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Historia económica y poder

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Por Nicolás Gómez Anfuzo.

La historia económica es un proceso de destrucción creadora.
Joseph Schumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia.

La historia económica no es solo una herramienta académica: es un arma política. Quien la ignora está condenado a repetir discursos huecos, mientras los verdaderos actores del poder avanzan sin oposición. Comprender la economía es arrancar el velo de los mitos políticos y desnudar la lógica que gobierna al Estado, al mercado y a las naciones. Solo entonces se puede empezar a pensar un proyecto político auténtico, liberado del infantilismo ideológico.

¿Te has preguntado por qué la política parece un debate eterno entre dos bandos que nunca se entienden? La respuesta es simple y brutal: estás mirando el problema desde el lugar equivocado. La política no es un juego de ideologías abstractas; es un reflejo directo del sistema económico. Tratar de entender la “izquierda” o la “derecha” sin antes sumergirte en cómo el ser humano ha creado, producido y distribuido la riqueza a lo largo de la historia es como intentar ser médico sin conocer el cuerpo humano. Es una pérdida de tiempo. Es ahí, en la historia económica, donde se revela el ADN de cada conflicto, de cada ideología.

La comprensión de la política es imposible sin antes haber estudiado la historia económica. Esta es la única vía para romper la estructura maniquea de izquierda y derecha y para entender conceptos como patria y nación sin caer en el chauvinismo. La tesis central es que la política no es un fenómeno aislado, sino una consecuencia directa de las fuerzas económicas que han moldeado a la sociedad a lo largo de la historia.

La historia económica nos revela cómo los sistemas de producción y distribución de la riqueza han dado forma a las estructuras de poder y a las ideologías dominantes. Desde la esclavitud en las civilizaciones antiguas hasta el capitalismo globalizado, cada época ha tenido una lógica económica que ha determinado quién ostenta el poder y por qué. Sin esta perspectiva, los debates políticos se reducen a una confrontación de principios abstractos, ignorando las condiciones materiales que los originaron. Es como intentar entender una partida de ajedrez sin conocer las reglas del juego.

Al centrarse en la economía, se puede ver que la izquierda y la derecha no son identidades morales fijas, sino respuestas históricas a los problemas y oportunidades generadas por sistemas económicos específicos. La izquierda, por ejemplo, surgió en gran parte como una crítica a la explotación y la desigualdad del capitalismo industrial. La derecha, por otro lado, se consolidó como defensora del Estado planificador y del libre mercado. Sin este contexto, la política se vuelve una lucha entre “buenos” y “malos” en lugar de un análisis de las fuerzas que realmente mueven a la sociedad.

Finalmente, esta perspectiva nos permite entender conceptos como la patria y la nación no como entidades inmutables, sino como construcciones históricas en constante evolución, influenciadas por el comercio, la tecnología y los flujos de capital. Si no se comprende esta dinámica, se corre el riesgo de caer en un chauvinismo vacío y dogmático, donde la nación es un ideal abstracto que se defiende ciegamente, sin entender las complejas realidades económicas que la definen y la transforman. La historia económica es, en última instancia, la clave para una comprensión más profunda y menos polarizada del mundo político.

El maniqueísmo de izquierda y derecha, que tanto nos consume, es una trampa. No son fuerzas cósmicas del bien y del mal. Son, en realidad, dos caras de una misma moneda histórica, forjadas en la fragua de la Revolución Francesa. La izquierda no nació de la compasión universal, sino de la brutalidad de la fábrica capitalista, como una respuesta a la explotación del proletariado. La derecha no es la encarnación del orden divino, sino la defensora del Estado benefactor y del libre mercado que creó esa misma fábrica. Si no comprendes que su origen es una reacción a las realidades materiales de un sistema económico, te quedarás atrapado en un debate sin fin sobre moralidad, mientras los verdaderos motores del poder siguen operando en las sombras.

Además, esta ceguera económica nos impide ver la verdad detrás de conceptos como “patria” y “nación”. Sin entender cómo las guerras, el comercio y la tecnología han moldeado las fronteras, los mercados y las identidades colectivas, la nación se convierte en un ideal vacío y abstracto. Esto nos condena al chauvinismo, una idolatría del territorio que ignora las complejas y a menudo incómodas verdades de cómo se forjaron y se transforman nuestras sociedades. Defender la patria sin comprender su historia económica es como defender a tu equipo de fútbol sin saber las reglas del juego.

En el fondo, la política es el resultado de cómo nos hemos organizado para sobrevivir y prosperar. Desde el control de los esclavos en Roma hasta las cadenas de suministro globales de hoy, el poder político siempre ha seguido al poder económico. Si de verdad quieres dejar de ser un espectador pasivo y entender lo que está pasando en el mundo, tienes que dejar de lado los panfletos ideológicos y abrir un libro de historia económica. Es la única brújula que te guiará fuera del laberinto de la política superficial.

Y ahí está el desafío: elegir entre seguir atrapado en la farsa de izquierdas y derechas o animarse a mirar el corazón económico de la historia. El que entiende esto ya no discute consignas, sino estructuras; ya no repite eslóganes, sino que analiza causas. Esa es la diferencia entre un ciudadano manipulado y un ciudadano libre. Y la libertad, al final del día, no se conquista con discursos: se conquista con comprensión.

2 COMENTARIOS

  1. Mi estimado Nicolás. Empiezo por el fianal. Creo que la mejor parte de tu artículo está en el último párrafo. Esto no quiere decir impugnar tu reflexión sobre la historia económica. Soy profana en el tema económico, soy prof. En Letras, poeta y promotora cultural. En parte tienes razón hay que tener una responsable aproximación a la historia económica para entender por donde van o seguirán quienes nos gobiernan. Una vez me convocaron a ser parte de un panel sobre Economía y Educación. Casi me desmayo porque me ponían junto con grandes economistas y pedagogos y yo solo era profesora de legua y literatura y dirigente gremial de un gremio docente que no era el mayoritario. Lo que pude desarrollar desde el sentido común es que para saber el lugar que ocupaba la educación en cualquier gobierno habia que mirar el.presupuesto para constatar el porcentaje asignado para saber , como juegan en la distrbucion de los recursos los conceptos de igualdad y equidad y el lugar que le asignaba el gobierno a la educación. Mi maestro que fue Jacobo Laks me dijo que hice un analisis prudente y razonable teniendo en cuenta que venia de la literatura y no de las cirncias económicas. Ya solo recurrí al sentido común y al conocimiento de la historia en general. Quiero decir con esto que no tenemos que hacernos expertos en historia economica para entrnder lo basico de la economia que aplica un determinado gobierno, sino apelar a conocimientos básicos leer críticamente la hitoria social y aplicar lo que aprendimos en la Facultad que es tener espíritu critico, lejos de las frases hechas, los slogans que nos imponen los medios masivos y fundar las opiniones en estadística que nos aproximen a la realidad. Por.ejemplo cómo se lee en clave económica la decision del gobierno de gobernar sin presupuesto . Cualquier persona medianamente pensante infiere que el propósito es manejar segun el criterio absoluto del ejecutivo los recursos económicos de todos los argentinos. De hecho asi lo hace. Te digo sinceramente que las categoría izquierda y derecha no.creo que sean parte de una una misma moneda. Cada una de elkas nacen en contextos sociales, tiempos historicis diferentes y cada sector se funda en ideologías totalmente opuestas. Esto está a la vista en los discursos que entran en disputa en este momento difícil de la historia del país. Hay ina banalizacion del odio y de la mentira atroz. Aparte hay derechas y derechas. Cuando es tan radicaljzada es directamente fascismo, por ejemplo. Me gusta el debate que abres y en el fondo creo que es una apelacion a desestimar las conclusiones lineales y facilistas. Los y las aducadoras deben enseñar a pensar..

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