por José Mariano.
“No es que no pensemos. Es que dejamos de preguntarnos para qué pensamos.”
El pensamiento, ese desaparecido moderno
Vivimos rodeados de opiniones, discursos, posicionamientos. Todo el mundo dice algo, todo el tiempo. Pero debajo de esa avalancha verbal, hay un silencio más hondo: el silencio del pensamiento vivo. El que no repite, el que no se rinde, el que no busca gustar, sino entender.
Pensar —de verdad— es incómodo. Es enfrentarse con lo que no sabemos. Es dudar de lo que nos tranquiliza. Es sospechar de lo que todos aplauden.
Y eso, hoy, parece un lujo.
O un riesgo.
En esta época de verdades de 140 caracteres, de certezas de videíto viral, la crítica se ha convertido en ruido y la pregunta en una rareza. La velocidad mata la contemplación. Y sin contemplación, no hay pensamiento.
Anestesia algorítmica y autodefensa emocional
¿Cómo llegamos hasta acá? El adormecimiento no fue casual: fue inducido. El sistema entendió que ya no era necesario censurar la palabra si podía saturar la mente. No hacía falta controlar el discurso: bastaba con manipular la atención.
Los algoritmos nos muestran lo que queremos ver. Los medios nos dicen lo que ya sabemos. Los líderes nos gritan lo que queremos oír. Así, el pensamiento no se prohíbe: se reemplaza por confirmación.
Y así nos volvimos previsibles, cómodos, obedientes.
Pero no es solo tecnología. También es miedo. Miedo a descubrir que lo que creemos puede estar mal. Miedo a quedar solos en una opinión impopular. Miedo a pensar algo que nos haga actuar.
Y actuar cansa.
Pensar implica actuar.
Entonces, mejor no pensar.
Sin pensamiento no hay libertad
La libertad no se pierde de golpe. Se vacía.
Primero dejamos de pensar. Después dejamos de dudar. Finalmente, dejamos de elegir.
Un pueblo que deja de hacerse preguntas es un pueblo que empieza a obedecer sin darse cuenta.
Se vuelve espectador de su propia historia.
Y cuando la historia avanza sin preguntas, sólo quedan respuestas prefabricadas.
Por eso el poder no necesita hoy represión: le basta con entretenernos. Mientras creemos que estamos informados, ya no pensamos. Mientras opinamos, ya no interrogamos. Y mientras dormimos con los ojos abiertos, nos gobiernan sin resistencia.
Despertar es volver a preguntar
“El pensamiento no es una respuesta. Es una grieta.”
La crítica no es destrucción. Es inicio.
Hacerse preguntas no es debilidad: es valentía.
Volver a pensar no es mirar atrás, es recuperar el tiempo perdido: ese que nos quitaron a fuerza de notificaciones, slogans y cinismo.
FUGA no viene a dar respuestas.
Viene a recordar que todavía podemos preguntar.
Y que esa, tal vez, sea la forma más profunda de resistencia.
BIENVENIDOS A LA EDICION 06
ESTO ES FUGA.