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El analfabeto político

Publicado el

Por José Mariano.

El peor analfabeto es el analfabeto político.
No oye, no habla, no participa en los acontecimientos políticos.
No sabe que todo depende de la política:
el precio de los frijoles, del pan, de la harina, de la renta, de los zapatos y de las medicinas.

Bertolt Brecht

Bertolt Brecht escribió estas líneas en la primera mitad del siglo XX, en una Europa convulsionada dónde el ascenso del fascismo encontraba terreno fértil en la indiferencia de las mayorías. No hacía falta que todos fueran partidarios de Hitler o de Mussolini, bastaba con que millones de ciudadanos se declararan “ajenos”, “no interesados”, “hartos de la política”. Ese hartazgo se convirtió en el sustrato donde floreció la barbarie.

El texto de Brecht es breve pero implacable. La indiferencia política no es neutralidad, es complicidad. El que se proclama “apolítico” no se sustrae de la historia, deja que otros decidan en su nombre. Y esos otros suelen ser los poderes económicos, las oligarquías enquistadas, los grupos que saben aprovechar cada vacío de participación.

En Argentina, casi cien años después, la advertencia resuena con la misma crudeza. Este domingo se votó en la provincia de Buenos Aires. Pronto lo hará Tucumán. Y una sensación recorre a buena parte del electorado, la política no entusiasma, apenas incomoda, y muta en una notable desidia. El voto se transforma en trámite burocrático, en gesto cínico, en contrato roto entre ciudadanos y representantes.

Los medios, al mismo tiempo, cubren las elecciones como si fueran partidos de fútbol, quién gana, quién pierde, quién mete más goles en las encuestas. La política se convierte en espectáculo, y el ciudadano en espectador cansado.

Pero la política no es un espectáculo. Es la trama donde se define lo cotidiano. El precio del boleto de colectivo, el salario que no alcanza, la inflación que devora, la ruta que se corta, la escuela que se derrumba, todo está atravesado por decisiones políticas. Fingir que no lo está, declararse “apolítico”, es cederle al poder la facultad de gobernar sin resistencia.

Walter Benjamin escribió en sus Tesis sobre la historia que el ángel de Klee mira hacia el pasado y ve ruina sobre ruina, mientras el viento del progreso lo arrastra hacia adelante. Ese ángel impotente se parece al ciudadano indiferente, alguien que cree que las ruinas son naturales, inevitables, cuando en realidad son el resultado de decisiones humanas, de políticas concretas.

Brecht, su amigo y contemporáneo, puso el dedo en la misma llaga, quien se desentiende, en realidad habilita que la catástrofe siga su curso.

En Tucumán conocemos bien esa lógica. Décadas de clientelismo han moldeado una cultura política donde el voto se cambia por una dádiva y la indiferencia se compra con bolsas de mercadería. El “no me importa” es funcional al mismo esquema de poder que lleva generaciones gobernando la provincia.

El analfabeto político, en nuestro suelo, no es solo el que no lee ni debate. Es también el que acepta resignado que nada puede cambiar. Y esa resignación es el alimento perfecto para el statu quo.

El analfabeto político del siglo XXI ya no se define únicamente por su silencio. A veces habla, pero lo hace desde el cinismo, dice “todos son iguales”, “no hay salida”, “yo no creo en nada”. O se refugia en la ironía, en el meme, en el chiste que trivializa la política. Ese desdén es otra forma de indiferencia.

En un tiempo dominado por redes sociales, por flujos incesantes de imágenes y titulares, la ironía se ha convertido en la coartada perfecta para no comprometerse.

Pero la política no desaparece porque la neguemos. Está ahí, atravesando cada decisión. Brecht lo decía con ejemplos cotidianos —el pan, la harina, los zapatos—. Nosotros podríamos decir hoy, la tarifa de luz, el precio del alquiler, la inflación que se come el sueldo antes de llegar a fin de mes.

Lo político se encarna en la economía doméstica, en la salud pública, en la educación de nuestros hijos. No hay refugio privado cuando el mundo público se derrumba.

Aquí entra en juego otro concepto de Brecht, el efecto de distanciamiento. En su teatro buscaba romper la ilusión, impedir que el espectador se perdiera en la trama y forzarlo a pensar sobre ella. Tal vez el gran desafío periodístico hoy sea justamente ese, provocar distancia frente al espectáculo político que montan los medios.

Mostrar que detrás del escándalo de la semana hay una estructura; que detrás de cada noticia “de color” hay un poder que decide.

El periodismo que no provoca esa distancia refuerza la ilusión. Se convierte en caja de resonancia del poder. La tarea crítica, en cambio, consiste en interrumpir el flujo, en abrir la grieta que obliga a pensar.

Eso es alfabetización política, aprender a leer el modo en que nos cuentan las cosas, reconocer el guion detrás de la noticia, detectar el montaje detrás de la puesta en escena.

En Tucumán, en Buenos Aires, en la Argentina entera, lo que está en juego no es solo quién ocupa una banca en el Congreso. Está en juego la capacidad de una sociedad de no resignarse a ser espectadora pasiva de su propia ruina.

Brecht nos recuerda que la neutralidad no existe, quien no participa, quien se declara ajeno, en realidad toma partido por el poder establecido.

La alfabetización política comienza con una pregunta: ¿qué relación tiene lo que pasa en el Congreso con mi vida cotidiana? La respuesta es simple, toda. Si no lo vemos, es porque nos han enseñado a mirar hacia otro lado.

El analfabeto político es el que acepta la ignorancia como refugio. Pero en tiempos de crisis, esa ignorancia hace daño. Nos condena a repetir la historia de la barbarie, a vivir en el eterno presente de la resignación.

Brecht gritaba contra ese peligro hace un siglo. Nosotros tenemos que gritarlo hoy.

No se trata de idealizar la política ni de romantizar partidos. Se trata de recuperar la lucidez. De entender que lo que parece ajeno define nuestras vidas. De aceptar que la indiferencia es un lujo que ya no podemos permitirnos.

El analfabeto político es el que se enorgullece de no saber. Pero lo que no sabe es que ese no saber produce miseria, corrupción y violencia.

Nuestra tarea es no dejarnos arrastrar por esa ignorancia orgullosa. Porque la alfabetización política no se mide por un diploma, se mide por la capacidad de no resignarse.

 

Bienvenidos a la Edición 26.

Esto es Fuga. 

5 COMENTARIOS

  1. Excelente artículo mi estimado José. Es una reflexión profunda sobre la alfabetización política,; una tarea urgente. Generaciones de generaciones rrpitiendo slogan como un mantea: «La universidad debe ser apolitica» «Todos los politicos son iguales» » Aqui no habla de politica» . Los scontecimientos politicos se ven por la tele y son como sucesos que se desarrollan fuera de la vida de las grandes msyorias hasta que explotan al interir de sus casas. Así y todo les resulta difícil vincular esos hechos que lo perjudican directamente con sus opciones al.momento de votar. Hay que insistir en el compromiso y la participación en la vida políticay ka importancia de militar como ciudadano. Defines de manera magistral lo que significa votar para el ciudadano común. Es un tramite que hay que hacer, ignorando los resultados de esa acción en lo cotidiano.Permiteme difundirlo entre mis grupos que a veces los gana el axitismo de un buen resultado en las urnas sin profundizar en todo el entramado que subyacente en ese acontecimiento. Me pongo de pié para saludar tu potente y certera reflexión.

  2. Cuando lo leí al Analfabeto Politico, fue a comienzos del gobierno de La Rua , el cual me pareció siempre un personaje tibio y despersonalizado, que ocultaba verdades y realidades dentro de su carisma de «buenudo», lo vote porque por el Chacho Álvarez. Y hoy cuando observo este gobierno neo nazi, muy parecido al del maquiavélico de La Rua, con otro perfil más psicopatíco violento , pero también escondedor de realidades, me vino a la cabeza Brecht y su visión de la negación de la política por los que no quieren pensarla ,ni entenderla y son muchos los que por su inomia política nos llevaron a gobiernos genocidas . Excelente artículo como siempre José

  3. Impecable, clarisimo, certero, real, autentico!!!! Nada es casual Jose, hasta las materias que se quitaron de la secundaria, Formacion Moral, Educacion Civica, Etica, Moral… es una deconstruccion arteramente planeada, por gente miserable porque en definitiva la Provincia, La Patria y el Mundo es de todos y al final flotamos todos o nos hundimos todos… porque la miseria mas tarde o temprano te alcanza….

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