencia, que dice vivir como una existencia muerta, y automáticamente se le viene a la cabeza la idea del asesinato. Este acto, parece, le conferiría una identidad abyecta, una identidad con el mal y permitiría su entrada dentro de la “contra sociedad”:
“Yo, que soy la nada, de pronto pondré en movimiento ese terrible mecanismo de polizontes, secretarios, periodistas, abogados, fiscales, guardacárceles, coches celulares, y nadie verá en mí un desdichado sino el hombre antisocial, el enemigo que hay que separar de la sociedad. (…) solo el crimen puede afirmar mi existencia, como solo el mal afirma la presencia del hombre sobre la tierra” (Arlt, 2008: 113). Tal como dice Camus en la obra citada: “Vivir es hacer que viva lo absurdo”. La confrontación del hombre con su propia oscuridad. En la obra de Arlt, parecieran que los personajes confrontan la oscuridad, adentrándose en ella, yendo hacia el fondo.
Los personajes en la obra de Arlt se mueven –aunque algunos parecerían simplemente dejarse llevar- por intensiones de índole dudosa y siempre están a la espera de algo; mientras que algunos deambulan con paso nómada hasta caer invariablemente en idéntico abismo. La creación de una sociedad secreta, de un nuevo orden, con el propósito de controlar a las masas, inspirada en metodologías nefastas, se presenta como eje en cuanto a conocimiento; por medio del Astrólogo, Arlt sorprende con su acabada asimilación del mecanismo con el cual lleva a cabo el proyecto, si se tiene en cuenta que aún no se concretaba el período de la Alemania Nazi.
Albert Camus tratando de definir qué es el hombre absurdo, dice que es el que sin negarlo no hace nada por lo eterno. Los personajes de Los Siete Locos tratan de hacer algo en la vida, pasan a la acción llevando un plan macabro, saltan al abismo intentando destruir la sociedad que los excluye. “Ya no se cuentan “historias”; se crea el universo propio. Los grandes novelistas son novelistas filosóficos, es decir, lo contrario de escritores de tesis” (Albert Camus, El Mito de Sísifo). Si cambiamos la perspectiva literaria y pasamos a un punto de vista filosófico, la novela contiene un pensamiento filosófico desarrollado en clave literaria. La novela es una clara demostración del absurdo. Como por ejemplo si digo “regar las plantas cuando llueve”. La sensación de extrañeza frente al personaje que pareciera no pasarle nada, sentir que lo absurdo y lo real disputaran su mejor partido.
El texto de la novela de Roberto Arlt está plagado de diálogos –que pueden parecer soliloquios- en los que algunos personajes hacen gala de sus “intuiciones” filosóficas por medio de recursos propios del sofismo (en el caso del Astrólogo).
La conocida angustia, patrimonio indeclinable en Arlt, conspira con observaciones principalmente existencialistas. Personajes que reconocen “tener el espíritu sucio del asco a la vida” o que se sienten a sí mismos con “extrañeza”, sufren un desdoblamiento de su ser, un desconocimiento nacido de sus pesares más profundos, por lo que aspiran a objetivos funestos por el deseo de sentir que existen o porque creen que “ciertas determinaciones lo convierten a uno en un dios”. Siguiendo a Camus en la obra citada entendemos que lo absurdo enseña que todas las experiencias son indiferentes y, por la otra, impulsa a la mayor cantidad de experiencias.
El Existencialismo como pensamiento filosófico que rige en los Siete Locos no hace más que rubricar el gran conocimiento del autor argentino sobre aquella filosofía. El pensamiento reflexivo de Arlt se desarrolla en sus personajes marginales y humillados, esperando algún tipo de fortuna y de poder que nunca llega. La angustia del personaje principal late durante toda la obra. Nos asfixia junto con él, la manera en que se humilla y desciende a lo profundo de la miseria para nunca más salir. La suerte de su destino. Todos perdidos por la ausencia de Fe.
La creación absurda en Arlt es asombrosa. Soñar con personajes que lo han perdido todo y de los que van camino a ello. Personajes construidos desde abajo, desde donde venía nuestro autor.
Al igual que Camus, pienso que la muerte del creador, que cierra su experiencia y el libro de su genio, Roberto Arlt al morir cierra su experiencia, y nos deja una obra literaria sin igual, un libro que nos permite llegar desde una experiencia de marcado existencialismo hacia una realidad sociológica en la Buenos Aires de los años 20.