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Guerra comercial entre Estados Unidos y China

Publicado el

por Lara Czerweny.

La guerra comercial entre las dos grandes potencias parecía haber quedado en stand by durante el gobierno de Joe Biden, sin embargo, a solo meses de la asunción de Donald Trump para su segundo mandato presidencial, comenzó el deshielo.

A partir de su visión para “volver a América grande nuevamente”, Trump y su gabinete tomaron importantes decisiones respecto a su relación económica con el resto del mundo, entendiendo que se encuentran en una posición desventajosa.

Ahora, el comienzo de abril trajo consigo nuevas medidas económicas con un aumento arancelario recíproco para todos sus socios comerciales; entre ellos, una de las mayores tasas se impuso a su competidor directo, la República Popular China. Con un aumento del 34% adicional a los aranceles existentes, el gravamen total a las importacionesdel país asiático ahora sería del 54%.

A ojos de China, Estados Unidos estaría utilizando a la seguridad nacional como excusa para el proteccionismo comercial, por lo que Xi Jinping condenó las medidas de Trump y sugirió que diera marcha atrás con su decisión. Este viernes 4 de abril le respondió con la misma moneda cuando el Ministerio de Finanzas declaró que impondría un arancel adicional del 34% a las importaciones estadounidenses, aplicable a partir del día 10 de este mes. Además, añadió 11 empresas estadounidenses a su lista de “entidades no confiables” y denunció que el accionar de la Casa Blanca va en contra de las directrices de la OMC, socavando el multilateralismo comercial y el orden económico mundial imperante.

El aumento arancelario a las importaciones chinas no solo afectaría a grandes empresas e importadores de la industria, sino también al ciudadano común, ya que las tarifas se incluirían en pedidos particulares de bajo valor de empresas como Shein o Temu. Ante el bajo costo de la amplia oferta de productos chinos, Estados Unidos considera que su economía está en desventaja por una competencia desigual dentro del mercado interno.

Pareciera que Estados Unidos considera que cerrar su economía al exterior, fomentando la industria interna, solo le traería beneficios, pero ¿habrán considerado cómo les afectaría a sus exportaciones las contramedidas tomadas por los países afectados? Es claro que ante este accionar unilateral, los líderes mundiales no se quedarán de brazos cruzados

Deslocalización e interdependencia

Por otro lado, hay que tener en cuenta que, como consecuencia del proceso de deslocalización económica, existe una ruta comercial internacional compleja e interdependiente entre las zonas de producción, ensamblaje y destino final del producto.

Por los bajos costos de producción, la amplia cantidad de mano de obra disponible en China y la existencia de regulaciones laborales menos estrictas que en los países del norte industrializado, la mayoría de las empresas tecnológicas y automotrices se instalaron en el país asiático.

De esta manera, empresas como Apple, que desarrolla su tecnología en Silicon Valley, contrata la producción de sus teléfonos y computadoras en Shenzhen. El mismo camino siguió Tesla con la producción de sus automóviles; ni hablar de la industria de la moda. Casi todos los productos de consumo llevan el sello de “hecho en China”.

Entonces, un aumento tarifario a las importaciones chinas podría recibir como respuesta un endurecimiento de la política económica de la República Popular que terminaría afectando a la producción de empresas norteamericanas.

¿Quién tiene la mano ganadora en esta partida? Solo el tiempo lo dirá. Sin embargo, los números indican que, aunque ambas economías están íntimamente entrelazadas, China podría prescindir de ciertas importaciones estadounidensescon un efecto relativamente bajo en su economía; esto se debe a que la estrategia china para permitir el ingreso de marcas extranjeras en su territorio, es haber alcanzado previamente la competitividad.

No puede negarse que actualmente el mercado tecnológico y automotriz chino es altamente competitivo con el propio estadounidense. Empresas como Huawei o BYD no tienen nada que envidiar a Apple o Tesla.

Por otro lado, como venimos mencionando, la economía interna de Estados Unidos depende altamente de los insumos y mano de obra provenientes de China. El aumento del costo de producción, consecuencia de una respuesta arancelaria china, repercutirá en el aumento de precio y posible escasez de los artículos.

La balanza comercial China con respecto a Estados Unidos es superavitaria, y en el caso inverso es deficitaria. En 2023, las exportaciones desde Estados Unidos hacia China fueron de $154 millones de dólares, que consistieron mayormente en productos primarios como soja y combustibles. Asimismo, las exportaciones desde China hacia Estados Unidos en ese mismo año fueron de $436 millones de dólares, tratándose en su mayoría de productos tecnológicos.

¿Qué efectos se esperan a nivel internacional?

Más allá de cómo afectaría esto al interior de cada Estado contendiente, no debemos olvidar que las consecuenciasafectarían también al resto del mundo.

Los anuncios de la Casa Blanca tuvieron una respuesta automática en la bolsa de valores, con una tendencia generalizada a la baja en todo el mundo. De no dar marcha atrás, las decisiones de las grandes potencias supondrían importantes costos en el comercio y en la productividad a nivel global, con una posible disminución del intercambio comercial total.

Mientras el FMI estimaba que en 2025 habría un crecimiento del intercambio del 3%, ahora las predicciones prevén una baja del mismo del 1%. Asimismo, podría haber un aumento de la oferta de bienes a nivel mundial en busca de otros mercados donde colocar los productos previamente dirigidos a Estados Unidos; esto pondría en desventaja a economías con exportaciones primarias como la de Argentina.

Con el aumento de los costos de importación y exportación desde y hacia Estados Unidos, habría que barajar la posibilidad de que haya un avance del comercio bilateral de los distintos países con China, perjudicando el lugar privilegiado que podría tener el país norteamericano en distintas economías del tercer mundo.

A este respecto, habrá que ver qué sucede con las exportaciones de nuestro país, ya que aparentemente la floreciente amistad entre los presidentes Milei y Trump no evitó que este último aumentara en un 10% los aranceles a las importaciones argentinas.

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