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El nuevo régimen de origen del ACE 35

Publicado el

Por Gabriela Agustina Suárez.

modernización comercial entre MERCOSUR y Chile.

En el mapa del comercio internacional, los acuerdos no son piezas inertes: se mueven, se transforman y, en muchos casos, se reinventan para seguir siendo útiles en un mundo cada vez más competitivo. Tal es el caso del Acuerdo de Complementación Económica N° 35 (ACE 35), que une al MERCOSUR y Chile desde 1996. A lo largo de casi tres décadas, este tratado permitió que miles de productos cruzaran fronteras con menores aranceles, consolidando una relación económica estratégica.

Pero la apertura comercial no depende sólo de firmar un acuerdo. Cada preferencia arancelaria necesita un mecanismo que garantice su uso correcto y evite abusos. Ese mecanismo son las reglas de origen: criterios que definen si un bien puede considerarse originario de los países miembros y, por tanto, beneficiarse de la rebaja de impuestos a la importación. Sin reglas claras, cualquier producto fabricado en terceros países podría ingresar disfrazado bajo el acuerdo, generando distorsiones.

Durante años, el régimen de origen del ACE 35 fue eficaz, pero rígido. Con el tiempo, comenzó a mostrar grietas frente a un comercio que se volvió más complejo, con cadenas de valor globales, producción fragmentada y una demanda creciente de mayor transparencia. Por eso, primero se actualizó en 2019 mediante el Protocolo Adicional N° 63 y, recientemente, en 2024, se dio un nuevo paso hacia su modernización.

La actualización no es menor. Se trata de un rediseño que busca simplificar, digitalizar y hacer más accesible el uso del acuerdo, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas, que suelen quedar al margen de las ventajas comerciales por falta de recursos técnicos. En palabras de Dani Rodrik, economista de Harvard, “la globalización no es sólo un fenómeno económico, es también un conjunto de reglas que deciden quién gana y quién queda atrás”. Ese espíritu late en el trasfondo de esta reforma: que las reglas sean un trampolín y no un obstáculo.

¿Qué cambió en las reglas de origen?

El nuevo régimen introduce mejoras que pueden parecer técnicas, pero tienen un impacto directo en la vida de empresas exportadoras e importadoras. La primera gran novedad es la claridad en los criterios de origen. Los productos ahora pueden considerarse originarios si cumplen con al menos una de estas condiciones:

  • Una proporción significativa de su valor agregado se genera en los países del acuerdo.
  • Sus insumos atraviesan una transformación suficiente como para cambiar de clasificación arancelaria.
  • Se someten a procesos específicos de producción que determinan su carácter regional.

Junto a estas reglas, se amplió la acumulación de origen, un principio clave que permite que insumos producidos en cualquier país miembro cuenten como propios. Esto es especialmente importante para industrias que ensamblan piezas de diferentes países, como la automotriz o la electrónica.

Otra mejora destacada es la flexibilización de tolerancias: ahora, un porcentaje mayor de insumos de fuera de la región puede incorporarse sin que el producto pierda su carácter originario. Este cambio responde a la realidad de cadenas de suministro cada vez más internacionales.

Por último, el sistema se digitaliza. Los certificados de origen, que antes dependían de trámites presenciales, avanzan hacia plataformas electrónicas, reduciendo tiempos y costos. Esto significa menos papeles, menos esperas y menos trabas para las empresas que buscan agilidad en un entorno global.

Cómo funciona la certificación

En la práctica, para que un exportador acceda a los beneficios arancelarios debe atravesar un proceso que combina formalidad y trazabilidad. La empresa debe estar registrada ante una entidad certificadora, presentar la factura comercial y una declaración jurada de origen, y con eso solicitar el certificado.

El certificado de origen tiene una vigencia de 180 días y debe emitirse dentro de los 60 días posteriores a la factura comercial. Además, las aduanas mantienen la potestad de verificar su validez, lo que obliga a los exportadores a ser rigurosos en la documentación de insumos, procesos y proveedores.

Un detalle clave de la reforma es el tiempo de respuesta: la emisión del certificado no puede demorar más de cinco días hábiles desde la solicitud, lo que representa un alivio frente a las demoras históricas que solían frenar embarques completos.

Ventajas y desafíos

El nuevo régimen de origen abre oportunidades pero también plantea exigencias. Entre los beneficios más notables está la posibilidad de que más empresas, especialmente las pymes, se animen a usar el acuerdo. La digitalización, sumada a la simplificación de criterios, reduce las barreras de entrada y democratiza el acceso al comercio preferencial.

Para las cadenas regionales de valor, la acumulación de origen es una bendición: permite que un producto ensamblado en Argentina con piezas chilenas y brasileñas ingrese a cualquiera de los mercados sin pagar aranceles adicionales. Este tipo de integración fomenta la especialización productiva y fortalece la competitividad de la región frente a bloques externos.

Sin embargo, no todo son ventajas. Las empresas deberán invertir en capacitación y trazabilidad. El riesgo de errores en la certificación es real, y una falla en el origen puede derivar en la pérdida de beneficios arancelarios o incluso en sanciones. Los sectores sensibles, como el automotor, seguirán bajo reglas estrictas y con mayor escrutinio.

Además, la cooperación aduanera será decisiva. La confianza entre países para validar certificados y resolver controversias marcará la diferencia entre un acuerdo operativo y uno atrapado en la burocracia.

Más que una regla, una estrategia regional

El comercio internacional ya no se mide sólo en toneladas exportadas o en saldos de balanza comercial. Se mide también en la calidad de las reglas que sostienen el intercambio. En ese sentido, la modernización del ACE 35 va más allá de lo técnico: es una apuesta política y económica por reforzar los lazos entre el MERCOSUR y Chile en un momento de creciente competencia global.

La actualización de las normas de origen se inscribe en una tendencia más amplia. Otros tratados, como el T-MEC (México–EE.UU.–Canadá) o los acuerdos de la Unión Europea, también han revisado sus regímenes de origen para adaptarse a la nueva economía. Al alinearse con estos estándares, MERCOSUR y Chile envían una señal de previsibilidad a los inversionistas y aseguran que sus productores no queden aislados de la dinámica internacional.

Para las empresas, el desafío será pasar de la mera adaptación normativa a una estrategia de inserción inteligente. El cumplimiento del origen no debe verse como una carga administrativa, sino como una herramienta para acceder a mercados con ventajas competitivas.

La reforma del régimen de origen del ACE 35 es mucho más que una actualización técnica: es un paso hacia un comercio regional más ágil, inclusivo y competitivo. Representa una oportunidad para que las empresas aprovechen un marco moderno, capaz de conectar la producción regional con los grandes flujos de la economía global.

Pero el éxito dependerá de cómo se apliquen estas normas en el terreno. La modernización digital, la acumulación de origen y la flexibilidad en los insumos no originarios son avances significativos, aunque requieren disciplina empresarial y compromiso institucional.

Como advertía Albert Hirschman, economista pionero en desarrollo, “las reglas del comercio no son neutrales: crean incentivos que moldean las trayectorias productivas de los países”. El nuevo régimen del ACE 35 confirma esta premisa: no se trata sólo de reglas de origen, sino de una herramienta que puede definir si el comercio regional se convierte en un motor de integración o en un engranaje más de la burocracia.

En un mundo en el que los acuerdos se multiplican y la competencia se intensifica, MERCOSUR y Chile decidieron actualizar sus normas para no quedarse atrás. Ahora, la tarea está en manos de los exportadores, importadores y autoridades aduaneras: convertir estas reglas en una verdadera palanca de desarrollo regional.

 

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