por Guido Brotto.

Grito en clase porque no puedo gritar en casa. El departamento no me lo permite. La domesticación no me lo permite. Me transformó. Hijo del internet. De los memes. Soy hijo de lo viral. No puedo discernir. Me vuelvo loco cuando la pantalla se enciende. Quiero ser lo que la pantalla me muestra. No quiero otra opción, no me interesa. Quiero la inconsciencia de la pantalla. La desconexión. Si no tengo mi dosis la ansiedad me gana. Mezclo lo que veo en casa horas y horas desconectado con la realidad apenas se me entrega mansa.

Este es el futuro, distópico. La ficción se mezcla con la realidad y corta de cuajo la capacidad de discernir de nuestros chicos. No hay tiempo. Todo es ahora y ya. El tiempo no existe porque las plataformas lo mataron. Que venga el remate. No hay tiempo de esperar porque lo quiero ahora y «ahora» también me irrita. Esa ansiedad devastadora del presente continuo genera una falta de sentido tal en el individuo que solo es comparada con una de las emociones más profundamente desesperantes que un ser humano puede sentir… la angustia.

El bailecito gracioso, el chiste, la cancioncita, lo entretenido, la locura.
La locura a flor de piel, tapando la angustia de no sentirse útil para nada. Porque el tiempo no existe y todo hay que aprovecharlo ahora. Cómo hacer que el tiempo exista para nuestros niños es una buena pregunta para comenzar…

Lo viejo funciona Juan. Lo viejo es el tiempo. Es hora de actuar. Hoy, ahora. Para en un futuro ser mejor en el presente y dejar en el pasado lo desgastado que tan nuevo se nos ofrece pero que tan caro nos saldrá.

Si la estrategia de la plataforma es hacerte sentir en un loop eterno en donde todo sube y nada baja, es lógico que después de conocer estados alterados de conciencia tan expuestos al placer no puedas parar de gritar, correr, hacer y decir cosas sin sentido. Algo se rompió. El tiempo.

Las acciones cotidianas tienen un sentido porque están enmarcadas en el tiempo. Yo hago una acción en el presente para en el futuro lograr x resultado y de esa forma dejar el trabajo realizado en el pasado. Pero cuando no hay tiempo que atender la situación se vuelve caótica. Todo se dispara para todos lados. Todo está enmarcado en nada y el individuo es más propenso a la locura.

Esa es la crisis actual en nuestros estudiantes: la falta de tiempo.
No saber esperar.
No reconocer el tiempo.
No reconocer al tiempo como un aroma, como algo que existe, que se respira, que nos atraviesa.

El tiempo es la fórmula del cambio real.
Es lo que le da sentido a todo.
Es lo que le da a tu vida la libertad de esforzarte por lo que VOS querés.
Esa es la verdadera libertad:
La libertad de reconocerte en el tiempo.

De caminar junto a él sin miedo.
De permitirte ser parte del ritmo eterno.
Porque solo quien sabe habitar el tiempo,
puede despertar.