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La peste del olvido

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Escribimos para salvar lo que se escapa.

Marguerite Duras.

Tu escritura tiene una serenidad que contrasta con la velocidad del mundo. ¿Qué te llevó a escribir? ¿La necesidad de contar o la necesidad de callar de otra manera?

Daniel Posse — Creo que mi escritura —de verdad lo creo— no posee una serenidad, y sí sé que la quietud o aparente quietud aparece por instantes, pero es un momento de enormes movimientos contenidos. Esa contención es un impulso que se esparce como una suerte de peste, que me despierta en mí unas ciertas bestialidades.
Sí poseo una enorme necesidad de contar; esa necesidad siempre estuvo dada por una velocidad propia, ambigua, precoz y ambivalente. Creo, o por lo menos me concibo, explosivo. Creo que eso es parte de mi herencia: la sangre italiana, mezclada con la andaluza, la mestiza, ciertos rastros judíos, me han convertido en un alud potencial, al que logro desbordar en mi escritura. Una vez mi analista me dijo que en mi escritura mato mucha gente, y sí, es verdad. Sublimo allí mi violencia.
En cuanto a qué me llevó a escribir, creo que fue la necesidad de poder decir todo aquello que me molesta, todo aquello a lo que no me atrevo. Mi escritura es una forma de salvataje, donde anclo a través de ella la mente en la cordura, para que la enajenación no me domine. Hay una necesidad de decir, de contar, de estrujar las palabras, de acariciarlas, de sentir su peso, su elasticidad y su dureza. Siempre creí que existe en mí una dualidad, donde habita la necesidad de contar y, al mismo tiempo, otra de callar, como si en la palabra escrita, en la frase, en el párrafo cohabitaran las dos de forma intrínseca, absolutas y reducidas: la de decir y la de hacer silencio. Será por eso que creo en la síntesis de la palabra hecha imagen, metáfora, analogía, oración.

En tus relatos hay una constante tensión entre el azar y la memoria. ¿Creés que los escritores inventan lo que recuerdan o recuerdan lo que inventan?

Daniel Posse — Es verdad, existe esa tensión entre lo azaroso y la memoria, pero lo concibo desde una suerte de aleación, en la que se funden y, a la vez, se convierten en una suerte de ironía. Será porque siempre me molestó lo fortuito y, a la vez, la negación. No solo en mí, sino en nosotros en general, como sociedad.
Somos un pueblo que sufrimos, de forma constante, de la peste del olvido, como en Cien años de soledad, de García Márquez. Con la diferencia de que aquí, en nuestra cotidianidad, también les ponemos nombres a las cosas, y aun recordando las palabras y sus significados, las negamos. Somos una suerte de ciegos que nos negamos a ver; por eso una y otra vez cometemos los mismos errores.
Bueno, creo que las fuentes son las dos: que los escritores inventamos lo que recordamos y recordamos lo que inventamos, y que en ese proceso lo resignificamos, y en ese acto nos convertimos en una suerte de profetas, de oráculos, de herejes, hombres apócrifos y, a la vez, certeros decidores, donde en la mayoría de los casos, como en el mío, no llegamos a decir nada esencial.

Naciste en Tucumán, una provincia que siempre estuvo cargada de historia y de contradicciones. ¿Cómo influye ese territorio en tu modo de mirar y de escribir?

Daniel Posse — Sí, nací en Tucumán, y en el sur de Tucumán, donde el realismo mágico se vuelve más palpable, más feroz, donde al final lo que nos hablaba es poder decir, usar la palabra como un eco y un grito, donde el eco de otras palabras nos abrazaba, como lo hacen los gestos y el amor.
Los tucumanos, en general, sentimos el peso abrumador de la historia y sus contradicciones en nuestros cuerpos y nuestros silencios. El miedo todavía me abraza y me carcome, no solo a mí: a todos los que habitamos esta tierra, creo. Las contradicciones nos atraviesan y las palpamos, las respiramos y se vuelven pulmón y embrión de nuestros actos cotidianos, y la influencia de ese territorio en mí es devastadora, porque al mirarlo quiero escapar. Por eso creo que vivo en Buenos Aires. Pero el desarraigo me estruja y, al hacerlo, mi mirada se vuelve esquiva y certera, ambigua, resiliente y ácida, y eso se traduce en mi escritura, desde un lugar de furia y, a la vez, de serenidad.
Todas las mañanas salgo a mi terraza en Flores, en CABA, y busco el cerro al oeste, y a veces prefiero confundirlo con un nubarrón que me muestra su cuerpo gris.

Me has dicho alguna vez que te interesa lo invisible, lo que no se dice. ¿Sentís que la literatura todavía puede revelar aquello que la sociedad prefiere ocultar?

Daniel Posse — Sí, claro. Creo que la destreza de la palabra te lleva a hacer visible lo invisible, pero no de forma directa, sino que es un juego, donde lo lúdico importa, donde decir lo que no se dice importa tanto como la hilaridad y la fe, donde los dogmas se transmutan para develar una metamorfosis que puede llegar a engullir y a devorar y, a la vez, hacerte nacer y parir.
La literatura es una herramienta y una destreza que, sin lugar a dudas, es una revelación y una rebelión ante aquello que intenta negarse, taparse, destruirse, y a la vez es una suerte de rebelión que puede ayudar a cambiar los paradigmas y desarmar las paradojas.
Somos una sociedad que todo el tiempo nos inventamos máscaras y escenografías que tapan y ocultan la realidad. La literatura es un arte que combate eso, aun cuando lo hace desde una aparente argumentación que sostiene este andamiaje. Solo mirarnos de verdad como somos, lo que somos, nos hará mejores, aun si ese intento nos descarna las vísceras y nos desintegra hasta los huesos.

Tus textos suelen moverse entre la melancolía y la lucidez. ¿Qué relación tenés con el paso del tiempo, con esa sensación de que todo está por irse?

Daniel Posse — Sí, mis textos navegan en una melancolía, pero que aparece acotada, virulenta, predestinada, y una lucidez hambrienta, escéptica y estoica.
La relación que poseo con el paso del tiempo es una sensación de hábitat mezquino, donde el surcarlo me hace sentir constantemente que la pérdida es inminente, que es inevitable y necesaria, que nada nos puede salvar, pero que en esa sensación también anida la salvación, como una suerte de efecto colateral y único. Sé que no hay nada nuevo bajo el sol, pero prefiero no darme cuenta. Me gustan las frases hechas.

¿Qué te inspira más: la vida cotidiana, con sus gestos pequeños, o los grandes temas —la política, la historia, la fe, la muerte— que la literatura no deja de interrogar?

Daniel Posse — Las fuentes de mi inspiración pueden ser muy diversas, pero la verdad, no creo en las musas irreversibles de la inspiración: creo en el trabajo arduo y la disciplina. Yo escribo todos los días, sobre todo los fines de semana. No quiere decir que todo lo que escribo sea bueno; después transito el sendero continuo de la corrección y de tachar y volver a empezar.
Es más, me cuesta sentirme poeta o escritor; prefiero definirme como un trabajador de la palabra.
Claro que el vivir el día a día, con sus gestos cotidianos —que pueden parecer grandes o pequeños para el mundo—, me da material para intentar escribir sobre algo. No creo que existan temas grandes o pequeños: existen temas, circunstancias. Por ejemplo, el desamor, que para algunos puede ser insignificante, para otros puede ser una tragedia mortal.
La política se la vive, se la siente en el día a día; la historia la hacemos todo el tiempo; la fe es algo que nos invoca y provoca, y claro que la literatura no deja de interrogar: es así como lo hace, porque la literatura es intrínseca a todo lo que hacemos.
Es como pensar qué es la cultura, y cultura es todo: por ejemplo, es cómo amamos, cómo comemos, cómo hacemos el amor, etc. Y está bueno que la literatura y el arte interroguen todo, porque las obras literarias funcionan como una suerte de espejos y reflejos donde podemos mirarnos y, tal vez, desde allí, intentar ser mejores. Las transferencias pueden ser un ejercicio salvador.

En tiempos donde todos opinan y todo se publica al instante, ¿cómo se sostiene la paciencia del escritor? ¿Cómo se escribe sin apuro?

Daniel Posse — Sí, vivimos el tiempo de los ilustres desconocidos y de los opinólogos, donde todos creen tener la razón y todos se abrogan el poder de saber y decir y condenar, prejuzgar y establecer metonimias y falacias como grandes verdades, y todo es efímero, todo es válido e instantáneo.
Allí creo que la paciencia del escritor se sostiene desde la reflexión, el trabajo aún más intenso, y dejar que todo madure, para que el fruto de la distancia del texto te lleve a ver los defectos e intentar mejorarlo, intentar hacerlo mejor.
En mi caso escribo un texto, lo guardo, lo dejo reposar y voy sacándolo de vez en cuando, releyéndolo. Dejo que la distancia me ayude a ser objetivo, entendiendo que no se abandona nunca la subjetividad de forma total. Lo dejo añejar, madurar, hasta que siento que puede estar en el punto justo.
Claro que esa sensación me dura unos minutos, porque incluso después de publicarlos, quiero seguir corrigiéndolos. Creo que esa es la forma de escribir sin apuro. Hablo de la literatura; el periodismo posee otros tiempos.

Has ganado premios fuera del país, pero seguís escribiendo desde el norte argentino. ¿Qué significa para vos “pertenecer” en la literatura: una geografía, una lengua, una sensibilidad?

Daniel Posse — Sí, sigo haciéndolo, porque nunca perdí el sentido de pertenencia. Para mí, pertenecer es ser parte, es hablar desde allí y como se habla allí, es sentir los olores, los rostros amigos, los gestos, los colores, los paisajes, lo que nos molesta, lo que nos une como región.
Lo que nos marca y nos condiciona, lo que nos asusta, lo que nos negamos y lo que sufrimos. Vuelvo a decirlo: es mirar el cerro al oeste, es sentir la yunga, es sufrir el dolor de no ser, palpar las negaciones y las cegueras, es el eco de nuestras sorderas y de nuestros anonimatos, es respirar la periferia. Todo eso es mi geografía, todo eso es mi lengua y todo eso es parte de mi sensibilidad.
Pero ahora, como también transito el desarraigo, a veces me salen textos ambientados en Buenos Aires, pero no es algo que sea cotidiano.

Muchos de tus cuentos parecen escritos con la respiración de quien escucha antes de decir. ¿Qué papel cumple el silencio en tu proceso creativo?

Daniel Posse — El silencio es esencial. Sin él no se puede entender el ruido; sin él las palabras no tienen sentido. La vida es ruido y silencio, como lo es el día y la noche, el amor y el desamor, la vida y la muerte.
En mi caso, el silencio es el cuerpo donde creo y donde invoco el peso de las palabras que necesito en mi proceso creativo. Es el oxígeno en el que respiro las frases, los párrafos, las ideas y donde se gesta lo que quiero contar. Desde allí surge el eco, el clamor, el grito, donde habitan mis ganas y también mi desgano.

Y para terminar, si pudieras dejarle una sola frase a alguien que empieza a escribir, no un consejo técnico sino una especie de certeza, ¿cuál sería?

Daniel Posse — Escribí. Hacelo. Que nada te detenga. Dejá el alma en el intento. Volvé a hacerlo una y otra vez, hasta que sientas que se desmorone el cuerpo. Después habrá tiempo de decirlo mejor. Y claro, leé todo lo que puedas, pero detente en cada palabra, en cada párrafo y observá.

 

24 COMENTARIOS

  1. Me encantó la entrevista. Daniel habla de la escritura con la sinceridad que siente no como un don, sino como una forma de resistir al olvido y mantener las cosas buenas del pasado en el ahora. Esa “peste del olvido” que menciona me pareció muy real, sobre todo en estos tiempos donde todo pasa rápido y se borra enseguida. Leerlo me hizo pensar que escribir es una manera de no rendirse.

  2. Excelente entrevista Dany querido, la palabra escrita con sus riquezas de expresión la cual sabes manejar, en el arte de la comunidad con tanta excelencia. Siempre es hermoso leerte, escucharte y memorizar frases que tocan el alma

  3. Me gustaron las respuestas a la entrevista, esa frescura, el desnudo del escritor, los opuestos. Me hace resonancia al cotidiano de quien es un observador propio inmerso en el contexto

    • Tu escritura es fuego, y agua, no està en la tierra caminando sereno, està en el aire como el viento que sopla y trae lluvia, y truenos. Es provocadora y necesaria para sacudir aquellos que caminan en tierra, y a los que muchas veces hay que despertar.

  4. Hermosa entrevista Daniel! Tan veraz, tan empapado en lo que sientes y haces. Desde ese lugar, profundamente enraizado en las letras, honras la tarea y tu sangre norteña. Feliz de ser tu amiga! Un abrazo grande!

  5. Muy buena la entrevista ,al menos puedo decir que conozco el sentir humilde,bondadoso ,frágil de la palabra de este escritor,porque se de sus raíces y porque sus memorias hablan de lo profundo de su alma,un gran abrazo.

  6. Sin duda,Daniel Posse, un gran escritor de esta época…grandioso y creativo al momento de plasmar sus ideas en un papel…coherente y congruente con el tiempo en que vivimos…por más escritores como el.

  7. Fue un gusto leer. Encontrar lugares comunes y otros no tanto, la tensión de escribir, la diversidad que nos alimenta con la lectura de una entrevista, y encontrar esos universales, en «es sufrir el dolor de no ser» y ser empero un músculo dispuesto a doblegar el silencio de la inercia.

  8. Impresionante entrevista, me sentí muy identificado, ví muchas cosas en común.Cada perspectiva de pensamiento agradable, para conocer un escritor.
    Sos gran trabajador de la palabra, eso es parte de un constante camino, me gusta lo que expresaste en esa entrevista, exponiendo una realidad directa al mismo tiempo. ¡Excelente Daniel!

  9. En estas épocas de corrientes estéticas post colonialistas y descolonialistas es lícito pensar en Margaritte Duras, como un vistazo del Orientalismo sin la mirada hegemónica del eurocentrismo. En la visión latinoamericana de García Márquez y su tiempo arquetipico de soledades, reiteraciones e hipérboles. El fluir de la escritura de Daniel Posse en esos tiempos y conflictos, tratados desde la mirada del navegante de mundos que transita en letanías de paraísos perdidos y reconstruidos por la memoria colectiva y el testimonio de un vértigo metropolitano. Las letras serpentean y construyen desde lo profundo de las cienagas, o la maravilla de una alquimia imprescindible para transitar lo cotidiano.

  10. Muy buena entrevista. Excelentes preguntas y mejores respuestas. Felicitaciones Daniel. Coincido en varios puntos con vos. Ya tendremos tiempo de charlar. Que tengas un lindo mes. Saludos desde Jujuy.

  11. Felicitaciones mí querido amigo ✨ como siempre un placer leer tus artículos y entrevistas 👍🏻 sos una persona maravillosa y me encanta como escribís y la pasión que le pones !! A seguir adelante!!✨

  12. Senti que te veia, que dialogaba contigo, exquisito, profundo honesto y real…. esa persona, ese poeta y ese ser humano eres…. a seguir disfrutando, haciendo, tienes mucho para decir y dar siempre Amigo, Hermoso reportaje! ABRAZOTE

  13. Muy buena entrevista. Daniel, tus respuestas han sido claras, precisas, contundentes, tienen la certeza de quien está convencido de la fuerza y flexibilidad de la palabra «Hay una necesidad de decir, de contar, de estrujar las palabras, de acariciarlas, de sentir su peso, su elasticidad y su dureza.» Coincido con la idea: «no creo en las musas irreversibles de la inspiración: creo en el trabajo arduo y la disciplina.» Gracias.

  14. Como nos tiene acostumbrados cada respuesta de Daniel seria motivo de un nuevo texto por que nos sumerge en temas que » martillan hasta los huesis» .Admiro su valentía, furia y audacia en sus decires y comparto sus reflexines Olvido, silencio

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