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El Puente Entre el Propósito y la Realidad

Publicado el

por Fernando Ayala.

En tiempos donde abundan las ideas, los sueños y las ganas de cambiar el mundo (o al menos el propio), hay una barrera silenciosa que muchas veces lo impide todo: el miedo. Ese viejo conocido que se disfraza de prudencia, de “esperar el momento correcto” o de “necesito más información”. Pero el miedo, en su forma más profunda, paraliza.

Vivimos en un mundo físico. Y en este plano, la acción es vida. La actividad es vida. Las grandes transformaciones —personales o sociales— no nacen de la contemplación eterna, sino del primer paso.

Sofía Contreras, autora de *Pasar a la acción* y referente en desarrollo personal, lo deja claro: tomar decisiones es fácil, lo difícil es empezar. Y es en ese “empezar” donde muchos quedan atrapados.

Pero no se trata de hacer por hacer. No cualquier acción transforma. Lo que realmente genera impacto es una acción alineada con el propósito. Una acción que nace del corazón, que está conectada con lo que uno cree, siente y sueña.

En ese camino, aparece una palabra clave: coherencia. La verdadera fuerza nace cuando lo que pensamos, lo que decimos, lo que sentimos y lo que hacemos están en sintonía. Esa alineación interna genera una energía imparable, una claridad que nos da dirección y confianza.

Y no estamos solos. Rodearse de personas que nos recargan, que vibran alto, que con su ejemplo nos invitan a avanzar, es vital. Porque también se contagia la actitud. También se transmite el fuego.

Por eso, empoderarse a uno mismo se vuelve fundamental. Dejar de esperar el permiso ajeno, dejar de postergar, y decirse: “hoy me muevo por mí, por mi causa, por lo que vine a ser”. El mundo necesita menos espectadores y más protagonistas. Y todo empieza con un paso.

En lo cotidiano, en lo profesional, en lo social: dar el primer paso transforma.

Y entonces, sucede la magia. Porque cuando uno se pone en movimiento, las cosas comienzan a alinearse. La energía cambia. La claridad aparece. El miedo ya no gobierna. Y el propósito se vuelve camino.

Y cuando esa acción no es solo individual, sino colectiva, se produce algo aún más poderoso: el efecto de la mente unificada. Ese momento en que muchas personas piensan, sienten, desean y actúan en la misma dirección. Lo vivimos en carne propia durante el último Mundial de Qatar: los 47 millones de argentinos vibrando en un mismo deseo, en una misma acción emocional y espiritual. Ver a nuestra Selección Argentina —y a Lionel Messi— campeones del mundo.

Ese mismo espíritu de unidad, de propósito compartido, es el que puede impulsarnos hoy a algo más grande. Podemos ponernos en acción por una Argentina unida, por una Argentina Faro del Mundo, por una Argentina que inspire, que ilumine, que eleve. Una Argentina que lleve el mensaje de la coherencia profunda de lo que significa ser argentinos. Una Argentina que sea ejemplo. Que sea mensaje.

Porque, al final de cuentas, una idea sin acción… es ilusión.

 

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