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1º DE MAYO: ENTRE LAS BRASAS Y LA MEMORIA

Publicado el

por Martín Prados.

Cada año, cuando se acerca el 1º de Mayo, las parrillas se encienden, los bares se llenan, y las redes sociales se inundan de brindis entre compañeros de trabajo. Pero, ¿qué celebramos exactamente? ¿Festejamos que aún tenemos trabajo? Que todavía no nos despidieron? ¿O simplemente celebramos sin saber muy bien por qué?

El Día Internacional de las y los Trabajadores no nació como un feriado, sino como un grito. Como una fecha que sangra. Fue en Chicago, en pleno corazón industrial de los Estados Unidos, en 1886. Miles de obreros —muchos de ellos inmigrantes— se organizaron para exigir lo que entonces era revolucionario: una jornada laboral de ocho horas. Su lema era simple y poderoso: “Ocho horas de trabajo, ocho de descanso, ocho de ocio.”

Las huelgas comenzaron el 1º de mayo y se extendieron por varios días. El 4, en la plaza de Haymarket, una concentración pacífica fue violentamente interrumpida por la policía. Estalló una bomba —nunca se supo de quién— y las fuerzas del orden abrieron fuego. Murieron 38 personas. La represión continuó con una cacería judicial: ocho líderes sindicales fueron acusados sin pruebas. Cuatro fueron ahorcados. Uno se suicidó en la celda para no entregar su cuello al verdugo.

¿Quién los mandó a reprimir? El Estado, aliado con los intereses empresariales. En ese entonces, gobernaban los republicanos —sí, el mismo partido que había abolido la esclavitud— pero que ya respondían a la lógica del capital industrial. Los medios de la época celebraban las ejecuciones como un triunfo del “orden social”. Detrás del discurso del progreso se escondía una guerra contra la organización obrera.

Los mártires de Chicago no eran sólo obreros. Eran anarquistas, socialistas, comunistas. Cada uno con su visión del mundo, pero unidos por una idea común: la vida no puede estar subordinada al trabajo.

Hoy, 139 años después, seguimos atrapados en otras cadenas. En Argentina, el 36% de los trabajadores están en la informalidad. En Tucumán, el empleo registrado cayó un 5% entre fines de 2023 y principios de 2025. Mientras tanto, crece el ejército de monotributistas, de “emprendedores” empujados por necesidad. Nos dicen que podemos ser nuestros propios jefes. Lo que no dicen es que también seremos nuestros propios explotadores.

Ayer fueron las balas, hoy es el algoritmo. Ayer fue la horca, hoy es el burnout. Pero algo está cambiando.

En las conversaciones que vuelven a nombrar lo injusto. En los grupos que se organizan fuera de los moldes. En quienes se animan a preguntar por qué todo depende de que trabajemos hasta rompernos. Quizás, lentamente, vuelva a encenderse esa chispa que hace del trabajo no un mandato, sino una dignidad compartida.

Tal vez el mejor homenaje no sea brindar, sino despertar. Volver a pensar que no estamos solos. Que no todo está perdido. Que todavía podemos, como en 1886, decir juntos: basta. Y empezar de nuevo.

Porque mientras haya memoria, habrá lucha. Y mientras haya lucha, el futuro no estará escrito.

Fuente: Informe CEPA Nº 471, ISSN 2796-7166

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